Rolls Royce, la extraña pero fructífera alianza

  (esta historia no está incluida en mi último libro La prehistoria, y algo de la historia, de 66 empresas: Nacionales y extranjeras, todas famosas, que te animo a adquirir)

Frederick Henry Royce nace en 1863 cerca de Cambridge (Reino Unido) como el menor de cinco hermanos. Todos se tuvieron que trasladar a Londres tras fracasar el negocio familiar (un molino de harina) y la muerte del padre en 1872. Esto empujó al joven Frederick al mercado laboral, vendiendo periódicos y entregando telegramas. Es decir, prácticamente no fue al colegio. Con 15 años entra de aprendiz en la compañía ferroviaria Great Northern Railway donde empezó a interesarse por la locomoción. Tras tres años, y una corta estancia en una empresa de herramientas en Leeds, vuelve a Londres y trabaja en la Electric Ligth and Power Company, empresa especializada en la iluminación de calles y teatros y que se traslada en 1882 a Liverpool. Aprovecha todo lo aprendido y en 1884 monta con un amigo un negocio de accesorios eléctricos (apenas un taller) en Manchester con un capital inicial de 70 libras, de las que sólo 20 eran propias. Y triunfa, el negocio se llamaba F H Royce and Company. En 1894 comienza a producir dinamos y grúas eléctricas y en 1899 acorta el nombre a Royce Ltd. saliendo a cotizar en bolsa.

Charles Stewart Rolls, de familia noble galesa (su padre era barón), nace en 1877 en Londres y disfruta de una educación elitista, si bien su interés temprano por los motores le ganó el mote de “Rolls el Sucio” entre sus compañeros de la escuela privada. En 1894 acude a Cambridge e ingresa en el prestigioso Trinity College para estudiar ciencia mecánica y aplicada. En 1896 celebró su 18 cumpleaños viajando a París para comprarse su primer coche, un Peugeot, y firma como socio del Automóvil Club de Francia (al año siguiente es miembro fundador del Automóvil Club de Gran Bretaña, con la intención de abolir las restricciones impuestas a los vehículos de motor por una ley de 1865). Se cree que ese automóvil fue el primero que se vio en Cambridge, lo que, unido a su aspecto físico (1,95 de estatura) le proporcionó cierta fama en la villa. En 1996 también se convierte en capitán del Club de Ciclismo de la Universidad de Cambridge. Se gradúa en 1898. Su recorrido laboral comienza en un yate de vapor y, como Frederick, también trabaja en una empresa ferroviaria. Pero en 1903, y gracias al dinero de su padre, funda uno de los primeros concesionarios de automóviles de su país. La C.S.Rolls & Co., con un importante capital de 6,600 libras, con sede en Fulham, importa y vende Peugeot franceses y Minerva belgas. Por desgracia, tiene el trágico honor de ser el primer británico que murió en un accidente aeronáutico con un avión motorizado, cuando la cola de su avión se desprendió durante una exhibición de vuelo. Tenía 32 años y era 1910 pero antes de morir le dio tiempo a hacer una fructífera asociación.

Frederick Henry Royce empezaba el siglo XX con una empresa de grúas y dinamos a la que él mismo no veía mucho futuro, es por eso que empieza a interesarse por los coches, comprando su primer automóvil en 1901. Adquirió otro más pero como no acabó de convencerle y decidió usar su taller para crear uno propio en 1904. Construyó tres, uno para él, otro para su socio (el que puso las 50 libras de capital inicial) y el otro se lo vendió a Henry Edmunds, uno de sus directores. Éste era amigo de Charles Rolls, que quedó encantado cuando conoció el vehículo, y estuvo de acuerdo en conocer a su creador. El 4 de mayo de 1904 se produce el histórico encuentro entre ambos en el Midland Hotel de Manchester. Tras más conversaciones, el 23 de diciembre de ese mismo año, Rolls acuerda hacerse cargo para su concesionario de todos los coches que Royce pudiera fabricar. Y se comercializarían como Rolls-Royce, presentando el primero ese mes en el Salón del Automóvil de París: el Rolls-Royce 10 hp. Es en 1906 cuando crean la Rolls-Royce Limited, siendo Rolls el socio capitalista y Royce el ingeniero jefe y director de fábrica, con un sueldo de 1250 libras anuales más el 4% de los beneficios por encima de las 100.000 libras. Se había consumado la unión del hijo del Barón, con dinero familiar a espuertas y la educación más cara, con la del obrero sin apenas estudios que había conseguido casi todo con su propio esfuerzo. Y la coincidencia entre ambos la provocaba la pasión por los coches, por la ingeniería y el carácter competitivo de Rolls, que no se conformaba con vivir de las rentas y siempre aspiraba a más.

Como ya vimos, precisamente eso acabó por provocarle un temprano fallecimiento. Rolls fue el segundo británico de la historia autorizado para volar en ese país y ya en 1903 ganó un premio por el vuelo más largo hasta ese momento y en 1910, un mes antes de morir, fue pionero en hacer un doble cruce sin escalas cruzando en avión el Canal de la Mancha. Le faltó una década de vida para ver a su compañía fabricando motores para aviación. Lo curioso es que el que tenía problemas de salud -al menos desde 1902- era Royce, y en 1912 los médicos le daban apenas unos meses de vida. Sin embargo, se recuperó gracias a dejar el taller y retirarse al campo, desde donde recibía a sus ingenieros. En 1929 su nuevo motor “R” consiguió el récord mundial de velocidad aérea con 575 kilómetros por hora. Dos años después conseguía 655,8. Incluso le dio tiempo, antes de morir en 1933, de inaugurar (y cerrar 10 años después) su primera fábrica en Estados Unidos en 1921 y de comprar la firma de Walter Owen Bentley, aprovechando la crisis que padecía tras la Depresión de 1929. Por pocos días no llegó a ver el primer Bentley fabricado por Rolls-Royce.

En cuanto a la empresa Rolls-Royce, resumiendo mucho: siguió con su negocio de coches de lujo y motores de gran potencia hasta que se declaró insolvente en 1971, por un excesivo coste de la división aeronáutica, lo que llevó a que fuera nacionalizada por el estado británico dado su carácter “estratégico” (y empleaba a 80.000 personas), separando la división de motores para aviones y barcos del negocio automovilístico. En 1987 Margaret Thatcher empezó su privatización y tras varias carambolas, acabó quedándose BMW con la marca Rolls-Royce y Volkswagen con la marca Bentley.

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