La caída bursátil del año 2018 provocará que, según los cálculos del “estudio” de Oxfam, la desigualdad haya bajado en el mundo el año pasado ya que las más grandes fortunas han visto reducido su patrimonio mientras los pobres se habrán quedado igual. El hecho de que esa bajada no provoque ningún beneficio para los más desfavorecidos de este mundo demuestra lo erróneo de su cálculo, tantas veces criticado por esto y por otras conclusiones que se extraen de él como que cualquier hipotecado español está entre los más ricos del mundo, y también del desenfoque de los que priorizan la lucha contra la desigualdad en lugar de hacerlo por el problema más grave: la pobreza. Como si hiciéramos más hincapié en las diferencias entre el más rico y el más pobre de Corea del Sur en lugar de en eliminar la miseria de la igualitaria Corea del Norte o en la desigualdad en Venezuela (por cierto, el más desigual de toda
Latinoamérica) en lugar de en la crisis humanitaria que padece. Pero dará igual, cuando salga el próximo informe de Oxfam ocupará titulares y horas de televisión y destacarán lo más amarillista aunque no sea correcto. Y lo peor es que como el titular sensacionalista ya viene prefabricado desde la agencia de noticias, se contagiarán incluso los blogs independientes como este.
Sin ir más lejos, hace unos días la sección de noticias del blog donde escribo, como publica directamente de Europa Press, tituló
Las grandes empresas pagan un tipo del 7,88% en Sociedades, frente al 18,78% que abonan las pequeñas ignorando el hecho fundamental de que ese “cálculo” se hace comparando ingresos globales con impuestos pagados en España. No es la primera vez que se explica esto: las multinacionales pagan impuestos allí donde generan sus ingresos y por lo tanto para hacer la comparación correcta hay que tener en cuenta los impuestos pagados aquí con los ingresos generados aquí. De hecho, haciendo el cálculo correcto los tipos suelen ser mayores que el de las pequeñas, para muestra el sector financiero que es el que más paga por sociedades como se puede leer
AQUÍ. Es una de las cosas que me hubiera gustado que me trajeran los Reyes: menos titulares fáciles y más explicaciones para dejar de engañar a la gente y promocionar que crezca la indignación basada en datos falsos.
Hay muchos más ejemplos, algunos realmente indignantes como hacernos creer a todos los hombres que somos culpables porque algunos de nosotros agredan a mujeres. ¡Como si el que come pescado tuviera que sentirse culpable de los pescadores gallegos que murieron faenando hace algunas semanas! Y luego vamos a los datos y sí, un número que debería ser cero desgraciadamente no lo es pero la cifra de mujeres asesinadas por sus parejas en nuestro país es de 0,20 por cada 100.000 habitantes cuando es de 0,33 en la admirada Suiza, de 0,43 en la moderna Finlandia o de 0,61 (el triple) en la ejemplar Islandia. De hecho, somos el país con menor violencia de género en Europa (y el tercero con menos asesinatos por cada 100.000 habitantes y el segundo de menor tasa de suicidios…)
Claro que España y los españoles somos muy mejorables pero parece un deporte echarnos mierda sobre nosotros mismos cuando los datos son los que son. Medios internacionales nos colocan como una de las “20 democracias plenas” del mundo, somos líderes mundiales en donación y trasplantes de órganos (y llevamos 27 años consecutivos siéndolo), en fecundación asistida, en sistemas de detección precoz del cáncer, en protección sanitaria universal gratuita, en playas con bandera azul, en alta velocidad ferroviaria… Eso sin citar la fortaleza que nos brinda utilizar uno de los idiomas más usados en el mundo y la riqueza de patrimonio (artístico, cultural, gastronómico…) de nuestro país. ¿Por qué si no nos visitan tantos millones de extranjeros (por cierto, contra lo pronosticado hemos marcado un nuevo récord de turistas foráneos –y de gasto procedente de ellos- también en 2018) cada año y muchos además repiten? Y podemos decir más, por ejemplo: Esta es la esperanza de vida que se calcula tendrán los países más longevos en 2040
En mi niñez el miedo era a una guerra nuclear que nunca ocurrió, se supone que ya debería haber vivido el fin del petróleo y tampoco y sí, hay muchas cosas que están mal pero el mundo sigue avanzando y ya cansan un poco las quejas sin sentido y los miedos que alguien parece querernos meter en el cuerpo. El año pasado me cansé de leer artículos advirtiendo de los robots que nos van a robar el trabajo ¿y la realidad cual fue? Que a pesar de ser más humanos que nunca en el planeta, y más mujeres que nunca incorporadas al mercado laboral, el desempleo global cayó a mínimos de 40 años. Y justo marcando récords en aquellas economías más industrializadas y robotizadas. Y como sus temores no paran de demostrarse falsos, pues ahora resulta que es la inteligencia artificial la gran amenaza… Es como cuando afirman que hoy hay más incendios forestales en la Europa del Sur por el cambio climático cuando resulta que la media de incendios es ¡la mitad! que hace 35 años. Y así con todo. El caso es meter miedo aunque no haya ni una sola prueba de que eso sea cierto y choque con toda evidencia histórica.
Me temo que nos tocará a todos ser escépticos ante los titulares más llamativos y hacer un trabajo de investigación propio antes de creernos las noticias que nos llegan... Un año más.