El lío del taxi

Mucha gente no sabe que el conflicto del taxi tiene hasta ramificaciones etimológicas. Y es que hay una versión –teóricamente la oficial- que dice que la palabra viene por una acortación de otra: taxímetro.Un taxímetro (del griego τάξις, tasa, y -metro, medir), es un aparato de medida mecánico que ya existió en Roma pero su diseño moderno fue creado por el ingeniero alemán Wilhelm Bruhn y se utilizó en cabinas de caballos en torno a 1892 (fecha de la patente). En 1897 el modelo de vehículo motorizado Daimler Viktoria fue el primero equipado con el taxímetro de Bruhn y al utilizarse en servicios con chófer, a los coches empezaron a llamarlos taxis y a sus conductores, taxistas. La otra versión, que es la que yo me creo más ya que en la España del siglo XVII a los establecimientos de la red de correo público en España ya se les llamaba “postas de taxis”, dice que viene del apellido de Francisco de Tassis, nacido en 1459 y considerado, al servicio del rey de España, el pionero del servicio postal en Europa al establecer postas de refresco para los caballos.

Probablemente nunca sabremos con seguridad la respuesta, quedará sin solución, algo que no creo sea el caso del actual conflicto del taxi. La solución es misma que se utilizó con los alquileres de renta antigua: establecer un amplio periodo de tiempo –necesario para paliar el efecto en miles de personas de la pérdida de privilegios- para acabar con una situación que no es la ideal. ¿Por qué no lo es? Algunos aún recordamos cómo era instalar un teléfono o coger un avión antes de que se liberarizara el sector de las telecomunicaciones y el del transporte aéreo (y lástima que otros sectores como el eléctrico no se hayan liberarizado más). Debería pasar igual con los chóferes porque no es sólo un monopolio que no admite competencia, es que se ha especulado con las licencias municipales vendiéndolas y revendiéndolas con una absurda permisividad de la Administración
Es que a pesar del taxímetro (que permite saber exactamente cuánto ingresan) facturan por módulos lo que abre la puerta al dinero negro (de hecho, a pesar de la propaganda que dice lo contrario, un asalariado de Uber -empresa que por cierto lleva desde 2009 que se fundó sin dar beneficios- o Cabify paga bastantes más impuestos al cabo del año que un autónomo del taxi, además de aportar, en media, entre él y su empresa, mayores cotizaciones sociales), es que en muchos casos subcontratan el servicio (en ocasiones más que autónomo son auténticos empresarios con empleados) y además, viviendo como viven gracias a una decisión arbitraria del municipio de turno, no aceptan que esa misma administración venda licencias a otras empresas.

Pero por supuesto, el culpable es la gestión política de este asunto: si estuviera prohibido y multado revender las licencias, si se hubieran puesto de acuerdo al conceder las licencias VTC con un calendario más amplio, si tuviéramos una ley de huelga (o de paro sectorial) que impidiera que determinados sectores (relacionados con el transporte) chantajeen con impunidad paralizando a su antojo ciudades, carreteras, aeropuertos… jamás se hubiera alcanzado el actual grado de conflicto… ni de privilegio. Pedir gestores políticos que piensen al menos en el medio plazo me temo es una batalla perdida pero es que además, el conflicto actual es como si a finales del siglo XIX conductores de coches de caballos se pelearan contra conductores de coches de mulas cuando en poco tiempo el motor de combustión iba a eliminarlos a los dos. Y es que el coche autónomo en unos años acabará con la necesidad de chóferes y el número de licencias, taxis o VTCs, se desplomarán. Como dijo alguien en las redes, un taxi es una cabina telefónica que no sabe que lo es.

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