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Facebook es una empresa que gana mucho dinero siendo apenas una web. Muy bien hecha, que ya se embolsa el 20% de todo el negocio publicitario on-line gracias a su enorme cifra de usuarios… pero no deja de ser una web. Sin ser una idea original la de crear un espacio de contacto entre diferentes personas, es evidente que la creación de Mark Zuckerberg, sea por su diseño o por su fiabilidad, ha conseguido un enorme éxito. Como usuario nunca me ha interesado demasiado y si tengo una página es porque como hace 15 años vivo en una ciudad diferente a la de toda mi familia y algunos amigos, me es útil para seguir el contacto. Pero aparte de echar un vistazo un par de veces a la semana y de la utilización esporádica del servicio de mensajería, mi uso viene a que todo lo que publico en twitter (que esa sí es mi red preferida) aparece automáticamente en mi perfil de Facebook. Como inversión, me he equivocado mucho con Facebook (siempre me ha parecido que se pasaría de moda y/o que la desbancaría otra web mejor hecha) porque nunca le he visto el potencial que otros sí supieron ver y con el que algunos han ganado mucho dinero… al menos hasta hace poco.

Pero, y quizás por eso subestimé a Facebook como inversión bursátil, además del servicio aparente que ofrece esta web, hay un negocio que es el de la información, el llamado big data. Resulta que cuando pides en Facebook una copia de todo lo que saben de ti (y es fácil y gratis hacerlo, AQUÍ te da la opción) y te llega el mail con el link donde descargarlo, hay una enorme cantidad de megas con todo tipo de datos (aunque lo que más “pesa” son las imágenes y los vídeos) y que van desde la agenda de tu propio móvil hasta las diferentes IPs que has usado en los últimos años, desde todos los mensajes con tus amigos hasta las aplicaciones que tiene tu móvil instaladas… Con esto quiero decir que lo que sabe de nosotros excede incluso la información que nosotros hemos aportado. ¿Significa eso que FB está ganando dinero con todo lo que sabe de nosotros? Por supuesto que sí. Y no es nuevo, y además hace tiempo que se sabe cómo lo hace.

Tanta información permite, teóricamente, una publicidad mejor dirigida y por tanto más efectiva. ¿Puede que esa propaganda bien manipulada nos haga cambiar el voto? Eso es más difícil. Como dijeron los geniales Les Luthiers “Toda cuestión tiene dos puntos de vista: el equivocado y el nuestro” y como todos tenemos criterio (sea fundamentado o tomado prestado) una vez que hemos tomado partido nos es muy difícil cambiar de opinión. Hay quien cree que los anuncios del FB pueden decidir unas elecciones pero yo no creo que llegaran a ello sin ser proclives a esa opción que finalmente eligieron. Porque incluso cuando dudamos nunca estamos al 50%, siempre hay un lado que nos tira más, aunque sea inconscientemente. De hecho, Cambrigde Analytica, que presume de tanta influencia, trabajó con Ted Cruz, candidato republicano a la presidencia que perdió contra Trump, demostrando que su “valía” no es tan grande.

Hace poco leí esta anécdota histórica: Cuatro días antes de la elección de 1924 en el Reino Unido, el Daily Mail publicó una carta, presuntamente escrita por el presidente de la Internacional Comunista, Grigori Zinoviev, que llamaba a los comunistas británicos a movilizar “fuerzas simpatizantes” en el Partido Laborista para apoyar un pacto anglo-soviético y alentar la “agitación y propaganda” en las fuerzas armadas. Más tarde se descubrió que era falsa (un fraude creado por rusos blancos anti-bolcheviques o tal vez por el servicio secreto británico) pero para entonces ya había causado –teóricamente- la derrota del primer gobierno laborista del Reino Unido. Como vemos, lo de las “fake news” no es nuevo pero me puse a pensar qué clase de labor hizo ese gobierno que una simple carta escrita por un extranjero les llevó a la derrota electoral y me puse a a buscar en la historia del Reino Unido y resulta que ese primer gobierno laborista era un gobierno muy débil –el partido más votado era el conservador- que apenas duró 9 meses y que fue sostenido por una coalición con los liberales. Es más, en las elecciones que cita la anécdota el descalabro mayor lo sufrieron los liberales que perdieron 118 de sus 158 escaños y no los laboristas que sólo perdieron 40. Vamos, que la propia anécdota contra las “fake news” era de algún modo una “fake new”

Con esto quiero decir que puede que los anuncios o las noticias manipuladas (sea con mala intención o por descuido al confrontar las fuentes) resten o sumen votos pero al final, si un gobernante lo hace bien, no va a ser suficiente con eso para hundirle y si lo hace mal, basta con poco. Lo que ocurre es que en el país de los ciegos el tuerto es el rey y si la clase política tiene una muy mala imagen ganada a pulso con sus obras, es más fácil que nos creamos algo malo inventado sobre ellos porque no nos sorprenderá y lo encontraremos verídico. En resumen, que si Trump ganó fue en parte gracias a él, en parte por culpa de su rival y en parte por el sistema electoral norteamericano. Magnificar la importancia que tuvo Facebook me parece un error. Conozco muchos productos muy bien publicitados (desde películas a coches) que luego han fracasado y otros con apenas publicidad han resultado un éxito. Porque la propaganda influye pero al final lo que más cuenta es el producto… O al menos eso espero.

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