Sin embargo, allí donde el banco central no tiene una moneda que ofrezca confianza –es decir, la mayoría de emergentes- incluso con unos niveles de deuda pública muy inferiores, sí que ha aparecido la inflación y un alto coste en intereses a pagar por los estados para evitar caer en la bancarrota. Tener deuda externa en una moneda que no es la tuya cuando la tuya se devalúa una y otra vez, es muy peligroso, incluso para Venezuela que tiene enormes ingresos en dólares. La crisis de los países emergentes, que se está contagiando gravemente a economías de tamaño respetable como Turquía, Indonesia o Argentina
(Un inciso: estamos viendo en directo cómo ante las dificultades argentinas nadie en el mundo es capaz de ayudarles excepto el FMI pero todos sabemos que a cambio de esos fondos perderán gran parte de su independencia económica y el FMI dictará sus propias políticas. Y aun así, recurren a él porque no hay nadie más. Dentro de unos años, cuando el FMI reclame los fondos seguro hay muchas voces diciendo que explotan a Argentina y criticándolos… la solución contra eso es sencilla: no pedirles dinero. El FMI es un prestador de último recurso, son los países los que acuden a él y saben lo que significa acudir a él. Nadie está siendo engañado aquí, a mi no me gusta el FMI pero es como si a una persona le dicen que No todos los bancos cuando pide un crédito de emergencia para poder pagar la hipoteca y no perder su casa y de repente sale uno y le dice: “yo te lo doy, pero a cambio yo te hago un presupuesto de tus ingresos y gastos que debes cumplir” ¿Es culpa del FMI o del que ha llegado a una situación tan lamentable que ha perdido toda su solvencia ante otros prestadores y sobre todo, es tanto lo que pide el FMI a cambio de asumir ese gran riesgo, acaso es mejor que preste el dinero China a cambio de las materias primas o las infraestructuras como hemos comentado aquí alguna vez?)
y está afectando a otras tan importantes como Sudáfrica, Brasil y la India… es quizás el aspecto más negativo de este año si bien hay bastante confianza en que no se traduzca en una crisis global. No obstante, es fácil establecer paralelismos: ¿qué han hecho estos países que no haya hecho por ejemplo Japón, muchísimo más endeudado y que disfruta de tipos de interés bajísimos y un amplio estado del bienestar gracias a un Banco central que lo compra todo (¡su balance ya es mayor que el propio PIB del país!) con la promesa de un dinero que en realidad no existe? Sí, Japón es un país mucho más confiable que cualquiera de los emergentes pero ¿lo suficiente como para que nos creamos que todos los yenes que hay en circulación representan una riqueza real cuando todo el país se sostiene con dinero que se trae del futuro vía deuda gracias, básicamente, a un solo comprador: el Bank of Japan?
Por eso la política –y la geopolítica- es tan importante en economía, estamos en un mundo dominado por las políticas monetarias que, por más que se afirme la independencia de los bancos centrales, al final están al servicio de la política de gasto público del político de turno y que a su vez funcionan únicamente por el prestigio y la confianza que esos países muestran ante el mundo. El propio Estados Unidos, ¿qué sería de él con unas cuentas públicas tan lamentables si no fuera por la confianza en el dólar y la FED? ¿Y qué decir de Italia? Me sorprende que haya tanta eurofobia allí cuando por sus números sin el paraguas del BCE y el Euro tendría tantos problemas o más que Turquía. Por eso el Euro, con todas las críticas que se le puedan hacer, está siendo un salvavidas y el BCE están evitando que sus miembros con peores cifras, incluido España, sufran una suerte similar a la turca. Draghi acabó en el verano de 2012 con la desconfianza hacia los miembros de la Eurozona porque luchar contra el BCE (que es también el banco central de Alemania) era una batalla perdida.
No soy un gran defensor del Euro porque su balance ha sido positivo pero su bonancible influencia está muy limitada sin una mayor unión política y cohesión económica y fiscal entre sus miembros pero la “solución” dada a la actual crisis y los altos niveles de endeudamiento público, hacen inevitable para sus miembros más débiles el defenderlo. Sin la confianza que da el BCE y el Euro como divisa, acabaríamos con los mismos problemas de inflación, pérdida de valor de nuestras neopesestas, neoliras, neoescudos etc. y dificultades para abonar los intereses de nuestros bonos emitidos en Euros… y la única solución que nos quedaría sería el FMI. Y si nos quejamos de las condiciones que los propios socios de la Eurozona le pusieron a Grecia para prestarle fondos, no quiero ni pensar en las exigencias que pondrían éstos.
Por eso creo que la crisis actual de los países emergentes debería hacernos reflexionar sobre las políticas que estamos aplicando en los países desarrollados ya que tanta deuda pública nos lleva a una dependencia enorme de una política monetaria que no es la panacea ya que sólo funciona por una confianza que como ha venido puede irse ya que en muchos casos no está basada en el potencial de un país concreto sino en una divisa y un banco central que nos son, en el caso de España, en gran medida ajenos.
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