Montoro fue protagonista en las elecciones locales

Cristóbal Montoro (cuyos presupuestos aún siguen vigentes, con mínimos retoques, en nuestro país) ha sido una figura muy polémica al que han criticado mucho no sólo oponentes políticos, también miembros de su propio partido. Además, como en las primarias que eligieron a Casado, él apoyó a la derrotada Soraya, poco futuro le queda en el “nuevo” PP. Sin embargo, lo cierto es que asumió la cartera de Hacienda en dos momentos claves muy graves de nuestra historia reciente (cuando parecía que no podríamos entrar en el € y cuando parecía que nos iban a intervenir como a Grecia) y consiguió cambiar la tendencia negativa y transformarla en positiva, consiguiendo reducir el déficit público con un pragmatismo tal que entre sus medidas ha habido tanto subidas como bajadas de impuestos y una amnistía fiscal que, más allá del tema ético y económico, acabó promoviendo muchos pleitos judiciales por corrupción.


El caso es que, como digo, casi nadie habla bien de Montoro, ni los “suyos” pero su “Ley de Estabilidad” y su “Ley de Racionalización y Sostenibilidad de la Administración Local” (conocida popularmente como “Ley Montoro”) de 2013 han sido claves en el saneamiento de muchos municipios y muchos alcaldes –de todos los partidos- que, optando a la re-elección, han presumido de haber reducido deuda gracias a su gestión, le deben a él gran parte de ese mérito. Empecemos por la segunda no analizando toda la ley sino sólo los artículos que reducen el gasto municipal:



Literalmente “las Entidades Locales sólo podrán ejercer competencias distintas de las propias y de las atribuidas por delegación cuando no se ponga en riesgo la sostenibilidad financiera del conjunto de la Hacienda municipal, de acuerdo con los requerimientos de la legislación de estabilidad presupuestaria y sostenibilidad financiera y no se incurra en un supuesto de ejecución simultánea del mismo servicio público con otra Administración Pública”


Esto significa que la decisión del ente local no es ni suficiente ni habilitante, sino que está condicionada a la existencia de control previo por parte de otros niveles de Gobierno. Así, para aumentar el gasto se requieren dos informes de conformidad (necesarios, previos y vinculantes): tanto el de la Administración competente por razón de materia, en el que se señale la inexistencia de duplicidades como el de la Administración que tenga atribuida la tutela financiera sobre la sostenibilidad financiera de las nuevas competencias. En resumen, que se hace muy difícil gastar y que si se quiere hacerlo, debe haber informes favorables de otras administraciones. Esta complicación legal redujo en gran medida el gasto innecesario.


También se eliminaron las competencias en materia de salud y la defensa de usuarios y consumidores que pasan a ser en exclusiva de las comunidades autónomas reduciendo con ello otro gasto más. Y sobre todo se defiende la autonomía financiera municipal, incluso en detrimento de la autonómica si las Comunidades Autónomas delegan competencias o suscriben convenios de colaboración con las Entidades Locales que impliquen obligaciones financieras o compromisos de pago a cargo de las Comunidades Autónomas, será necesario que éstas incluyan una cláusula de garantía del cumplimiento de estos compromisos”.


Por otra parte, limita el gasto en empleados: la prestación de servicios en los Ayuntamientos en régimen de dedicación exclusiva por parte de sus miembros de corporación, tanto en el caso de Ayuntamientos, como Diputaciones, Cabildos y Confesos Insulares deberá ajustarse obligatoriamente a unos máximos en función de la población del municipio, isla o municipio con más población de la provincia.” Y lo mismo hace con los eventuales. Además, se refuerza la transparencia al obligar a “publicar semestralmente en su sede electrónica y en el Boletín Oficial de la Provincia, el número de los puestos de trabajo reservados a personal eventual, y a informar al Pleno con carácter trimestral.” Señala asimismo una serie exhaustiva de criterios que han de tenerse en cuenta para calcular el período medio de pago a proveedores (de hecho desde entonces el plazo de pagos no ha dejado de reducirse).



Pero sin duda, lo que más ha ayudado a la reducción de deuda municipal (que ha sido unánime los últimos años en todos los municipios, sea cual sea la ideología de su equipo de gobierno), es la Ley de Estabilidad aprobada en 2012. Quizás el mejor ejemplo es el de la ciudad más endeudada del país, Madrid, que ha rebajado deuda en un porcentaje similar con un gobierno del PP y otro afín a Podemos:




La clave es que los municipios se tienen que ajustar a la Regla de Gasto que impone el Ministerio de Hacienda, un sistema que impide que el gasto público aumente por encima del crecimiento del PIB a medio plazo y por tanto todo lo que lo supere debe destinarse a reducir deuda. De esta forma, muchos candidatos que prometían aumentar el gasto hace 4 años (incluso del propio PP) ahora están presumiendo de haber reducido deuda pero la realidad es que no tenían más remedio. Casi toda la reactivación económica y la subida de ingresos de los últimos años en los ayuntamientos ha acabado liquidando deudas y ya hay algunos municipios que, esta vez sí, podrán los próximos 4 años gastar con mucha más alegría gracias a que sus deudas se han liquidado o al menos se han reducido al mínimo… en gran parte gracias al “odiado” Montoro.


Y yo me pregunto, si esto ha funcionado tan bien con los municipios, ¿por qué no se ha aplicado, aplica o aplicará en un futuro cercano una regla similar a todas las administraciones públicas, incluidas empresas tipo Renfe o RTVE? Y es que una vez más la figura de Montoro vuelve a ser polémica porque bajo su mandato con Rajoy (de comienzos de 2012 hasta mediados de 2018) consiguió reducir la deuda municipal y reducir el déficit presupuestario de todas las administraciones pero con él la deuda pública se disparó y todo lo que consiguió fue que dejara de crecer –respecto al PIB- en sus últimos años después de haberla llevado a máximos.





El poder de la estadística

Este año, y aunque finalmente acabó plano el día post-electoral, lo cierto es que vendiendo al cierre del viernes anterior y recomprando durante la sesión del lunes, algo de dinero se hubiera obtenido. Y es que la pauta es muy clara:



Y es que aunque muchos duden de la eficacia de la estadística como instrumento para decidir inversiones lo cierto es que es muy útil y en muchas ocasiones resulta más adecuada que el análisis fundamental. Todos, yo el primero, tenemos la tentación de intentar racionalizar los movimientos de los mercados y encontrarles una lógica pero si leemos lo que la mayoría de analistas decían hace 5 meses sobre cómo la bolsa y el crudo iban a seguir bajando de precio debido a la desaceleración económica, la guerra comercial de Trump y el lío del Bréxit… y hoy vemos que todos esos problemas siguen ahí y sin embargo los mercados han tenido uno de los mejores primeros tercios del año de los últimos tiempos, ¿De qué sirve entonces encontrar motivos si incluso cuando esos motivos son reales el precio de los activos reacciona de forma diferente a lo que muchos consideran que sería lo lógico?

La estadística nos ayuda a aumentar las posibilidades cuando elegimos un activo en el que depositar nuestros ahorros y si a nuestro nivel nos podemos fijar en pautas sencillas como que el primer tercio del año suele ser el mejor (incluye los dos mejores meses: enero y abril, parece ser que por la entrada de flujos, uno por el comienzo del año, otro por ser la época de las devoluciones fiscales en los EUA) o que el primer día de mes suele ser alcista, los algoritmos con los que trabajan los programas de alta frecuencia -cada vez más numerosos- son aún más ambiciosos calculando en décimas de segundo muchas más variables estadísticas. Por ejemplo, un programa de alta frecuencia tiene en cuenta que cuando una compañía de capitalización X sube durante un tiempo determinado por encima de la media de cotización de otro plazo concreto, suele tener una desviación hacia un lado o hacia otro de su precio lo bastante llamativa como para apostar a ello… y aunque esto suene a muy enrevesado, resulta que funciona y no es más que un cálculo que suma muchas variables –incluso de análisis técnico- pero que al fin y al cabo están basadas en estadísticas.

Que algo suceda durante un largo periodo de tiempo 7 u 8 veces de cada 10 permite que las probabilidades de acertar (que siempre son algo menos del 50% porque hay que sumar las comisiones) aumenten a la hora de invertir, y creo que puede ser algo más fiable que leer lo que publican los analistas en la prensa salmón aunque tampoco son excluyentes sino que se pueden sumar en la opinión del inversor para tomar una decisión. Lo que nunca se debe hacer es despreciar la estadística por parecer sencilla ya que sería como minusvalorar los sondeos electorales (que sin ser perfectos, nos suelen aproximar bastante bien al resultado final) que hacen algo tan aparentemente acientífico como extrapolar un resultado de casi 37 millones de votantes con apenas 2 mil entrevistas. Pero es que además la estadística usada para elaborar probabilidades es la base de uno de los pilares del sistema financiero internacional: las compañías de seguros. Efectivamente, un seguro de enterramiento sólo puede ser rentable si funcionan sus previsiones de muertes basadas en estadísticas gracias a la cual saben que habrá más clientes que vivan más tiempo (y por tanto aporten más dinero) que los que mueran antes de pagar los gastos de su deceso. Lo mismo ocurre con los seguros de hogar, vida etc. y es algo vital para la supervivencia de las grandes aseguradoras que ven peligrar su solvencia cuando hay un número tan inusualmente alto de tragedias… que desafíe las estadísticas.

Precisamente la estadística me lleva a recomendar casi siempre vender a finales de mayo (cuando el año está resultando ser bastante positivo), no sólo por rentabilidad, también por tranquilidad ya que los veranos suelen ser más volátiles, y aprovechar para recomprar a finales de septiembre (que es el peor mes de media) y aunque el último año esto último no resultó porque fue un último trimestre inusualmente bajista, lo cierto es que es muy raro que esa anomalía se repita dos años seguidos. De momento todo se está desarrollando en 2019 conforme a la media estadística y las fuertes subidas de estos primeros meses auguran que llegará un recorte antes de seguir subiendo por lo que tiene sentido reducir posiciones antes del verano y retomarlas al comienzo del otoño, y a eso hay que sumar que lo que más ha aportado fuerza alcista este año han sido las decisiones de la FED y de BCE (de no subir tipos y seguir aportando liquidez) y no hay nada más en el horizonte que parezca positivo (la desaceleración se ha confirmado, hay crisis en varios países emergentes, la subida del crudo lastrará el crecimiento, las guerras comerciales continúan, el Bréxit sigue siendo un lío etc.). 


En cualquier caso, una cosa es utilizar herramientas para intentar ganar dinero en los mercados y otra no tener la humildad de reconocer que nadie conoce el futuro.

La popularidad de los bancos centrales

Pocas voces quedan que no reconozcan el decisivo papel que han jugado los bancos centrales en la salida de la última crisis. Los efectos de sus políticas heterodoxas están por ver ya que al convertir en habituales medidas excepcionales han creado un precedente único que nadie sabe en qué derivará pero de momento el balance se ve tan positivo que por ejemplo la figura de Draghi, un banquero al fin y al cabo, es más popular que la de muchos políticos electos. Tiene cierto sentido que sea un personaje popular si como parece las medidas de BCE han evitado mayores recortes y han salvado a determinados países –como España e Italia- de la suspensión de pagos con medidas que nadie aparenta notar, al menos en el corto plazo, que afecten a su bolsillo.

Aunque BCE sea el banco de todos los europeos sus movimientos de balance, como los del BOJ o la FED, son aparentemente inocuos pata el gran público. Nada que ver con, por ejemplo, el saneamiento de las cajas de ahorro que nos han hurtado a los contribuyentes unos 40 mil millones de €. Lo de los bancos centrales nos parece ajeno. Si además abarata las enormes deudas de nuestras administraciones reduciendo el pago de intereses, si además inyecta liquidez al sector financiero para que nos pueda caer algún crédito, si además mantiene bajo el Euribor en un país con mayoría de hipotecados a tipo variable… difícil no ver al BCE como un héroe y sentir cierta inquietud por la marcha de Draghi este otoño.


Por un lado hay que resaltar que si bien los tipos bajos ayudan a los que tienen deudas a pagarlas, también fastidian, y mucho, a los que tienen ahorros que no son pocos. Hay unos 800 mil millones de € en depósitos y cuentas a la vista en España a lo que sumar los que tienen productos asociados a la renta fija. Prácticamente todos están perdiendo poder adquisitivo porque reciben menos intereses por su dinero que lo que sube el IPC. A eso hay que sumar que esta política de tipos reales negativos ha empujado a muchos a inversiones más arriesgadas (abaratamiento de los considerados bonos basura, posible burbuja en algunos mercados de valores…) y está ayudando a encarecer el precio de la vivienda en España con el coste social que eso supone. A nivel estados, si bien es un lujo para ellos el pagar tan pocos intereses (y hasta cobrar por emitir deuda), el que BCE no haya conseguido aumentar la inflación a pesar de tanta medida extrema, está haciendo muy difícil la tarea de reducir la deuda aunque siendo el bajo IPC una constante en todos los países desarrollados, ¡bastante que los bancos centrales hayan conseguido evitar la deflación, alentada por el abaratamiento del precio de muchas materias primas!.

Otro efecto de la política ultraexpansiva de los bancos centrales se ha visto en la banca. Recurro a un artículo que ya publiqué para recordarlo:

¿Cómo es posible que un negocio tan controlado y mimado por nuestras autoridades pueda generar tantas dudas, cómo es posible que un negocio aparentemente tan lucrativo  como tomar dinero barato y prestarlo caro no sea suficiente para asegurar la viabilidad de la banca?
Bueno, antes de nada hay que hacer un simple cálculo teórico que creo ayudará a entender algunas cosas. Si yo presto 100 mil € a 10 personas y uno de ellos no me devuelve el dinero, ¿a qué tipo de interés debo prestar los otros 900 mil para no perder dinero? Pues si quiero obtener un mínimo de 100 mil € en intereses que es lo que he perdido, deberé prestar al 11.11%. Por supuesto esto es un ejemplo simplista para ver que no es tan fácil ganar dinero prestándolo pero no es del todo así, aunque un crédito entre en mora y haya que provisionarlo por el 100%, se suele recuperar una gran parte, especialmente si hay avales o avalistas, además he hecho el cálculo para un año pero el tiempo que los tomadores pagan intereses suele ser mucho más largo. No obstante, demuestra una gran verdad: a más alta morosidad, menos baratos serán los tipos de los préstamos y si además la expectativa es que esa morosidad aumente o se mantenga (por eso las expectativas son tan importantes), peor aún por mucho que los tipos oficiales estén bajos. Y esto vale para bancos privados y para bancos públicos, ambos deben vigilar a quién prestan: unos porque responden ante sus accionistas y otros porque responden ante todos los ciudadanos que costearán las pérdidas si suceden.
Es por eso que en un mundo sin apenas crecimiento los bancos no saben qué hacer con la liquidez: por un lado invertir es arriesgado y prestar para que otros inviertan, también. No hablamos sólo de créditos a personas, sobre todo de créditos a empresas. Unas quitas como las que han tenido que asumir varias entidades financieras en Pescanova o en Abengoa, por poner dos ejemplos famosos entre las muchas empresas que han tenido problemas los últimos años, obligan a encarecer los préstamos a otros acreedores. 

Y es que cuando un banco tiene problemas de liquidez, BCE, el Tesoro (como hizo el español desde finales de2008  con las cajas de ahorros o el norteamericano comprando acciones de Citibank) o incluso un estado (como pasó con el FROB en España o en Holanda con ING en lo peor de la crisis) puede ayudar, pero cuando tiene problemas de solvencia (como le pasó al Popular que tenía una morosidad del 20% a pesar de la recuperación económica) poco se puede hacer. Primero porque la liquidez se da a cambio de activos y si la mora es excesiva no hay activos suficientes para conseguir provisionar los créditos impagados y segundo porque, me vuelvo a autocitar, “si yo tengo una tienda que no vende, por más dinero que me presten al 0% con la garantía de mi stock, seguiré sin obtener beneficios”.


El riesgo de las políticas de los bancos centrales, además de reducir la rentabilidad de los ahorros, convertir a los bancos en dependientes de una financiación que se creó para ser puntual y a muchos estados en irresponsables porque aprovechan los bajos intereses para no reducir deuda… es que no parece que haya forma de terminar con ella. El BOJ lo compra todo en Japón (hasta acciones) y ni se molesta en marcar una fecha de finalización de su programa, la FED que parecía iba a subir más los tipos y reducir balance, en cuanto vio que la bolsa bajaba echó el freno… y BCE va a recibir tantas presiones políticas que dudo no siga manteniendo una política similar el próximo año también. Con ello están convirtiendo medias excepcionales en habituales, amagando con más tipos ultrabajos y más inyecciones de liquidez a la que la economía empieza a flaquear creyendo que así evitarán la recesión. Sin embargo, acabamos de ver cómo Italia ha entrado en ella a pesar de que BCE le compra la deuda y el estado italiano ya ha auxiliado a varios bancos, demostrando que la política monetaría puede ayudar pero no es suficiente. Y si a pesar de ella llega una crisis, ¿cómo la combatiremos? Por eso la popularidad que hoy tienen los bancos centrales puede ser engañosa el día que, estando como estamos acostumbrados a que nos salven, no puedan hacerlo. Y perder la confianza en ellos sí que puede derivar en una crisis sistémica.

Bimbo y Panrico, el origen del donut español

  (esta historia no está incluida en mi último libro  La prehistoria, y algo de la historia, de 66 empresas: Nacionales y extranjeras, todas...