El coste de lo público (y 3)

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En números redondos en España vivimos 47 millones de personas y trabajamos 20 como se pude ver aquí (aunque en el gráfico se distingue entre empleados públicos y no, yo sí los incluyo porque su trabajo también es productivo):
Podemos recortar en políticos, televisiones públicas, subvenciones… o podemos ingresar más por una mayor actividad económica o una mejor recaudación fiscal pero hay algo que no cambia: el dinero que el estado (sea el central, el autonómico o el local) se gasta sale de lo que ingresan de esos 20 millones…y del futuro vía deuda. Alguien dirá que no, que los impuestos a las empresas –los de mayor volumen- son de las empresas pero como éstos proceden de sus beneficios y los beneficios proceden de sus ventas, al final el dinero sale de esos mismos 20 millones. Por eso es tan bueno exportar y por eso el turismo es tan positivo para la economía española, porque amplía en determinadas actividades los ingresos más allá de esos 20 millones. Por desgracia importamos más de lo que exportamos (sobre todo por el crudo) así que parte de los ingresos de los españoles se va a otros países… aunque por suerte lo que gastan los turistas internacionales aquí, desde hace unos años, compensa esto. Lo mismo pasa con lo que reciben vía dividendo los españoles accionistas de empresas que ganan dinero fuera del país pero dado que también hay muchos extranjeros invertidos en empresas españolas y cobrando intereses por deuda que les colocamos, también se compensa.

En cualquier caso, aparte del sector exterior, el problema sigue siendo el mismo: 20 millones mantienen a ellos mismos y a 27 millones más. De ellos sale todo lo que damos por hecho cada día: que nos recogerán la basura, que un policía nos ayudará si nos roban, que despejarán la carretera si ha habido un accidente… y a todo eso hay que sumar lo que se denomina estado del bienestar: educación infantil gratuita y muy subvencionada después, asistencia sanitaria para todos, pensiones públicas etc. Por supuesto además de lo que ingresan esos 20 millones cada año hay un valor patrimonial importante en España, tanto público como privado, y en muchas ocasiones excepcionales (privatizaciones, expropiaciones) se ha recurrido a él y a veces de forma habitual (impuesto al patrimonio, sucesiones etc.) pero también es cierto que debemos más de 1,2 billones de euros, así que mejor que nos ciñamos a los ingresos y gastos actuales.

Ya hemos hablado otras veces de los diferentes impuestos y de la dificultad de elevarlos más. Primero porque pagamos de lo que nos quitan de la nómina, del IVA cuando consumimos, del IRPF si ahorramos en lugar de gastar, del IRPF si invertimos y ganamos dinero, del patrimonio si acumulamos mucho ahorro… y a eso hay que añadir impuestos locales y numerosas tasas (por conducir, por viajar en avión, por recogida de la basura etc.)… es decir, una y otra vez pagamos por los mismos ingresos. Segundo, por el negativo impacto en la economía que al final hace que la recaudación no suba (incluso a veces ocurre lo contrario, con menores impuestos se recauda más) pero podemos resumir que pocos creen que el IRPF (el impuesto más progresivo ya que quien gana más no sólo paga más en volumen, también en porcentaje) se deba elevar más, el IVA quizás podría subirse algo pero ni es progresivo ni tampoco aumentaría mucho la recaudación y en cuanto a las tasas, quizás el impuesto más justo porque lo paga quien usa un servicio determinado, no han dejado de subir (y multiplicarse), como los anteriores, durante los últimos años y no ha servido para reducir la necesidad que tenemos de seguir emitiendo deuda. Es decir, los gestores políticos no gastan menos cuando tienen menos ingresos pero sí gastan más cuando los ingresos son mayores, así de malos son. Tan sólo la dura ley de Montoro que obligaba a los municipios a destinar sus superávits a reducir deuda en lugar de aumentar el gasto consiguió ese “milagro” que sigo sin entender por qué no se aplica a todas las administraciones.

Luego está el tema de los impuestos a las empresas que, repito, en realidad es un impuesto a los que compramos sus productos. Creo que es un tema del que ya hemos hablado muchas veces: el impuesto de sociedades es similar al de otros países (si se recauda menos aquí es porque tenemos demasiadas pymes), es falso que nuestras multinacionales pagan menos (quien afirma eso compara sus beneficios mundiales con lo que abonan en España sin tener en cuenta que también pagan impuestos allí donde tienen actividad económica), es cierto que existen demasiadas deducciones (que son legales luego son culpa de nuestros legisladores políticos) y que multinacionales extranjeras no pagan lo que deben por lo que generan aquí… como también es una verdad sin paliativos que ni el país más poderoso de la Tierra –los Estados Unidos- consigue que sus mayores compañías paguen lo que su ministro de Hacienda querría (algo que también se aplica a la lucha contra el fraude, todos los gobiernos de todas las ideologías en todos los países quieren recaudar más y se supone todos intentan acabar con la evasión fiscal, incluso con métodos tan polémicos como las amnistías que hacen florecer dineros ocultos, pero no debe ser tan fácil como lo pintan los políticos en campaña electoral). Por eso creo que debería haber una política fiscal global y dejar de hacernos la competencia unos territorios a otros para acabar perjudicando a la caja común… pero este es otro tema que alargaría mucho este artículo. Quedémonos con la idea principal: 20 millones deben ser lo bastante productivos como para generar impuestos que mantengan el gasto del estado sin intentar recurrir a la deuda.

Pikkety venderá muchos libros afirmando que a cada joven hay que darle 120 mil € expropiándoselo antes a los ricos (aunque no dice qué pasará después) y habrá políticos que puedan conseguir muchos votos prometiendo más pagas a cambio de nada pero las matemáticas más básicas y el sentido común nos indican que si la Seguridad Social está quebrada a pesar de tener en su poder los ingresos de 20 millones de trabajadores, difícilmente podemos prometer aumentar aún más el gasto. Lo que hay que hacer es dejar de tener más del doble de paro que la media europea, menos economía sumergida, más empresas (especialmente exportadoras) y más grandes, mejores gestores políticos… y también reducir algunos gastos, nos guste o no. Nada de esto es fácil pero cada día es más necesario.

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