Schweppes, el refresco que creó el gin tonic

   (esta historia no está incluida en mi último libro La prehistoria, y algo de la historia, de 66 empresas: Nacionales y extranjeras, todas famosas, que te animo a adquirir)

Johann Jacob Schweppe nació en Hesse (Alemania, aunque el país aún no existía como tal) en 1740 y desarrolló su vida profesional como joyero. Pero acabó instalándose en la ciudad suiza de Ginebra (donde murió en 1821), y allí se dedicó a investigar, con intención medicinal, los efectos de la gasificación con dióxido de carbono del agua mineral. Sus investigaciones dieron por fruto un procedimiento industrial para la elaboración de bebidas carbonatadas en 1783, año en el que funda la empresa Schweppes. No logró mucho éxito hasta que Erasmus Darwin (su nieto fue el famoso Charles), el médico más famoso de la época y al que le gustaba el producto, se asoció con un ingeniero suizo e instaló una fábrica en Londres para elaborar aguas de soda con el nombre de J. Schweppe & Co. en 1792. Erasmus experimentó con el uso del aire y los gases para tratar infecciones y el cáncer, de ahí su pasión por las bebidas carbonatadas. En 1798 el fundador, cuyo apellido da nombre a la marca, se jubila y en 1802 muere Erasmus pero la compañía permanece. Por aquel entonces se tomaba como si fuera un digestivo. El futuro de la bebida pasó a otros empresarios -John Kemp-Welch y William Evil- que fueron los que añadieron azúcar a la soda (en 1835 añadieron limón, creando la primera limonada carbonatada). Siguió bebiéndose como algo medicinal pero el sabor era más atractivo. El Rey Guillermo IV de Inglaterra, otro fiel consumidor, le otorgó a esta bebida el sello real en la década de 1830, por lo que se olvidaron sus orígenes alemanes y se convirtió en una bebida típicamente inglesa.

Hagamos un salto atrás en el tiempo y veamos por qué España también tiene protagonismo en esta historia: en lo que hoy es Perú, en 1632 la condesa de Chinchón, esposa del virrey Luis Jerónimo de Cabrera, consiguió salvarse de la malaria gracias a la corteza de quina (por cierto, el árbol se rebautizó como ”chinchona” en su honor) y exportaron a Europa el jugo de ese árbol, lo que conocemos como quinina. Desde ese momento, se convirtió en la única cura conocida. Y hagamos otro hacia adelante y nos encontramos en el siglo XIX con los ingleses ocupando la India y preocupados por la malaria. Como el único remedio que conocían contra la enfermedad era la quinina, la bebían pero su sabor era muy amargo. Como buenos británicos, la mezclaban con ginebra y, a veces, acompañada de una Schweppes. Y eso en 1870 se convirtió en el producto estrella de la empresa: el agua tónica, o dicho de otro modo, soda con quinina. Por lo tanto, se puede afirmar que el gin tonic y la tónica nacieron a la vez, e incluso puede que el cóctel naciera antes. El caso es que el éxito de esa bebida tan amarga de Schweppes fue arrollador -incluso más que el de la bebida de limón- y a partir de ahí la marca se extendió por todo el mundo, creando sabores nuevos como el Ginger ale (añadiendo jengibre), que durante años tuvo muchos seguidores aunque, nadie sabe muy bien por qué, no es del gusto del gran público desde hace décadas. Otra curiosidad: hasta el siglo XX no se les ocurrió elaborar un refresco de naranja.

Como les ha pasado a otras empresas con un gran éxito por un producto concreto (lo vimos con Oscar Mayer), la marca sobrevivió a la empresa. Ésta, acuciada por la competencia, especialmente de Coca Cola y PepsiCo, que fueron acaparando el sector de los refrescos tras la II Guerra Mundial, fue perdiendo cuota de mercado. Así, en 1969 Schweppes se fusionó con la marca británica de dulces Cadbury. Esta extraña unión entre “chuches” y refrescos funcionó durante casi tres décadas pero en 1998 vendieron a Coca Cola Company las marcas de bebidas de Cadbury-Schweppes en más de 120 países (sin incluir la mayor parte de la UE) y en la crisis de 2008, Cadbury decide quedarse sólo con el negocio de la confitería y vende lo que restaba de la división de bebidas a la estadounidense Dr. Pepper Snapple Group, aunque en algunos países europeos (entre ellos España) la marca Schweppes es comprada por el grupo japonés Suntory. La existencia de diferentes empresas propietarias de la marca en todo el mundo, conlleva que los productos Schweppes no puedan ser comercializados invariablemente y sin reservas de un país a otro, provocando que el márquetin de la marca sea también distinto según el país, algo poco común en este mundo globalizado.

Los productos Schweppes no se comercializaron en España hasta 1957 pero tuvo tal éxito que para 1960 ya había dos fábricas creando el producto dentro del país. Y aunque en 1969 -como en todo el mundo- su denominación cambió a Cadbury-Schweppes, el famoso neón de la Gran Vía madrileña, colocado en 1972, sólo conserva el apellido del fundador.


En resumen, un joyero alemán crea en Suiza una bebida medicinal que el abuelo del creador de la Teoría de la Evolución consigue que triunfe en Reino Unido; en una de sus colonias, y con un remedio farmacológico español (aunque probablemente su origen fuera de los indígenas de América del Sur), crea su producto estrella que convierte a la empresa en una multinacional… que muere de éxito en la segunda mitad del siglo XX. Aun así, el valor de la marca es tan grande que se la disputan estadounidenses y japoneses.


Schweppes, el refresco que creó el gin tonic

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