Keynes y nuestro futuro

La discusión económica más polémica de las últimas décadas –y que se ha recrudecido con esta crisis- es la de los keynesianos y los liberales, que se ha simplificado para el gran público en intervencionismo público o no en la economía, e incluso en izquierdas y derechas. Pero la similitud de las acciones de los gobiernos de todas las ideologías en los años que llevamos de recesión han dado claramente como vencedor al bando de Keynes, cuyas teorías han servido a la mayoría tanto para explicar lo ocurrido como para encontrar soluciones, sobre todo tras la quiebra de Lehman Brothers.
Según Keynes el dinero de una sociedad puede destinarse al consumo, a la inversión o al ahorro. Según él tanto el consumo como la inversión son actividades productivas que permiten aumentar el empleo y dinamizar la economía; en cambio el ahorro supone dejar ocioso ese recurso. Cuanto más aumenta el ahorro y disminuye el consumo y la inversión peor irá la economía. Dado que los mercados cíclicamente se enfrentan a incertidumbres que los empresarios intentan combatir mediante el atesoramiento de dinero, hay que sustituir esa parte de la economía que tiende a permanecer pasiva. La misión del Estado es, por un lado, buscar empleo a esos recursos ociosos (mediante rebajas de tipos de interés y/o incrementos del gasto público) y, por otro, reducir la incertidumbre (generalmente con proyectos sufragados por el erario público). 
Dejando de lado el debate sobre el intervencionismo en la economía, Keynes claramente da por hecho que la riqueza se genera gracias al consumo, ve el ahorro como algo negativo y cree que la recesión es culpa –poco más o menos- de la irracionalidad de los consumidores que frenan el gasto. Hay muchos autores que han demostrado que económicamente el ahorro es bueno pero creo es más fácil recurrir al sentido común: si nadie ahorrara y todos gastáramos todo –incluidas las empresas- sólo podríamos progresar y financiar los proyectos (aún menos tendrían acceso a vivienda y coche en propiedad) recurriendo al endeudamiento. Y ya hemos visto lo que esto significa para la economía mundial: ciclos de expansión y contracción continuos porque los créditos suponen un mayor consumo presente a costa de un menor consumo futuro.
Yo considero que el consumidor no es culpable de nada, si le ofrecen estabilidad laboral, buenos ingresos, productos atractivos y un precio asequible, seguro que gasta, y si no lo hace es porque detecta que no se cumplen esos requisitos o algunos de ellos. También creo que el ahorro es el verdadero impulsor del progreso, y es falso diferenciarlo de la inversión ya que cuando hacemos un depósito en el banco éste mueve ese dinero por nosotros, eso sólo vale para los que lo guardan bajo una baldosa. Pero fuera de estas disquisiciones lo que me llama más la atención es lo insostenible que es el modelo keynesiano sin bruscas crisis como la actual. Las teorías de priorizar el gasto sobre el ahorro –tan seguidas por los dirigentes actuales- no tuvieron en cuenta ni la gran explosión del crédito de los últimos años ni el futuro de nuestro planeta. ¿Cómo vamos a basar todo el desarrollo económico de 7 mil millones de individuos en el gasto continuo, en el consumo desaforado y en endeudarnos? ¿Vamos a esquilmar todos los recursos naturales del planeta para que no baje la producción? Aquí es donde las teorías keynesianos, en teoría más de “izquierdas” chocan de frente con el movimiento ecologista, teóricamente afín, dejando de nuevo en evidencia la costumbre de etiquetar y simplificar los pensamientos de las personas.
Pero es que además esta ansia por consumir va contra el propio ser humano: los que somos padres sabemos que cuanto más regalos obtienen los niños menos los valoran. Nada demuestra que toda esta abundancia de bienes materiales nos vayan a hacer mejores. Abd ar-Rahman ibn Muhammad, (en árabe: عبد الرحمن بن محمد), más conocido como Abderramán III vivió 70 años. De estos 70, 50 años, 6 meses y 2 días reinó con un poder absoluto, rodeado de lujos y mimado por sus sirvientes. Al parecer, según cuenta Ibn Idhari, cuando murió encontraron un diario que había redactado y en el que ponía de manifiesto los días felices y placenteros que había tenido en sus 70 años de vida… únicamente 14 días le parecieron felices. Creo que este ejemplo deja claro que no tenemos que creer que la solución a los problemas de la Humanidad está en “vivir como califas”.
Basar el crecimiento en consumir y consumir generando deudas para los que vengan detrás acabará con la Humanidad si no acaba antes con nuestro ecosistema, que al fin y al cabo es lo mismo. Ya no hablamos sólo de economía sino de supervivencia.

5 comentarios:

  1. No estoy del todo de acuerdo:
    1º Cada vez se utilizan menos recursos naturales para producir lo mismo. La eficiencia energética y de recursos es un hecho.
    2º Ni gastar ni ahorrar, en el termino medio esta la virtud
    3º El endeudamiento excesivo es consecuencia de muchos factores, no solo del gasto, sino también del aumento del poder adquisitivo y de los ordenadores personales(que pueden hacer a los bancos llevar muchas mas cuentas, hipotecas y prestamos que cuando las llevaban personas)
    4º Mayor problema que el ecológico es el paro y el descontento social. Que lleva a dictaduras y guerras y eso si que puede acabar con el planeta mas rápido que el consumo de recursos.

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  2. Cierto, somos más productivos pero el consumo de recursos naturales sigue aumentando. Por ejemplo, los motores son más eficientes pero el consumo total de petróleo no disminuye
    Estoy de acuerdo
    No estoy de acuerdo, el endeudamiento excesivo ya existía en la España de Felipe II que declaró varias bancarrotas. Cierto que hay muchos factores pero el principal por el que aumenta la deuda es el mayor gasto.
    Yo no entro en cuales problemas son mayores o menores, simplemente digo que no tendremos futuro si no cuidamos nuestro entorno. Una cosa es aceptar más contaminación para conseguir sacar a una población del hambre como es el caso de la China de hace 20 años y otra es seguir aumentando esa polución para que todos los chinos tengan móvil por ejemplo, hay que tener claras las prioridades.

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  3. Si pero hablo de endeudamiento de particulares y empresas que ese si que he crecido a nivel mundial por los factores que he dicho

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  5. No creo que el nivel agregado de consumo afecte al nivel agregado de ahorro. El nivel de ahorro viene determinado por el nivel de inversión, y por eso el consumo no afecta al ahorro. Los agente productores se quedan un bien material para amortizarlo en diferentes períodos (esa amortización va incluida en el coste y en el precio, esos bienes lo consumen, por tanto, los consumidores de forma indirecta), y, mientras tanto, los consumidores se quedan con un bien monetario. A lo primero se le llama inversión y al segundo ahorro. Es muy común el argumento de que el ahorro determina el nivel de inversión porque se necesita dinero para invertir, pero también se necesita dinero para consumir y no he encontrado un argumento mejor, casi ni tampoco peor porque no hay muchos más argumentos que liguen la relación de Contabilidad Nacional entre ahorro e inversión.
    Sé que esto es una hipótesis y que lo expuesto en el texto de arriba es lo que nos enseñan en la carrera de Economía y lo que todo el mundo asume por verdadero, pero es una teoría que no casa con la realidad, que no la explica bien, que tiene muchos contrasentidos y que divide a la Economía en escuelas de pensamiento, que no difieren en mucho en los métodos de las escuelas griegas. La Macroeconomía es una rama que solo tiene unos 70 años desde que se empezase a tratar como tal por Keynes, un tiempo bastante breve si se pone en contexto.

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