La polémica desigualdad


El que ahora nos preocupe tanto la desigualdad es lógico porque contrasta que tras una crisis tan dura como la de 2008, los más superricos aún lo sean más mientras el conjunto lleve más de diez años estancando o incluso peor. En mi opinión eso se debe a la respuesta de los bancos centrales contra la recesión que ha elevado enormemente el valor de la mayoría de activos y como dinero llama a dinero, quien tiene inversiones mejora mucho más que el que no las tiene. El que haya personas de mediana edad en un país rico como España más ricas que otras es algo normal tras las vicisitudes de la vida, el gran problema de la desigualdad es que desde tiempo inmemorial unos humanos han tenido mejores oportunidades que otros desde su nacimiento. Y eso no es justo porque nadie tiene la culpa de nacer en Somalia en lugar de en Suiza como no la tenía un niño por ser hijo de judío en lugar de serlo de cristiano en la Alemania de Hitler ni por nacer esclavo en lugar de patricio en tiempo de los antiguos romanos. Y digo esto porque incluso en desigualdad, en la que más cuenta, la que afecta a las oportunidades de progresar, los actuales tiempos son, aunque lejos de ser perfectos, los mejores de la Historia. Basta un dato: Hace un siglo, los países más ricos dedicaban un 1 % de su riqueza a los menores, pobres, enfermos y ancianos. Hoy gastan casi un 25%.

El siglo pasado se intentó acabar con este sistema basado en la propiedad privada determinando que era el estado, en lugar de las personas, el dueño de los principales bienes y el resultado fue un fracaso. No sólo porque las desigualdades sociales siguieron existiendo (en la URSS no recibía del estado lo mismo un general que un soldado) sino porque la productividad de esas economías era menor que la de otras similares con un sistema basado en la propiedad privada. De esto tenemos varios ejemplos históricos como las enormes diferencias entre la RDA y la RFA, Corea del Norte y del Sur y por supuesto la actual China, un país que en unos decenios ha pasado de no producir suficiente en sus campos agrícolas para dar de comer a toda la población, a ser el principal exportador mundial; de millones y millones de muertos por hambre y malnutrición a ser el que tiene más millonarios del mundo. Su gobierno sigue autodenominándose comunista pero en su día entendió que si la tierra era comunal se trabajaba menos que asignando parcelas propias a las familias. Ese simple gesto multiplicó la productividad y aplicando el mismo principio a toda la actividad económica, el país despegó. Está lejos de ser un ejemplo pero es quizás la mejor prueba de que no es lo mismo la lucha contra la pobreza que contra la desigualdad ya que la China de hace medio siglo era más igualitaria que la actual… y muchísimo más pobre. Lo podemos ver con un ejemplo más cercano:

Pongamos que el Leganés, un equipo de fútbol modesto que lucha por mantener la categoría y que tiene una plantilla con sueldos bastante similares ya que no tiene ninguna gran estrella, ficha de repente a Messi y a Cristiano para que jueguen juntos. Si la economía fuera finita, para poder pagarles el resto de jugadores deberían ganar menos pero no pasa eso: la llegada de ambos cracks aumenta la afluencia al campo, la venta de camisetas, el canon que pagan las televisiones y además empiezan a ganar títulos por lo que los ingresos aumentan, el equipo se pone de moda y toda la plantilla acaba ganando más dinero. Además, las obras para ampliar el estadio y los negocios colindantes generan más beneficio no sólo al club, también en los alrededores debido a la mayor afluencia de espectadores a los partidos. En unos años dentro de la plantilla se ha impuesto la desigualdad salarial pero como el conjunto vive mejor, todos, o al menos la mayoría, están mejor que cuando había igualdad y esa riqueza favorece también al entorno.

De hecho, en general casi todos los países que han evolucionado del comunismo al capitalismo, desde Vietnam a Rumanía, son más productivos hoy y su población vive mejor aunque sean más desiguales. Una igualdad en la que la mayoría sean pobres no es un buen sistema, como tampoco lo es una sociedad tan desigual que desde la niñez no todos tengan oportunidades para progresar. Si por ejemplo mañana hay un crash bursátil global del 20%, la desigualdad –tal y como por ejemplo la mide Oxfam en su famoso informe- automáticamente se habrá reducido ya que los más ricos lo serán menos pero eso no habrá mejorado la vida del conjunto (es más, empeorará). Es cierto que lo ideal sería que los menos favorecidos mejoren mucho más que los más favorecidos y debemos insistir en el ideal de ofrecer oportunidades igualitarias a toda la población mundial para que el lugar de nacimiento y el estatus económico familiar cada vez marque menos el destino de una persona pero aunque cambiara la tendencia y mejoraran más los salarios que la rentabilidad en activos bursátiles, inmobiliarios o en el mercado de arte, lo cierto es que partiendo de un capital previo, hasta el mínimo porcentaje aumenta el capital mucho más que lo que pueda subir un sueldo medio. De hecho, está estudiado que históricamente la riqueza crece más que el PIB y las previsiones apuntan a que esa tendencia continuará debido al alto rendimiento del capital.

En la actual Europa la educación universal, el sistema de sanidad público y otros avances sociales han reducido mucho las diferencias entre un niño de familia pobre y uno de familia rica respecto a las de hace un siglo y ojalá se reduzcan más. Y aunque no sea muy correcto medir la desigualdad sólo mirando el porcentaje de riqueza del país que posee el 1% más rico, es evidente (también es curioso ver el efecto de la crisis bursátil de 2008-2012 en las mayores fortunas) que hace un siglo la situación era mucho peor

Sin embargo, si miramos el mundo como un todo, la sociedad humana aún no ha conseguido ni siquiera acabar con la malnutrición infantil de millones, esa es la mayor tragedia. Miremos por ejemplo la enorme brecha de mortalidad neonatal que se puede observar aquí:

Eso sí que es desigualdad. Por eso el foco debe centrarse en continuar progresando y eliminar la pobreza para que mejore la educación y la sanidad y eso a su vez haga que las siguientes generaciones lo tengan mejor desde el nacimiento. Siguiendo con el ejemplo futbolero, lo importante es que el equipo –la humanidad- gane y todos sus miembros se vean beneficiados, aunque algunos sean más ricos que otros.

Un poco de optimismo

Aunque siempre he defendido que el PIB no es un indicador lo bastante detallado como para medir el estado de una economía, es evidente que su tendencia nos aporta mucha información. Es por eso que me llamó mucho la atención este simple gráfico:

Fácilmente se pueden extraer dos conclusiones que creo coinciden con el sentimiento general: España ha mejorado mucho las últimas décadas y la crisis de 2008 fue terrible. Con todo, fue más larga la que une la Guerra Civil y la postguerra y más dura según el porcentaje de PIB perdido -hasta 1950 no se recuperó el PIB de 1935, e hicieron falta 2 años más (1952) para alcanzar el PIB per cápita- y sobre todo, aquello ocurrió sin los mecanismos de asistencia social actuales.

Visto con esa perspectiva temporal podemos caer en la tentación de llenarnos de complacencia pero lo cierto es que no hemos sido los únicos. Es cierto que Europa está en decadencia si tenemos en cuenta su pérdida de poder geopolítico y económico pero el ¿90%? de la Humanidad vive peor que los europeos. Y si tenemos en cuenta la situación de países como Alemania, Italia, Austria, Holanda etc. tras la 2ª Guerra Mundial su mejora también ha sido espectacular. Incluso la de Reino Unido a pesar de perder casi todas sus colonias (¿alguien se imagina lo poderosos que serían si la India aún les perteneciera?). Aún lo es más el extraordinario desarrollo de la derrotada Japón o de Corea del Sur tras su guerra civil en aún menos tiempo pero eso sólo indica que es posible mejorar y hasta mantenerse.

Por supuesto hay muchos riesgos, de hecho yo no soy precisamente optimista pero ¿Cuántas veces ha cundido el desánimo sobre el futuro y hasta ahora, incluso tras tragedias enormes como guerras destructivas, al final tras un tiempo el resultado ha sido mejor? Volvamos a España. En 1957 el país, tras casi dos décadas de economía autárquica, se estaba quedando sin reservas de oro y parecía destinado a incumplir pagos, en 1977 la inflación superaba el 20%, en 1994 el paro llegó al 24%, en 2008 se pensaba que el sistema financiero global iba a quebrar, en 2012 que el país necesitaba ser rescatado… y eso es sólo en lo económico, los que tenemos una edad hemos vivido atentados terroristas muy frecuentes, un golpe de estado, devaluaciones de la divisa… muchos momentos en los que parecía que no tenía sentido tener fe en el futuro. Pero al final, seguimos viviendo en uno de los mejores –y más ricos– países del mundo.
Habrá crisis y habrá catástrofes, y hasta es posible que algunos de nosotros las vivamos pero la Humanidad, con todos sus peros, está en un momento dulce: nunca hemos sido tantos y nunca hemos vivido tan bien. Quizás algunos en los países más desarrollados dejen de mejorar, incluso empeoren respecto a generaciones anteriores (aunque lo dudo ya que la tecnología sigue avanzando y haciéndonos la vida más fácil) pero en conjunto, la mejora es indudable.

Yo no soy optimista respecto al mundo en general porque me parece que basar la economía en el crecimiento y éste en un consumo cada vez mayor –y para mí en muchos casos incomprensible- que sólo es posible con deudas, no es algo sostenible. Pero he de reconocer que podía haber dicho eso mismo hace 40 años y no por eso no hemos dejado de mejorar. Y seamos sinceros: entonces se decía que España hoy sería un desierto y resulta que hay más árboles que entonces, que el mundo se quedaría sin alimentos y sin embargo, a pesar del crecimiento poblacional, hay más que suficiente (de hecho, es mayor problema la obesidad que la malnutrición) y encima la ciencia (¡siempre la ciencia!) ya está consiguiendo cosechas regadas con agua de mar, que el Mediterráneo sería un mar muerto y sin peces y sin embargo, gracias a las piscifactorías, seguimos comiendo pescado y el mar sigue ahí…

Es evidente que estar preocupados por el futuro es positivo, si no fuera por el miedo a que nos coma la basura, no habría empezado el reciclaje y si no fuera por el miedo al fin del petróleo quizás no se habría mejorado la eficiencia de los motores y no se habrían desarrollado energías renovables. Es bueno ser realistas pero ser pesimista, y yo soy el primero que tiendo a serlo, no conduce a nada. Tenemos fecha de caducidad, y no sólo por nuestro afán auto-destructor ya que un supervolcán, una pandemia, un meteorito o una simple gran llamarada solar pueden afectar muchísimo a nuestra civilización e incluso a nuestra propia existencia. Pero por otra parte, creo que somos una raza muy joven, el homo-sapiens apenas tiene unos pocos cientos miles de años mientras los cocodrilos existen desde hace más de 200 millones de años y han sobrevivido a extinciones masivas, ¿por qué no nosotros, que ya hemos demostrado nuestra alta capacidad de adaptación colonizando todo el planeta?

Unos apuntes sobre Puigdemont

Como presidente de la Generalitat es difícil valorar la figura de Carles Puigdemont en sus menos de dos años de ejercicio pero sí que podemos ver, a través de los sondeos, que su partido, el mayoritario en la coalición JxS que ganó las elecciones en septiembre de 2015, iba perdiendo apoyo popular al tiempo que él lideraba el gobierno. Por ejemplo, aquí podemos ver, en una muestra recogida al comienzo del verano de 2017, que ERC le sacaba 20 escaños al PDECat

Además, aunque por poca diferencia, Junqueras era un líder mejor valorado que Puigdemont. Con esto podemos extraer como conclusión que su labor como President fue más bien tibia y que en circunstancia normales no hubiera salido reelegido. Sin embargo, desde su cargo lideró al Parlament en su desafío al TC sacando adelante la Ley de Transitorietat y el referéndum del 1-O y esto despertó muchas simpatías entre los independentistas hasta el punto de ganarse apoyos de exvotantes de la CUP, teóricamente en sus antípodas ideológicas.

No obstante, si analizamos los hechos no está tan claro que su labor por la independencia sea tan meritoria. En primer lugar, fueron muchos los que sacaron adelante el 1-O y la principal razón fue que no esperaban ni la reacción de la justicia española ni la ausencia de apoyos internacionales. Era la época en la que se decía que no se irían las empresas, que la UE apoyaría y en la que Puigdemont posaba burlándose de los requerimientos del TC. A día de hoy, un Parlament con una mayoría independentista similar, no se atreve a investir a Sánchez ni a Puigdemont porque sabe que la Justicia actuaría. Es decir, que hubo un punto de inconsciencia más que de valentía en todos los que creyeron que iba a salirles gratis desafiar las leyes vigentes, algo que no se está repitiendo hoy.

Con todo, ya que era el líder y sacó adelante el 1-O, que además fue un éxito propagandístico -por culpa sobre todo de la torpeza del Ministerio del Interior- es justo darle una valoración política positiva desde el punto de vita independentista pero ¿qué hizo después? Declaró una independencia simbólica –al menos eso han declarado muchos de los implicados en ella- que anuló segundos después buscando forzar con ello al gobierno español a una negociación. Pero lo que recibió fue un ultimátum: O contestaba con un NO a si había declarado la independencia o se tramitaría el 155, y tenía dos oportunidades como se puede leer por ejemplo AQUÍ. Puigdemont podía contestar con un No y no hubiera mentido -y además hubiera dejado en muy mala posición a Rajoy porque dejaba la autonomía en manos de él a pesar de haber desobedecido al TC- pero prefirió no hacerlo activando con ello la convocatoria en el Senado para debatirlo. Es difícil no ver que él fue el que provocó el 155.

¿Y qué hizo cuando vio que el 155 era casi inevitable? Durante unas horas se nos vendió que iba a convocar elecciones pero no tenía mucho sentido que lo hiciera porque si hubiera querido evitar el 155 lo más fácil hubiera sido contestar con un No. En mi opinión él quería el 155 porque era la mejor forma de seguir vendiendo ante el mundo la “opresión” española. Y efectivamente, espero a que el 155 fuera ya inevitable para, esta vez sí, declarar la independencia.

¿Y qué hizo cuando declaró la independencia, tomó alguna decisión para implantarla, mandó a los mossos al aeropuerto del Prat a que montaran una segunda aduana aunque fuera simbólica, organizó unos Comités para la Defensa de la República? No, lo que hizo fue planificar su huida buscando internacionalizar el proceso pero también esquivando una más que probable entrada en prisión. En Bélgica pretendió que él y algunos de sus consellers eran un gobierno en el exilio pero lo cierto es que no tomaron ninguna decisión, todo el trabajo lo están haciendo desde Cataluña sin su dirección. El 155 se implantó con total normalidad, los altos cargos (incluida su protegida Elsa Artadi) aceptaron el cambio sin problemas y los mossos (a pesar de lo que dicen de ellos la ultraderecha española) se han comportado con profesionalidad manteniendo el orden con proporcionalidad. Mientras, Puigdemont iba ganando popularidad por el simple hecho de estar libre y desafiante. Eso le llevó a superar a ERC el 21D y a que la gente se manifieste por él como si él fuera un héroe. En 6 meses los cambios en intención de voto fueron comunes a todas las fuerzas:


Sin embargo a día de hoy Puigdemont pretende lo mismo que pretendía cuando declaró la DUI simbólica y luego la suspendió: buscar un diálogo con el gobierno español si es posible con alguna mediación internacional. Y eso no es la independencia porque incluso si lograra el ambicioso objetivo de conseguir una negociación entre él y Rajoy (o el que venga detrás de él) e incluso si de esas conversaciones sacara algo, no iba a ser la independencia. Y Puigdemont, que tonto no es y ha demostrado ser una persona bastante realista, sabe que ese objetivo a día de hoy es inalcanzable aunque sigue sin reconocérselo a los suyos, si bien muchos de ellos lo saben también. Por muchas razones (falta de más apoyo popular dentro de Cataluña, de medidas efectivas de presión que perjudiquen más al resto de España que a los propios catalanes, de ayuda de alguna potencia extranjera, de aquiescencia de la UE etc.) entre las que destacaría que no hay gobierno español que asuma el coste político de perder casi un 20% de lo que hoy es España y dejar tirados a 2 millones mínimo que viven en Cataluña y no quieren dejar de ser españoles.

En resumen, es cierto que Puigdemont tiene cualidades como político (aunque para mi eso no sea precisamente la panacea) pero no entiendo que los independentistas en general lo adoren. Como President no demostró nada y como líder independentista provocó, en el lado negativo, el 155 y, en el lado positivo, está consiguiendo internacionalizar el procés y conseguir ser un icono en el exterior aunque tampoco es que esté triunfando porque sigue sin haber ni un solo gobierno en el mundo que reconozca la independencia de Cataluña, objetivo que creo hoy es más lejano que antes del 1-O porque muchos se han quitado la venda de los ojos y han comprendido lo difícil y costoso que resulta siquiera intentar conseguirla, no digamos obtenerla. Creo que el movimiento independentista (que considero perfectamente legítimo aunque no le desee que tenga éxito) necesita dos cosas: nuevos líderes  y calmarse hasta que no aparezca una mejor oportunidad de volverlo a intentar (por ejemplo, cuando llegue la próxima crisis) y que Puigdemont esté libre por Europa o entre rejas en España no va a cambiar esto.

Causas de muerte y probabilidades

Your Chances of Dying

Hipotecas a tipo fijo o variable

Según Manuel J. Prieto durante la Edad Media los taberneros españoles que acudían a la zona de La Mancha para comprar vino lo probaban antes de comprarlo y los bodegueros, para colocar algunos de sus peores barriles, ofrecían antes al comprador un poco de queso manchego antes de beber, de tal forma que el fuerte sabor de éste hacía que el vino no fuera debidamente catado. El vino con mal sabor no era detectado por el comprador porque tenía el paladar corrompido por el queso. Así, se pagaba más por un caldo peor, y de ahí viene la expresión “dársela con queso”.

Creo que esto sigue siendo muy común y es una de las máximas de la publicidad: entretenernos con otra cosa para que compremos su producto sin que nos hagamos demasiadas preguntas acerca de él. El culmen de esto son anuncios en los que ni siquiera sale lo que nos quieren vender. Por desgracia eso ha sido muy común en el mundo financiero: regalo de ollas para que no nos preguntemos por las condiciones de la cuenta, hablarnos de cuotas para escondernos el coste final, esconder la letra pequeña, cambiar el nombre a la deuda perpetua por otra más comercial como “preferentes” etc. Y creo que podemos incluir en esta categoría a toda la campaña que desde hace casi 3 años están haciendo las entidades financiera a favor de las hipotecas a tipo fijo. Porque muestran un argumento real: que los tipos actuales son muy bajos y que históricamente han estado más altos pero esconden muchos otros.

En primer lugar quiero decir que el argumento tan manido de que si los bancos recomiendan tipos fijos es porque saben que los tipos van a estar muy bajos es falso. Los bancos, como todos los demás, desconocen el futuro, tienen tan poca idea de todo como los demás. Y la prueba de ello es que muchos quiebran o sus acciones se hunden en bolsa y no son capaces de preverlo a pesar de toda la información que disponen. Mucho menos van a saber la evolución de los tipos de interés durante 15, 20 o 30 años. Si les interesan las hipotecas a tipo fijo es porque son un buen negocio (atas a un cliente durante décadas prestándole un dinero a unos tipos superiores a los de otras inversiones similares como la renta fija y además con la garantía de una vivienda que ya ha corregido bastante su valoración) y más cuando hay sobrante de liquidez gracias a tu Banco Central; también es fácil cubrir el riesgo de tipo de interés que genera utilizando derivados con lo que la ganancia, salvo hundimiento inmobiliario enorme (superior al 20% si sólo se le ha concedido al hipotecado el 80% del valor de la tasación), está prácticamente asegurada.

Una vez conocido el punto de vista del banco, el del hipotecado no es tan fácil. Entiendo perfectamente al que prefiere un tipo fijo, conocer desde ya sus cuotas y no arriesgarse a posibles sustos como los de 2008 y no los critico por su elección, Pero al menos hasta ahora financieramente su operación no ha sido muy adecuada. Podemos afirmar que sí, que la situación excepcional de tipos tan bajos es fruto de la crisis y una vez acabada, subirán los tipos. Siempre ha sido así pero es que hace años que la Eurozona no está en crisis como se puede apreciar aquí:


Vale que lo mismo vuelve al positivo a finales de este mismo año pero ¿va a volver a estar por encima del 2%, y sobre todo, el tiempo suficiente como para que salga a cuenta no hipotecarse a tipo variable? Es difícil de creer. La Eurozona lleva ya años creciendo y bajando la tasa de paro, el IPC sigue estando contenido y los estados fuertemente endeudados (un factor clave, no olvidemos que las letras a un año en casi todos los miembros de la Eurozona permiten a los países emitir deuda y cobrar intereses). No hay presiones inflacionistas ni en Europa ni en el resto del mundo en una tendencia que, quizás debido a la globalización o a la mayor productividad de las nuevas tecnologías, es común y dura ya un tiempo. Y si hoy, con la Eurozona creciendo cerca del 3% que es un nivel históricamente atípico, el Euribor está en negativo, ¿Cuánto más deberá crecer para verlo por encima del 2%? Y siguiendo con el mismo argumento, ¿cómo estará cuando haya la próxima crisis, vuelva la recesión y la destrucción de empleo? Y es evidente que en el tiempo que dura una hipoteca (el periodo medio de las contratadas en diciembre de 2017, último dato publicado, fue de 23 años) al menos una va a haber…

Recuerdo el miedo que metieron en el cuerpo de los hipotecados con la insistente campaña de que el nuevo Euribor Plus iba a suponer tipos más altos. De hecho, recuerdo que fui el único articulista que en su día afirmé lo contrario “no parece que vayan a cambiar el Euribor en el corto plazo pero si lo hacen, beneficiará a los hipotecados españoles (e italianos) porque debería suponer una rebaja en el tipo de interés del 12 meses“. No me creo que fuera el único que lo sabía y por eso pienso que aquello fue parte de la campaña a favor de las hipotecas a tipo fijo de la banca con la complicidad de los medios de siempre. El resultado de ello lo podemos apreciar en este gráfico:

Y cada día puede que tengan más sentido, el futuro nadie lo sabe, y esta es sólo mi opinión. Y estoy de acuerdo en que para una decisión tan importante como una hipoteca hay que conocer caso por caso y comprobar las condiciones pero incluso ahora que ya llevamos un tiempo de tipos ultrabajos, que parece que los de la deuda ya han visto sus mínimos (de hecho hace tiempo que no paran de elevarse), que al IPC le puede afectar al alza la guerra de aranceles y que al Euribor sólo le queda subir… sigo pensando que se tardarán años en verlo por encima del 1% y dudo que lo veamos en el 2% antes de que ocurra otra crisis y entonces lo más probable es que perforemos los niveles actuales de nuevo.

Volkswagen y la democracia

Puede parecer un poco contradictorio poner juntas ambas palabras en un título ya que aunque Volswagen significa literalmente “auto del pueblo” (lo que suena muy democrático), fue Hitler el impulsor del nacimiento de la compañía pero ya me explicaré después. Veamos un poco su historia:

Hitler encargó a Ferdinand Porsche un coche (que resultaría ser el famoso escarabajo) que debía transportar a dos adultos y tres niños con una velocidad máxima de 100 km/h y con un coste máximo para el comprador de 990 Reichsmark (el equivalente al salario medio de la época de 8 meses). El primer prototipo se entregó en 1936 y un año después, el gobierno nazi creó la Gesellschaft zur Vorbereitung des Deutschen Volkswagens GmbH (Sociedad para la Planificación de los Autos del Pueblo Alemanes S.A.) que un año después trocó su nombre a Volkswagenwerk  (Compañía del Auto del Pueblo). Resumiendo mucho lo que sigue fue que la Guerra llevó a que Volkswagen olvidara su propósito original y se dedicara a vehículos militares y tras la derrota alemana los británicos gestionaron la fábrica porque quedó en su zona de ocupación y consiguieron ya en 1946 (y a pesar de tener que detener la producción cada vez que llovía ante la ausencia de ventanas) que salieran mil unidades. En 1948 la propiedad de Volkswagen pasó a manos del gobierno de Alemania federal y del gobierno regional de Baja Sajonia, que aún conserva parte de las acciones. Lo curioso es que antes de eso la empresa fue ofrecida a todas las grandes compañías de automóviles occidentales, incluyendo la Ford, y todas lo rechazaron aduciendo que un coche tan feo como el escarabajo no tendría posibilidades comerciales.

Ahora damos un enorme salto temporal hasta septiembre de 2015 en las que se hacen públicas unas violaciones medioambientales de Volkswagen en los EUA. En concreto se les acusó de “manipular el software en vehículos diésel Volkswagen y Audi con modelos entre los años 2009 y 2015 para ocultar las pruebas de emisiones de ciertos gases contaminantes. El programa cuestionado ocultaba las emisiones de gases reales durante las pruebas y más tarde, cuando los automóviles estaban en la carretera, podían llegar a expulsar hasta 40 veces más del nivel permitido de contaminación, violando las normas diseñadas para proteger la salud pública”. Pronto se hace público que el fraude era global, se amenaza a la compañía con multas y se sucede un reguero de dimisiones de ingenieros y directivos. Se desploma en bolsa, en octubre la agencia S&P reduce su ráting y anuncian su primera pérdida trimestral en 15 años. Salen noticias recordando que en 2004 ya habían tenido problemas con las emisiones, artículos comparando a Volkswagen con Enron y las posibilidades de quiebra de disparan. Una periodista me pregunta sobre el tema ycontesto, quitándole importancia, que “las firmas alemanas están muy protegidas por la solvencia de su Estado y por la liquidez que circula a raudales por Alemania donde los inversores pagan dinero por prestar a Berlín”. Pero hasta BCE excluye a Volkswagen de su programa de compra de bonos. ¿será el fin de la compañía? Hagamos otros dos saltos temporales:
  • Enero de 2017: Volkswagen  destrona a Toyota como el fabricante de coches con más ventas mundiales.
  • Enero 2018: Volkswagen publica que vendió en 2017 una cifra récord de 10,74 millones de vehículos.
Y qué mejor forma de visualizar todo esto que con un gráfico de la evolución de su cotización (aún muy lastrada por los 25,100 millones de € de costes por el “dieselgate” pero muy lejos de los mínimos de finales de 2015):

Y ahora es cuando entra el factor democrático. Porque los ciudadanos no sólo lo ejercemos cuando votamos o cuando nos manifestamos, también cuando consumimos. Nosotros hacemos triunfar algunos productos y fracasar a otros y eso se traduce en beneficios y pérdidas empresariales. Volkswagen se portó muy mal pero o bien tenemos poca memoria o bien nos gustó como reaccionó la compañía (dimisiones y  pago de multas) o bien nos dio igual ya que el asunto fue quedando en el olvido. Es evidente que los consumidores hemos decidido que esta marca, a pesar de sus engaños, merece nuestra confianza. De hecho, este año surgió un nuevo problema, que aunque no ha tenido demasiada repercusión en los medios es bastante desagradable. Resulta que el New York Times destapó que en un laboratorio de Volkswagen en 2014 realizaron el siguiente experimento para medir los efectos nocivos del diésel: diez monos fueron sentados en cámaras herméticas observando dibujos animados mientras inhalaban los vapores de un coche. No obstante, y quizás porque los hechos son ya antiguos y había otra dirección en la compañía diferente a la actual, no parece que haya causado ningún daño a la marca.

Uno puede lamentarse de que los consumidores seamos tan complacientes con los engaños de una multinacional, otro puede congratularse por los miles de empleados y accionistas… poco importa. Creo que el caso Volkswagen ha sido un ejemplo de buena reacción de las autoridades (descubriendo el asunto y castigando con multas) y de buena reacción de la compañía identificando a los culpables y cambiando a la cúpula directiva pero dudo mucho que los consumidores hayan premiado todo eso. Si siguen comprando cada vez más coches Volkswagen es, básicamente, porque les gustan sus productos. Es cierto que las grandes compañías pueden gastarse más en publicidad o que pueden fracasar con un producto (como Samsung con el móvil que explotaba) y aun así, seguir siendo líderes. La del consumo no es una democracia perfecta como no la es la de los partidos políticos (a los que podríamos aplicar las mismas objeciones sobre el tamaño) pero al final, la mayoría tiene la última palabra. Podemos estar o no de acuerdo –como tras las elecciones- pero si Interviú echó el cierre fue porque no tenía suficientes lectores y si Gran Hermano sigue emitiéndose es porque tiene mucha audiencia así como en su día UPyD o Unió fracasaron por falta de votos y otros no.

Hay empresas que fracasan por mala gestión (como pasó con la mayoría de las cajas de ahorros) y otras que tienen éxito porque ganan contratos con la Administración sobornando a políticos corruptos (como …. ) y por desgracia también aún existen monopolios -incluidos los disfrazados como las eléctricas en España-pero por fortuna en el mundo del automóvil hay marcas de sobra para poder ejercer nuestro derecho democrático de elección. Y es algo que ocurre en casi todo lo que se refiere a objetos de consumo. Hasta el más anticapitalista debe reconocer que en la variedad está el gusto y que nos encanta tener muchas opciones donde elegir. ¿Y por qué elegimos lo que elegimos? Pues o bien porque no tenemos más dinero para otra cosa o simplemente porque nos da la gana. No hay que darle demasiadas vueltas: hay personas que miran las etiquetas para comprobar el origen, otras que miran los componentes, otras que hacen boicot a determinadas marcas y/o establecimientos… cada persona es un mundo. Incluso hay quien es tan incoherente como aquel político que criticaba los pocos impuestos que paga Apple en España pero tenía un iPhone. Está en la libertad de cada uno, y aunque hay excepciones (por desgracia hemos vivido una recesión en la que muchas empresas han echado el cierre por culpa de la crisis financiera y el endurecimiento crediticio por ejemplo) en circunstancias normales es la mayoría la que determina qué compañías tienen éxito y cuáles no, qué productos aumentan sus ventas y cuáles no. Y eso también es democracia.

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