A vueltas con el alza del S.M.I.


Estas semanas ha habido mucha polémica por la subida del SMI, tema del que ya hemos hablado en otras ocasiones. Creo que el momento del ciclo lleva a que los sueldos suban y la mejor manera que tiene un gobierno de impulsarlo es con el SMI ya que subir más el sueldo a los funcionarios no tendría sentido con nuestro alto nivel de deuda y el excesivo número de empleados públicos que soporta una economía con tan baja productividad como la nuestra. El problema de la subida del SMI es su brusquedad porque parece no tener en cuenta que los asalariados que más cobran ese sueldo suelen ser empleados de pymes y micropymes ya que en España son las empresas más numerosas. Por otra parte, al ser un salario mínimo igualitario para toda España, perjudica más a los negocios situados en las zonas más pobres del país que son las que tienen menor margen, convirtiendo una medida social en impulsora de la desigualdad y contraria a la política de intentar repoblar la España vaciada.

El coste mínimo por trabajador ha pasado de 1139.73 en 2018 a 1471.31 en 2020, es decir, un 29.09% más, o lo que es lo mismo 4642.12 euros más al año. Teniendo en cuenta que el trabajador sólo es productivo durante 11 meses al año, es muy complicado para un pequeño negocio asumir ese coste ya que los márgenes son muy estrechos. Es decir, que aparte del tema ya comentado en otras ocasiones de que propiciará los salarios en negro (algo que ya ha pasado por ejemplo con las empleadas de hogar) o que desincentivará la contratación de jóvenes inexpertos (no es fácil arriesgarse a contratar a alguien sin experiencia que pueda rentabilizar ese sueldo), tiene un componente social dañino en tanto perjudica aún más al pequeño negocio mientras se favorece el grande. Un monstruo como Tesla puede pasarse 9 años sin dar beneficios, la mercería de la esquina desde luego que no.

Por desgracia, igual que los hay que establecen paralelismos muy arriesgados como achacar los malos datos de paro de enero a esta subida, también hay políticos -y muchos opinadores- que no conocen lo duro que es ser autónomo y montar un pequeño negocio, contratar a empleados… y no perder dinero en el intento. Una subida de casi el 30% de los costes laborales en dos años es muy difícil que pueda ser compensada por los márgenes, algo que las grandes empresas sí que pueden costear. Decir que un empresario que no pueda asumir esa subida de los costes laborales debería cerrar es algo propio de la ignorancia, la incoherencia y de padecer delirios elitistas. Lo curioso es que algunos de los que van diciendo a autónomos y pequeños empresarios cómo deben gestionar sus negocios y que deben cerrar si no pueden reducir sus márgenes, luego defienden a empresas no viables que sólo sobreviven gracias a las subvenciones como productoras de cine o recomiendan que el estado inyecte dinero –millones de nuestros impuestos- en empresas quebradas para “proteger a los empleados” como hizo el actual ministro de Industria con Abengoa.

Muchos negocios pasan malas rachas, se pasan tiempo sin beneficios pero aguantan esperando tiempos mejores. A quien no conozca esa realidad, puede ver en TV episodios de “Pesadilla en la cocina” (la versión de cualquier país) donde se puede apreciar cómo hay dueños que no cobran o tienen cada vez más deudas pero siguen pagando a sus empleados. Si cada vez que una empresa no tiene beneficios debiera cerrar, la tasa de paro española sería fácilmente del doble. La cuestión es que nadie sabe a ciencia cierta si una subida tan fuerte del SMI es positiva o no para la economía española (sobre el futuro sólo podemos opinar) pero yo creo que no, que redujo el ritmo de crecimiento de cotizantes a la Seguridad Social el año pasado y que será peor en 2020 dado el menor crecimiento del PIB y la mayor cuantía de costes laborales. Además, el efecto social que pueda provocar en los 2 millones de personas que tendrán más salario puede verse empañado si hay menos cotizantes y si se perjudica a los negocios más pequeños empeorando aún más su competitividad respecto a los grandes. 

En resumen: No estoy en contra del ascenso pero debería haber sido mucho más gradual y, de paso, el estado debería plantearse si reducir, al menos en este tipo de salarios bajos, la enorme diferencia entre el bruto y el neto que recibe el empleado y no dejar toda la carga de ella al empleador.

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