El problema de los temporeros agrarios

Hace un mes leí la siguiente noticia: "Desde Huelva hasta Hamburgo, desde Newcastle hasta Nápoles, los agricultores de Europa luchan por encontrar jornaleros que recojan frutas y verduras de maduración rápida, que con frecuencia deben seleccionarse a mano, generalmente dentro de una ventana de unos pocos días". Y es que el cierre de las fronteras ha tenido una consecuencia inesperada: a pesar de disparar el desempleo en todos los países ha demostrado la necesidad de la emigración debido a que ciertos trabajos no los queremos hacer los de aquí. Lo mismo ha ocurrido en los Estados Unidos que han tenido que permitir la entrada de mejicanos con visa para poder recoger las cosechas mientras en Reino Unido necesitan 90 mil jornaleros para mantener su cadena de suministros e ideó cómo en traerlos en avión desde Europa del Este.

Cada año surge la polémica porque llega, por ejemplo, la temporada de la fresa y no hay suficientes trabajadores nacionales para cubrir los puestos de trabajo ni siquiera en provincias con récord de tasa de paro, y entonces hay que recurrir a los emigrantes. Como en casi todo lo que pasa en este país, casi todo el mundo opina y casi todo el mundo no encuentra puntos intermedios: o es culpa de los “bajos salarios” o es culpa de que la gente no quiere trabajar cuando lo más lógico es pensar que sea una combinación de los dos. Lo cierto es que sindicatos y patronal ya pactaron un sueldo agrario medio de 45€ al día por jornadas de 6 horas y media, así que entiendo que se podría mejorar pero que no es ningún abuso. Sin embargo, las ayudas a fondo perdido que se dan a los trabajadores en el campo desincentivan que éstos quieran trabajar por ese sueldo. ¿Por qué? Porque para cobrar los 426€ al mes del PER durante seis meses hay que hacer tan sólo 20 peonadas al año, mientras que para ingresar lo mismo sin subsidio hay que trabajar 9,5 jornadas al mes (114 al año). Entre trabajar 20 o hacerlo 114 para ganar lo mismo…

Me diréis que con 426€ al mes durante seis meses no se puede vivir y estoy de acuerdo, y precisamente por ello todos sabemos que tendrán otras ocupaciones en B seguro porque trabajar –bastante duro, además- en A por el limitado tiempo de la recogida de la fresa y dejar de cobrar 426€ por no hacer nada y tener tiempo –más allá de ese mes al año que realmente laboran de agricultores, y que pueden elegir para un desempeño menos duro que el de la fresa- para otras ocupaciones, no es muy atractivo. Es un sistema perverso ya que claramente desincentiva el trabajo, hincha artificialmente las tasas de paro en algunas provincias y no sólo no se mejora, encima se empeora por el nuevo gobierno reduciendo el número de peonadas e incentivando con ello el trabajar menos. Eso sin hablar del mercado negro entre agricultores, jornaleros y familiares en el que se implican también propietarios (que certifican peonadas fantasmas) y ayuntamientos que sellan lo que sea para asegurarse el voto del jornalero y su familia.

Pero los problemas del campo no sólo vienen de los incentivos perversos de los políticos nacionales, también de los de la Política Agraria Común europea hacia los empleadores que, para cobrar las ayudas tampoco andan mancos de picaresca. La más común es la creación de empresas fantasma como intermediarias para acudir a convocatorias de presentación de ofertas o para inflar las facturas con prestaciones ficticias de servicios, y así recibir los fondos: otras formas –que se han hecho también en otros países de la UE- consisten en hinchar el número de cabezas de ganado e incluso pedir ayudas para tierras que no están escrituradas y por tanto no son del que recibe finalmente las subvenciones (más AQUÍ ). En resumen, los políticos, más allá del actual cierre de fronteras, son los principales responsables de que empiece la temporada de la fresa y no se encuentren trabajadores españoles en zonas con una altísima tasa de paro. Los emigrantes no tienen la culpa de nada: quieren trabajar y van donde les ofrecen un trabajo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Bimbo y Panrico, el origen del donut español

  (esta historia no está incluida en mi último libro  La prehistoria, y algo de la historia, de 66 empresas: Nacionales y extranjeras, todas...