Un mono y unas recomendaciones


En este primer mes del año los medios económicos han bombardeado con recomendaciones de inversión cara al 2018 como si el futuro pudiera predecirse, así que voy a recordar una famosa –pero totalmente cierta- anécdota histórica: En 1973 el profesor Burton Gordon Malkiel publicó el libro Un paseo aleatorio por Wall Street. En él explicaba que para comprobar si los aciertos de los expertos eran o no aleatorios debía hacerse, según Malkiel, un concurso entre profesionales y una elección de acciones completamente al azar. La metáfora de esta selección fortuita consistía en imaginar un mono con los ojos vendados lanzando dardos a la página con la lista de acciones del The Wall Street Journal. Luego se compararían los rendimientos de las carteras de ambos contendientes.


Los redactores del diario estadounidense cogieron el guante lanzado por este prestigioso economista. Lo sorprendente es que cuando se comparó el comportamiento anual de la cartera de valores elegida al azar por el mono con el de los fondos de inversión referenciados al mercado estadounidense, la cartera del mono había superado al 85% de los fondos, además de haber superado al comportamiento de los principales índices del país. Este experimento se realizó durante 14 años y en el largo plazo las recomendaciones de los profesionales sí que batieron claramente a las del mono aunque sumando comisiones el resultado fue muy similar.
Visto que el mono es capaz de conocer mejor el futuro que los expertos, lo siguiente que voy a hacer es algo que considero más útil: traducir y resumir unas recomendaciones que en principio no son para inversores sino para especuladores (aunque en mi opinión valen para todos), elaboradas por el prestigioso trader Dennis Gartman:
  1. El objetivo no es comprar barato ni vender caro, sino comprar aquello que podré vender más caro.
  2. En mercados alcistas sólo podremos estar largos o neutrales. En bajistas cortos o neutrales.
  3. Opera siempre a favor de la tendencia del mercado. Nunca en contra.
  4. No olvides que los mercados bajistas son mucho más violentos que los alcistas.
  5. Sé paciente cuando tengas posiciones ganadoras pero enormemente impaciente con las perdedoras. Fija siempre un stop de pérdidas y beneficios a la hora de entrar en el mercado.
  6. La psicología es a menudo más importante que los conocimientos de economía.
  7. Bajo ninguna circunstancia hay que añadir importe a una posición en pérdida. Es decir, está prohibido promediar a la baja.
  8. No malgastes tus dos capitales, el que está en tu bolsillo y el que está en tu mente. Sé muy disciplinado con los stops de pérdidas y beneficios o te convertirás en un inversor largoplacista sin éxito. La disciplina es una de las virtudes del buen especulador.
  9. La paciencia es otra de las claves a la hora de especular. Si se nos escapa una buena oportunidad en el mercado, debemos pensar que siempre llegará otra.
  10. Las rachas de aciertos/fallos funcionan en ciclos. Si sufrimos una mala racha, es aconsejable dejar de operar durante un tiempo.
  11. Los mercados pueden estar ‘ilógicos’ o ‘irracionales’ más tiempo del que los inversores pueden estar solventes.
  12. Todas las reglas anteriores pueden romperse. La clave está en saber cuándo y con qué frecuencia
   Por supuesto, la sabiduría en aplicar esta última es la gran diferencia entre los que ganan mucho y los que pierden mucho en los mercados. Como los que ganan suelen ser minoría, y la mayoría tan sólo quiere conseguir un plus para sus ahorros sin demasiados sustos, casi que es mejor ignorar la número 12 y centrarse en las demás.

Importante avance de la democracia en el mundo las últimas décadas

A finales de 2016, 97 de los 167 países (58%) con poblaciones de al menos 500,000 habitantes eran democracias, y solo 21 (13%) eran autocracias, ambos registros récords posteriores a la Segunda Guerra Mundial. El resto exhibió elementos de democracia y autocracia (26%) o no fueron calificados. En términos generales, la participación de las democracias entre los gobiernos del mundo ha estado en una tendencia ascendente desde mediados de los años setenta.

Bulos, economía y noticias

Tanto en las noticias como en la obras de ficción (por ejemplo las últimas temporadas de Homeland y House of Cards) está de moda la manipulación de las noticias a través de la red: medias verdades cuando no mentiras enteras, miles de perfiles falsos para difundir con más facilidad los bulos en las redes sociales, introducción en medios de comunicación tradicionales para aumentar la verosimilitud de lo que se quiere trasmitir… Lo que más me llama la atención de todo esto es que se crea que hay un solo responsable de todo esto cuando en mi opinión es algo que lleva años pasando y en el que por supuesto están metidas todas las grandes potencias. Al fin y al cabo, todo vale en publicidad y esto no es más que eso: publicidad.

Todos asumimos que los supermercados colocan los productos de una determinada manera para que compremos lo que ellos quieren, que usen a una mujer muy guapa para mostrarnos las cualidades técnicas de un automóvil o a un hombre muy atractivo para anunciar un refresco… Nos manipulan y lo sabemos y lo aceptamos, ¿Cómo no iba a pasar lo mismo con las noticias? Y de hecho, pasa con las noticias desde tiempos inmemoriales, siempre se han manipulado por los poderosos y desde luego está en el origen de todos los medios de comunicación públicos controlados por políticos y de los privados que viven de licencias y promociones pagadas con dinero del erario. Ahora con la red es evidente que todo esto es algo más fácil pero ¿De qué nos sorprendemos?

Cultura y formación son la única vacuna contra los que nos quieren vender productos o ideas, inteligencia para discernir lo importante de lo accesorio y astucia para saber cuándo somos manipulados. Pero aun con todas esas cualidades, pasará. Existe un estudio mítico para los teóricos de los mercados y que se llama “Tom Sawyer and the Construction of Value”, escrito por Dan Ariely, George Loewenstein y Drazen Prelec y en uno de los ejemplos que pone sale un profesor que anuncia a su clase que leerá un poema de un autor conocido de EEUU durante 15 minutos. Entonces separa a la clase en dos grupos sin contacto entre ellos y hace las siguientes preguntas diferentes a cada grupo:
  • Grupo 1: “¿Quién está dispuesto a pagar dos dólares por escuchar mi lectura de los poemas?” 
  • Grupo 2: “¿Quién estaría dispuesto a que yo le pagara dos dólares a cambio de escuchar mi lectura de los poemas?” 
La respuesta que dan los grupos es totalmente lógica. En el grupo 1 tan sólo un 3% aceptarían pagar esos dos dólares. En el grupo 2, lógicamente, el número de los que están dispuestos a cobrar dos dólares por escuchar al profesor es mucho más elevado, en concreto del 59%. Hasta aquí todo muy normal, pero el profesor entonces le dice a cada grupo que la audición será gratis, es decir, que los del grupo 1 no tendrán que pagar por escucharle y que los del grupo 2 no van a cobrar por escucharle, y entonces pregunta a todos: ¿Cuántos, sabiendo esta condición de que ni cobro ni pago por escucharme, estáis dispuestos a oír mi lectura? Lo lógico sería que aproximadamente el mismo número de alumnos del grupo 1 que del grupo 2, estuvieran dispuestos a escuchar la audición, una vez suprimido el cobro o el pago… pero la mente humana no es lógica y se ve muy fácilmente manipulada. Y si no, vean:
  • El 35% de los alumnos del grupo 1, es decir, a los que inicialmente se les había pedido dinero por escuchar la lectura, dice que irán a la audición gratuita. Pero, sin embargo, tan sólo ¡el 8%! del grupo 2, es decir, de los que creían inicialmente que iban a cobrar, está dispuestos a ir a la lectura. ¿Qué ha pasado aquí? Que la pregunta inicial efectuada a los diferentes grupos ha condicionado a la mente humana, ha aparecido el efecto Tom Sawyer (llamado así por un episodio similar en el que se ve metido este personaje de ficción). Los del grupo 1 tienen un concepto del valor de la lectura del poema muy diferente a los del grupo 2, porque para ellos al tener que pagar primero y luego ser gratis, ahora vale más; para los otros es al revés, al ir a cobrar primero y ahora tenerlo que hacer gratis supone una pérdida de valor en su mente, cuando al final no hay nada de eso, la lectura tiene el mismo valor para todos.
Este experimento ha sido repetido por numerosos investigadores de muchas maneras y el resultado siempre es el mismo. Esta valoración diferente que hace el ser humano de un mismo dato dependiendo de la información que nos hayan suministrado antes, tiene muchas lecturas pero voy a citar sólo una conclusión que se me ocurre que aplicar a los mercados financieros y la economía: Un dato (sea macro o micro, sea el dato de IPC o los resultados de Apple) será considerado bueno o malo más en función de la expectativa que teníamos de lo que iba a salir que por el valor del dato en sí. Por eso la manipulación es tan sencilla si la información previa ya ha sido manipulada… Pero no nos desesperemos, desde pequeños nos pasa cada vez que vemos algún anuncio: alguien nos quiere vender algo con información sesgada cuando no directamente falsa y utiliza para ello todas las armas psicológicas que conoce. Deberíamos estar acostumbrados. Sólo nos queda estar alertas y pensar por nosotros mismos, poco más podemos hacer porque incluso quien informa tratando de ser objetivo puede estar, sin saberlo, trasmitiendo algún bulo.

Capitalismo


Como vimos el otro día, el origen de la propiedad privada es la base de nuestro sistema económico desde la Prehistoria pero desde entonces, y a pesar de la evidente evolución tecnológica, la Historia avanzó muy despacio… hasta que no llegó la Revolución Industrial. La aceleración de la mejora económica en el mundo empieza ahí porque aumenta nuestra productividad. Entre 1500 y 1820, según datos reunidos por el difunto Angus Maddison, la tasa de crecimiento anual del mundo fue de apenas un 0,32%, y en grandes áreas del planeta no hubo crecimiento alguno. Desde entonces el crecimiento mundial medio ha sido del 2,25%. El que se iniciara en la única monarquía europea, la inglesa, que acabó con la tentación absolutista -ya en 1689- y en el que la separación de poderes se ejercía incluso antes de que los filósofos franceses -inspiradores de la Revolución de un siglo después- hablaran de ella, no es casualidad. Hay una gran relación entre sociedades abiertas y progreso económico y ambas variables se alimentan la una a la otra.


Para el desarrollo hace falta capital (monetario, tecnológico y humano) y seguridad jurídica pero también una sociedad que no castigue la ambición, porque todos necesitamos incentivos, tanto el empresario como el obrero. Por eso en la sociedad estamental, con escasísimas posibilidades de cambio en la escala social, el progreso se ralentizó tanto. Quizás por eso China, que durante siglos fue más avanzada tecnológicamente que Europa, se quedó atrás en cuanto la industria revolucionó Occidente. Ahí es cuando algunos sitúan el comienzo de los males del capitalismo pero es erróneo. El acaparador de trigo en la Roma del siglo I que encarecía los precios los años de sequía no se diferencia del tendero que abre su establecimiento por la noche cuando las demás están cerradas y aprovecha esa ventaja competitiva para vender más caro. Lo que sí es cierto es que los comienzos de la Revolución Industrial fueron terribles para los trabajadores menos cualificados que eran la mayoría. No obstante, que ellos prefirieran esa vida de largas horas de labor viviendo en pequeñas habitaciones de ciudades contaminadísimas… a la de peones agrícolas, por muy difícil de entender que nos pueda parecer ahora, demuestra que algo positivo veían en esos trabajos. Quizás la ilusión de poder prosperar que en el campo, no siendo propietarios, no tenían.

Por suerte, y con la inestimable ayuda de los movimientos sociales, la situación ha mejorado mucho pero ese mismo impulso llega a nuestros días: queremos vivir mejor. Vivir mejor para unos es tener fama, para otros tener dinero, para otros que sus hijos progresen…los sueños afortunadamente son innumerables. Lo cierto es que la sociedad debe preocuparse en que todos tengamos la opción de poder alcanzar nuestros sueños, al menos los materiales. Siendo el primero de todos, como especie animal que somos, la manutención, nuestro objetivo básico dentro de la sociedad es conseguir dinero para conseguir comida, bebida, alojamiento… Cuanto más dinero tengamos, mejor comida, bebida y alojamiento tendremos. Y si tras eso, aún nos sobra dinero, tendremos posibilidades de ocio: que nos cocinen en un restaurante, que un avión nos lleve a un paraíso tropical, que nos den un masaje, que alguien nos limpie la casa…

Suena muy materialista pero lo cierto es que la sociedad que vivimos, y a la que hemos llegado tras una larga evolución, funciona así. Y como el dinero que conseguimos lo gastamos en otras personas que nos dan un servicio a nosotros, no explotamos a nadie; simplemente con nuestro trabajo compramos el suyo y ellos con el suyo compran el de otro y así sucesivamente, de modo que todos somos empresarios puesto que siempre tenemos a gente trabajando para nosotros. ¿Por qué unos tienen mejores trabajos que otros o simplemente más dinero que otros? No todos tenemos las mismas oportunidades: un hijo único heredero de una gran fortuna lo tiene más fácil que el hijo de un obrero de una familia numerosa pero hablando en términos medios en un país europeo las posibilidades de la mayoría son muy parecidas por lo que es el esfuerzo y talento individual lo que marca (o debe marcar) la diferencia.

Básicamente, ese es el sistema capitalista y el que más éxito ha tenido en nuestra sociedad de seres humanos creo yo porque es el que más se parece a nuestra propia estructura de pensamiento. Puede que sea una conclusión triste para algunos pero la Historia nos lo ha demostrado: Ninguno trata igual a las plantas del parque que a las que tiene en su balcón ni al autobús público que al propio coche. La propiedad privada nos importa. Por eso el comunismo, entendido como igualdad en cuanto a lo que recibimos de la sociedad, ha resultado ser un fracaso. Porque todos debemos ser iguales en oportunidades cuando nacemos (y es una causa por la que merece la pena luchar) pero queremos recibir de la sociedad en función de nuestros méritos individuales

Incluso si el único mérito que hemos tenido es comprar un boleto premiado en la lotería, no renunciamos al premio. Lo más probable es que usemos ese dinero para mejorar nuestra calidad de vida y quizás la de las personas que nos rodean y tras eso, puede que una mínima parte vaya a desconocidos. No pidamos entonces al sistema económico global que actúe de forma diferente a como actuaríamos nosotros ya que las empresas –pymes o multinacionales- son inventos humanos dirigidas por humanos y quieren el máximo beneficio con el mínimo coste así como los trabajadores –en una relación simbiótica atávica- quieren el mejor salario con la menor cantidad de horas de trabajo posibles. En resumen, la única diferencia es la escala pero no deberíamos considerar la estructura económica del mundo como algo ajeno a nosotros.

La injustificable actitud ante la corrupción de Rajoy

A pesar del gusto español por la autocrítica, no debemos olvidar que la Justicia, incluso tras la victoria electoral del PP a finales de 2011, no ha dejado de trabajar y no ha tenido problema en investigar, enjuiciar y hasta encarcelar a muchos miembros del PP. Podemos criticar su lentitud pero difícilmente se puede afirmar que sea una justicia al servicio del partido en el poder y todos hemos de felicitarnos por ello. En cuanto a la lentitud, me gustaría aclarar que las instrucciones de casos tan grandes no son fáciles, que los fondos son limitados (y como en casi todas las partidas presupuestarias desde 2010 no crecen) y que aunque no lo fueran las personas dedicadas a algo así no pueden ser demasiado numerosas para evitar filtraciones, y que algunos casos –como la Gürtel- son muy complejos por sus ramificaciones por todo el territorio nacional y la implicación de varias administraciones. Para el que quiera hacer comparaciones de velocidad, desde luego es mucho más fácil y rápido instruir una causa contra el que en público desobedece varias órdenes del Tribunal Constitucional.

La corrupción del PP se ha movido en dos frentes: uno, que es universal y del que no está a salvo ningún partido y ningún país, es la existencia de sinvergüenzas que han aprovechado sus cargos públicos y su cuota de poder para enriquecerse de manera ilegal (y quizás el mayor exponente por su actualidad y su antiguo cargo de presidente de la comunidad autónoma de Madrid, sea Ignacio González); y otro, que es más grave y por el que ya fue condenado el PSOE hace unos años (lo que parece que ya indica una pauta nacional) es la creación de un sistema por el que se conceden privilegios a determinados donantes a cambio de dinero con el que financiar al partido y de paso que sus máximos ejecutivos cobren un sobresueldo. Dado que la mayoría de tesoreros que ha tenido el PP en su historia están salpicados con esto, no es difícil deducir que hay una trama construida en pos de esos objetivos por más que algunos acusados lo disfracen como “favores” entre amigos.

Hasta ahora la gran defensa del PP actual era achacar todas estas “irregularidades” a la época de Áznar y sugerir que con la actual dirección –Cospedal llegó al cargo de secretaria general en 2008- todo eso se había acabado, de ahí el marrón que supuso la figura de Bárcenas, elegido por Rajoy y que no fue cesado hasta verano de 2009. El caso es que al PP le vienen pronto varios juicios pero quizás el más grave sea el que sienta al partido en sí en el banquillo por el borrado de los discos duros de Bárcenas. No hay que ser malpensado para deducir que estaban destruyendo pruebas de delitos, y la responsabilidad de ello la tiene la actual dirección, no se puede seguir acusando a quien ya en el verano de 2003 nombró como sucesor suyo (según algunas fuentes, tras rechazar Rato el ofrecimiento por dos veces) a Rajoy.

Rajoy no puede esconder su responsabilidad. Lleva en la jefatura del partido desde hace 14 años pero es que cuando se refundó Alianza Popular, se convirtió en el Partido Popular y Fraga cedió el testigo a Áznar (y eso pasó en ¡1989!), ya entonces Rajoy fue elegido miembro de la Ejecutiva Nacional y vicesecretario general del PP. Pretender que no sabía nada de lo que pasaba a su alrededor y que sus manos están limpias es reconocer su estupidez supina y si lo sabía (como hasta el más ingenuo supone), que su ética es muy pobre. Y lleva el suficiente tiempo mandando para haber cambiado las cosas, y repito que esa era la estrategia de su defensa, pero es realmente débil toda vez que en 2009, gente a su cargo y nombradas por él deciden borrar datos comprometedores. Y no es un tema de ideología, o de que sea un presidente del gobierno bueno o malo, aunque supongo que si sigue siendo el más votado en España algún mérito –o más bien muchos deméritos del resto- tendrá, es que o es alguien que no se entera de nada o es alguien al que no le importan las ilegalidades a costa del dinero público. Otros no sé pero yo es algo que no estoy dispuesto a dejarle pasar por mucho que la situación catalana haya eclipsado casi toda la actualidad política nacional.

Capitalismo e Historia Antigua

Siempre es necesario ir a la raíz de un fenómeno para poder entenderlo, ahí radica la importancia no solo de conocer la Historia, también de saber interpretarla. Si queremos empezar por el principio debemos retroceder bastante lejos, hasta los comienzos de la Prehistoria, esas decenas de miles de años de los que desconocemos casi todo pero que han marcado para siempre al ser humano. No somos conscientes hasta qué punto. Por ejemplo, la ciencia dice que nos sentimos tan atraídos por los alimentos más calóricos (sí, la culpa de nuestro amor al bacon y al azúcar es de nuestros antepasados) porque durante todo ese periodo tan largo desconocíamos cuándo sería nuestra próxima comida y, lógicamente, nos llenábamos el estómago con lo que más energía nos podía proporcionar. Llevamos muy pocas generaciones dando por hecho que el alimento es algo asegurado, y ni siquiera hoy ocurre esto en todo el planeta.

Retrocedo tanto en el tiempo porque para entender nuestro sistema económico actual debemos viajar al momento en el que la propiedad privada nació. La igualdad total nunca ha existido, es un mito, como mucho un objetivo; cuando en el mundo animal se convive en grupo, los más fuertes, los más astutos, los más talentosos…  disponen del mejor alimento y refugio, incluso de más posibilidades de reproducción lo que no deja de ser una forma de privilegio. Y en el momento en que por ejemplo un león enferma o envejece llega otro y le roba esos privilegios, en general con una demostración de fuerza. En los homínidos podemos intuir que el proceso fue similar aunque la inteligencia poco a poco fue desplazando a la fuerza física y un jefe de una tribu podía no ser el más fuerte sino el que mejor sabía utilizar la fuerza de los demás. Suponemos que esos hombres primitivos pertenecientes a grupos de nómadas que vivían de la recolección, empezaron a sentir algunos objetos como suyos como quizás una piedra especialmente afilada. Y en el momento en que nació el sedentarismo el proceso se aceleró porque el hombre disponía de algo que acumular.

Este punto de la Historia en el que empieza a haber fronteras dentro de las comunidades entre lo que es de uno y es de otro es clave para comprender que los principios del capitalismo no fueron un invento ajeno al hombre sino que fueron intrínsecos a nuestra propia naturaleza. Todos miramos primero por nosotros mismos, después por nuestro entorno más cercano (familia y amigos), y luego está el resto, ¿Por qué iba a ser distinto en economía? Al nacer la propiedad privada también nacen los instrumentos para defenderla, de ahí a crear normas y castigos para quien viole esa propiedad hay un paso que acaba derivando en leyes y en estados –por más que les duela a algunos liberales- con una infraestructura para hacerlas cumplir. Las sociedades humanas –las excepciones que hemos conocido eran tribus aisladas donde la productividad lleva siglos sin crecer- se construyen a partir del principio de la propiedad privada: el sistema legislativo, político y jurídico nacen de él.

Por desgracia, no sabemos apenas nada de las normas que existían antes de la escritura pero podemos suponer que las leyes escritas más atávicas no surgieron espontáneamente sino que son el fruto de una larga tradición anterior. Si miramos los códigos más antiguos que se conocen, como el de Hammurabi –que se cree es del siglo XVIII antes de Cristo-, podemos comprobar que se castigan no sólo las violaciones y los asesinatos, también los robos, incluso se legisla acerca de si un padre puede o no desheredar a un hijo. Siglos antes, en el Egipto de los faraones, los muertos creían que dispondrían de sus mejores objetos en la “otra vida” y consideraban importante ser enterrados con ellos. A mayor riqueza del fallecido, mayor lujo en sus tumbas. Ya entonces la posesión era algo tan arraigado que confiaban en no perder sus pertenencias ni muertos. Hace varios miles de años.


En resumen, tras este rápido viaje al pasado podemos deducir que el sistema económico actual puede (y debe) reformarse pero sus principios básicos no nos son ajenos sino que surgen de nuestra propia evolución como seres sociales. Bueno o malo es lo que hay. Seguiremos con este tema en otras entregas.

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