(esta historia no está incluida en mi último libro La prehistoria, y algo de la historia, de 66 empresas: Nacionales y extranjeras, todas famosas, que te animo a adquirir)
Si hay un invento tardío pero que, una vez visto,
resultaba obvio, incluso poco original puesto que los carros de la compra –un
objeto parecido- es muchas décadas más antiguo, es el de poner ruedas a las
maletas. Pero resulta que no se hizo realidad hasta 1970 en el que un tal
Bernard Sadow solicitó la patente (aceptada en 1972) y vendió a unos grandes
almacenes el primer prototipo. Increíblemente, los humanos fuimos capaces de
llegar antes a la Luna –con todas las dificultades técnicas y logísticas que
supuso, incluida la retrasmisión por TV- que tener la ocurrencia de usar un
antiquísimo invento como la rueda y unirlo a nuestro pesado equipaje para hacer
más fácil su traslado. Y eso que era un tema que preocupaba porque, de hecho,
unos años antes de la maleta rodante, se vendían carros plegables para que los
turistas con varias maletas pudieran ponerlas en ellos. Se supone que antes o
después a alguien se le hubiera ocurrido pero lo insólito es que nadie lo hizo
hasta entonces y no sabemos cuánto ha impulsado el turismo –especialmente el
que implica una larga estancia o un extenso trayecto- y los viajes en general.
Y si una empresa supo adaptarse a esta innovación fue Samsonite, nombre que
procede del héroe bíblico Sansón.
Jesse Shwayder -de ascendencia judía y polaca-
nació en 1882 en Colorado, Estados Unidos. Cuando nació, su padre tenía una
tienda de comestibles que luego trocó en una de muebles en la que el joven
Shwayder trabajó desde adolescente. Este aprendizaje, junto a un breve trabajo
como comercial de un fabricante de maletas de Nueva York, le inspiró, al ver
que se popularizaban los viajes por placer, a crear -con 3,500 dólares
ahorrados- su propia empresa de equipajes (poco más de un año después se
unieron a él sus hermanos y padre) en la trastienda de un supermercado de la ciudad
de Denver, en 1910, a la que llamó Shwayder Trunk Manufacturing Company.
Este nombre tan poco atractivo se mantuvo durante décadas y cuando dejó de ser
presidente, en 1960, aún permanecía. Sin embargo, la marca se conocía sobre
todo por un modelo de maleta -de gran éxito- presentado en 1939 y que se
llamaba Samsonite, por lo que en 1965 (por fin), la compañía pasa a llamarse
Samsonite Corporation. Cuando el fundador muere, en 1970, Samsonite es el mayor
fabricante de equipaje del mundo… un mundo de maletas sin ruedas.
Aunque presumía de estilo y diseño, lo que le dio fama
a Samsonite fue su durabilidad y desde sus inicios, cuando apenas unos pocos
privilegiados practicaban turismo y la mayoría de los viajes eran por negocios,
la empresa tuvo un halo de exclusividad y unos precios que sólo unos pocos
podían permitirse. Empezaron fabricando el típico baúl de madera con tachuelas
de metal brillante y en 1916 lo publicitaron con una fotografía de los cuatro
hermanos y su padre, Isaac, subidos a una tabla colocada sobre el baúl abierto,
con el lema “strong enough to stand”, (“tan fuerte que resiste”). La
joven empresa estuvo a punto de irse a pique tras la Gran Depresión iniciada en
1929 y dicen que se salvó gracias a su imagen moderna. El éxito de la maleta Samsonite
(fabricada en cuero con un revestimiento de fibra resistente) de 1939 casi se
frustra puesto que, por la Guerra Mundial, desde 1941 la producción tuvo que
orientarse al esfuerzo bélico. Pronto se recuperaron e innovaron con la línea Streamlite
que proporcionaba un efecto de cuero al revestirse con un ligero papel
litografiado. A ojos actuales todos estos modelos nos parecen antiquísimos y es
que hasta 1956, que salió la línea Ultralite Luggage con plásticos
moldeados (lo que reducía el peso), se seguía usando el marco de madera para la
estructura de las maletas. Es en ese año cuando abren su primera filial
internacional, en Canadá. En 1958 con el modelo Silhouette ya podemos
ver una maleta similar a las actuales, con herrajes empotrados para mayor
protección y en 1963 deslumbran con el Classic Attaché, el maletín de
negocios que, hasta la aparición de los portátiles, apenas varió su diseño
convirtiéndose en un clásico. En 1969 aligeran el peso de sus maletas, sin
renunciar a la resistencia, con el modelo Saturn ya que está fabricada
con polipropileno. Y, por fin, en 1974, aparece la primera maleta con ruedas.
Lo curioso es que, aunque al fundador le sucede su
hijo, King Shwayder (que tuvo un gran acierto en 1970: intentando diversificar
su negocio, fue el primer importador de los productos Lego en EE UU y Canadá,
que hasta entonces no habían cruzado el Atlántico), éste no llegó a dirigir esa
innovación ya que en 1973 los herederos venden Samsonite al grupo alimenticio Beatrice
Foods. Desde 1995, con la expansión y adquisición de otras marcas,
Samsonite -que cambia en esos años varias veces de dueño- no sólo vende
maletas, maletines y mochilas, también portaequipajes, bolsas de esquí y golf,
fundas para cámaras (luego de ordenadores) y, como durante toda su historia, se
siguió insistiendo en esa imagen de elaboración exclusiva. Sin embargo, aunque
se podría pensar que con el aumento del turismo global el éxito de la marca de
equipajes más conocida del mundo perduraría en el tiempo, la competencia, con
productos mucho más baratos, acabó por reducir las ventas. En 2007 la empresa
fue vendida a CVC Capital Partners, firma de capital riesgo que, ante la crisis
de 2008, no pudo reflotarla y en septiembre de 2009 la declaró en bancarrota,
anunciando el cierre de la mitad de las tiendas de Estados Unidos. En 2011 consigue
sacarla a bolsa en Hong Kong, traslada la sede a Luxemburgo y en 2013 CVC deja
la compañía. Actualmente sigue cotizando en Hong Kong con una capitalización de
unos 30 mil millones de dólares.
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