El coste político del cambio climático

 Cada día se anuncian más y más medidas para intentar frenar el cambio climático, y algunos están empezando a ver algunas de sus consecuencias tanto a nivel individual (la influencia del coste de la transición energética en la factura de la luz, vuelos más caros, necesidad de cambiar de automóvil…) como empresarial (más dificultades para la industria y por tanto mayores costes de producción etc.). Son la punta de lanza de muchas decisiones que pueden reducir nuestro crecimiento económico y, por tanto, nuestra calidad de vida en el corto plazo. No voy a entrar en la polémica de si merece o no la pena tanto esfuerzo, sabiendo además como sabemos, lo poco que los españoles, en proporción, podemos influir en el clima del planeta, simplemente voy a recordar la crisis de 2008, y cómo se podía haber evitado pero al gobierno que lo hubiera hecho, jamás le hubiéramos vuelto a votar.

Voy a contar una anécdota de octubre de 2003 en España: Al entonces ministro de Hacienda de José María AznarCristóbal Montoro (que luego repetiría con Mariano Rajoy y ahora está imputado), que en ese momento estaba en el Congreso presumiendo de superávit presupuestario, el entonces jefe de la oposición de José Luis Rodríguez Zapatero le dijo: “Con un Gobierno socialista no habría superávit mientras tengamos tantas necesidades sociales”. En pocos meses ZP ganó las elecciones y, a pesar de que no tenía intención, su Gobierno tuvo superávit presupuestario durante toda su primera legislatura, ¡sin buscarlo! Y no porque no gastara, es que la recaudación superaba las estimaciones. Digo esto para que se comprenda hasta qué punto fue inesperada la bonanza económica de esos años. Ni el ministro de Economía se podía creer que las administraciones públicas tuvieran tantos ingresos y que, al acabar el año, éstos superaran a los gastos a pesar de que éstos también se habían incrementado.

Por qué ocurrió eso no es un secreto: una burbuja inmobiliaria alimentada por una orgía de crédito barato e irresponsable con la ausencia de la labor reguladora de los máximos directivos de Banco de España y la complicidad de los gestores políticos locales y estatales. Puede que no el ciudadano común, pero cualquiera con mínimos conocimientos de economía sabía que la burbuja inmobiliaria era un error que tendría graves consecuencias. Y se sabe que las autoridades políticas, lejos de intentar siquiera frenar la expansión de dicha burbuja, incluso la alimentó. ¿Cómo? Básicamente con falta de supervisión pero sobre todo con esa mira cortoplacista que tantas veces han demostrado. El mejor ejemplo lo tenemos en los municipios que ajustaron inversiones y gastos a los ingresos puntuales que les proporcionaron unos años de numerosas recalificaciones de terrenos y de altos impuestos por cada transacción inmobiliaria. Fue paralizarse la construcción y la compra-venta de viviendas, y se disparó la deuda que difícilmente se podía reducir después pues había que pagar infraestructuras, servicios e incluso retribuciones a funcionarios municipales pactadas bajo condiciones irreales de ingresos.

Visto desde nuestra perspectiva es sencillo lo que se debía haber hecho: desde limitar la duración de las hipotecas impidiendo que el alargamiento de los plazos aumentara el endeudamiento (muchos compradores veían más el volumen de la cuota mensual y su comparación respecto al precio de un alquiler que la enorme suma de intereses propiciada por las décadas de pagos), aumentar las exigencias de capital a las entidades financieras y la diversificación de sus activos en los balances, considerar las inversiones inmobiliarias como de riesgo, impedir que una misma propiedad sirviera como aval para el constructor, la inmobiliaria y el comprador final, exigir que las tasadoras fueran independientes y no estuvieran compinchadas con bancos y cajas … Sabiendo que ya en 2006 había estallado la burbuja en los EE.UU., deberían haber tomado medidas drásticas al menos más de un año antes de empezar a notarse la crisis en nuestro país. Pero seamos justos, ¿algún gobierno de alguna parte las tomó?

Repito que visto ahora, años atrás los gobiernos deberían haber tomado medidas para frenar el sector de la construcción y el inmobiliario pero eso en ese momento hubiera generado más paro, ¿hubieran aceptado los españoles que su gobierno voluntariamente redujera el crecimiento económico y estableciera normas que dificultaran su acceso a una vivienda en propiedad? En el ámbito local, ¿habría entendido los votantes que un alcalde, movido por la responsabilidad, hubiera matado la gallina de los huevos de oro paralizando actividades inmobiliarias y de construcción?

Me temo que no. De hecho generalmente se vota al candidato que más gastos promete. ¿Nos felicitábamos cuando un banco nos denegaba una hipoteca porque no veía nuestros ingresos como suficientemente sólidos? No, nos enfadábamos e íbamos a otro a solicitar otra. Y si podíamos conseguir un 100% del valor de la casa en dinero prestado, mejor. Esto tiene mucho que ver con la propia naturaleza humana: cada día que pasa somos más viejos y nos acercamos al fin, esa dura realidad la combatimos confiando en que nuestro futuro no empeorará; podemos tener una opinión pesimista sobre muchos temas pero la mayoría se casa pensando en que no habrá divorcio, que nunca serán despedidos de su empleo, que los hijos no darán disgustos, que no tendrán un accidente… Y sin embargo, esas cosas pasan cada día, por eso hay que estar preparados.

Si la democracia tiene un defecto es que los políticos elegidos saben que sólo tienen cuatro años para asegurarse la reelección y eso les impide mirar mucho más lejos y por supuesto los votantes no quieren oír de recortes y ajustes sino de inversiones que mejoren su situación. Si incluso ahora, tras una enorme crisis, la palabra austeridad tiene mala fama, imaginad si algún candidato la hubiera utilizado en plena expansión económica. Por supuesto que se debía haber creado un fondo de contingencia, similar al Fondo de Reserva de la Seguridad Social, en cada administración pública puesto que sabemos que las crisis son cíclicas y que antes o después llegan. En vez de eso, se gastó desaforadamente y si somos sinceros, comprenderemos que por muy razonable que fuera una medida así, hubiera sido incomprendida por los votantes. Porque la situación nunca es la ideal, siempre hay reclamaciones que hacer y aunque ahora pensemos que en la España de 2006 vivíamos muy bien (y es verdad), entonces no teníamos esa sensación y reclamábamos más gasto (guarderías públicas gratuitas, más AVES, mejores fiestas populares etc.), no más ahorro.

Así que pensar que ahora, voluntariamente, vamos a sacrificarnos todos y rebajar nuestra calidad de vida por una lucha contra el cambio climático en la que está menos implicada Asia, cuando su influencia en él es mucho mayor, lo que va a conseguir es que al gobierno que insista demasiado con ello, le castiguemos en las urnas. Tenga razón o no, que ese es otro asunto. Incluso el partido Verde, que hace unos años hasta llegó a liderar las encuestas en Alemania y hasta participó en el gobierno, ya se sitúa como cuarto del país por insistir demasiado con este tema. ¿Asumir como votantes un menor crecimiento económico? ¿Intentar convencernos que un sacrificio individual va a compensar la contaminación que un volcán ccualquiera provoca de forma natural? Me extrañaría mucho, por mucha propaganda que nos quieran vender

Tecnología contra la desigualdad

Todos los que hemos sido estudiantes tenemos algo que decir contra el sistema de exámenes. Seguro. El problema es que nadie sabe cómo se pueden evaluar los conocimientos de los alumnos sin preguntarles acerca de lo que han asimilado del temario. Y si se hace a todos las mismas cuestiones, y algunos de ellos no conocen las respuestas, es lógico deducir que no saben lo suficiente y que, por tanto, necesitan reforzar sus conocimientos. Por eso que los suspensos siempre han llevado a un nuevo repaso de la materia suspendida y, en ocasiones, a repetir todo el curso.


Ahora hay una nueva corriente que propugna que esto no sea así y que se deje pasar de curso incluso con varios suspensos. Sus argumentos son que es muy caro repetir curso, que hay que motivar a los alumnos suspendidos (como si la repetición fuera un castigo en lugar de un refuerzo) y que, según ellos, reduciría el alto abandono escolar en nuestro país. Son argumentos que no me convencen: el concepto “caro” es muy subjetivo –más en boca de los adalides de más y más gasto público- pues entiendo que tampoco es “barato” que, por ejemplo, en un curso donde se deban aprenden las ecuaciones de segundo grado haya alumnos que ni siquiera saben solucionar una ecuación sencilla. Esto retrasa a los que sí aprobaron y no creo que ayude en nada a los que no, ya que sin una buena base su frustración –y aquí refuto su segundo argumento- será aún mayor. Si alguien se pone a estudiar otro idioma y no es capaz de adquirir los conocimientos más básicos, puede que le duela insistir en lo mismo pero sería mucho peor que, sin tenerlos, le pusieran a conjugar verbos irregulares.

En cuanto al abandono escolar, es imposible saberlo con certeza aunque, si es alto, dándoles la oportunidad de repetir el mismo curso no parece que tenga mucho sentido que se reduzca obligándoles a afrontar un curso que, por su falta de base, les va a ser mucho más difícil y, como dije antes, más frustrante. Ayudar al alumno que se ha quedado atrás: sí, por supuesto. Pero con lo que no sabe, no añadiéndole nuevas y más complicadas materias.

Detrás de todo esto aparece la obsesión por la igualdad artificial. De hecho, el ministro de Universidades de la pasada legislatura, Manuel Castells, declaró en su momento para apoyar estas tesis que “condenar a un alumno que suspende es elitista” y que “así se va machacando a los de abajo y favoreciendo a los de arriba". Disculpad que me ponga como ejemplo pero yo fui un buen estudiante –en la pública- hijo de obrero por lo que no entiendo esa asimilación de “élite” y de “arriba” referida a alguien que saca buenas notas, y desde luego no creo sea adecuado que el dar una oportunidad al que no pasa un curso de volver a intentarlo, sea “machacarle”. Es más, siguiendo con mi ejemplo, tengo varios hermanos, uno de ellos estudió (él sí) en un colegio privado, de mi misma extracción social, con el mismo ambiente familiar… y no sacó el graduado escolar cuando le tocaba (luego, ya de adulto, lo sacó y hasta ganó unas oposiciones). Y es que todos somos diferentes, y la desigualdad existe: de talentos, de esfuerzo, hasta de suerte. Y nadie es mejor ni peor por eso, hay quien vale para estudiar y hay quien no, y hay abogados que ganan menos que un fontanero; y eso no pasa sólo en el ámbito académico: hay cocineros con estrellas Michelín que nunca fueron a una escuela de cocina y otros que, con todos los cursos hechos, no triunfan.

A mí me preocupa la desigualdad, por supuesto, pero no porque haya personas de mediana edad en un país rico como España con más patrimonio que otras, sino porque desde tiempo inmemorial unos humanos han tenido mejores oportunidades que otros desde su nacimiento. Y eso no es justo porque nadie tiene la culpa de nacer en Somalia en lugar de en Suiza como no la tenía un niño por ser hijo de judío en lugar de serlo de cristiano en la Alemania de Hitler ni por nacer esclavo en lugar de patricio en tiempo de los antiguos romanos. Y digo esto porque incluso en desigualdad, en la que más cuenta, la que afecta a las oportunidades de progresar, los actuales tiempos son, aunque lejos de ser perfectos, los mejores de la Historia. Y España desde luego, de los mejores países del mundo en ese aspecto (como casi todos los de la UE).

Uno de los objetos que diferenciaba una familia “pudiente” de otra que no lo era cuando era yo un niño, consistía en tener o no una enciclopedia. Eran tan caras que había vendedores que iban por las casas ofreciendo un ejemplar por un módico precio y unos papeles de subscripción para adquirir el resto mediante letras. Otra opción estaba en los quioscos: se adquiría un fascículo cada semana –así parecía un gasto menor- y cuando el número de ellos alcanzaba el de un tomo, se compraban las tapas y se llevaban a encuadernar… completar esa labor podía durar años. Eran muy importantes en la educación de los niños puesto que, como fue mi caso, los padres que no habían tenido la oportunidad de estudiar –en eso también han mejorado mucho las cosas- por la necesidad de trabajar desde jóvenes, difícilmente podían contestar a las preguntas que nos surgían cuando hacíamos los deberes, y que a veces no tenían respuesta en los libros de texto. Yo no tenía enciclopedia y en muchas ocasiones recurría a la biblioteca pública pero no era como ahora que hay muchas, es fácil encontrarlo todo (y, en lo que yo considero un exceso, hasta se pueden leer tebeos, revistas, tomar prestada música y hasta películas por si no hay nada interesante en los tropecientos canales de TV) y los horarios son amplios. Sin embargo, hoy una enciclopedia Larousse, algo que seguramente fuera el orgullo de cualquier salón hace 30 años, se considera en muchos hogares un estorbo por lo mucho que ocupa. ¡Qué no hubiera dado yo en mis tiempos de estudiante por tener a mano todos esos saberes!

Pero es comprensible porque ahora tenemos Google. Y no sólo Google, tenemos unos aparatejos –los móviles- desde los que cualquiera puede acceder a casi todo y que casi todos los estudiantes tienen desde una edad bastante temprana. Un móvil es un arma diabólica en manos de un adolescente pero también es el mejor instrumento para reducir la desigualdad entre un estudiante de familia humilde y otra de familia rica. Esto era impensable hace unas décadas: hoy el acceso a la cultura es tan accesible que prácticamente sólo hacen falta ganas. Incluso en países menos desarrollados tanto el móvil como la conexión a internet son cada vez más comunes y demuestran que la ciencia y la tecnología, una vez más, hacen más por el desarrollo humano que cualquier político planificador. La mejor prueba la tenemos en España: ni una sola de las enésimas reformas educativas han hecho más por reducir la desigualdad en el acceso a la cultura para todos los estudiantes que el internet generalizado. Lo que depende de la planificación estatal no llega a tanta gente como lo que depende de la individual…

El nuevo ludismo que algunos defienden porque consideran que las máquinas acabarán con los puestos de trabajo nunca tiene en cuenta que la tecnología es la mejor herramienta para reducir la desigualdad cultural y que esa cultura será la que pueda hacer adaptables a los empleos del mañana a los niños de hoy. Los espectaculares avances médicos –sobre todo del último siglo- de poco hubieran servido para el conjunto de la población sin una implicación de las autoridades creando hospitales, ambulatorios, campañas de vacunación etc. así como la educación básica obligatoria fue necesaria para la alfabetización generalizada, pero ahora nos encontramos con un fenómeno en el que las autoridades poco tienen que ver salvo para intentar boicotearlo –como pasa en China- con la censura.

En la actual Europa la educación universal, el sistema de sanidad público y otros avances sociales han reducido mucho las diferencias entre un niño de familia pobre y otro de familia rica respecto a las de hace un siglo y ojalá se reduzcan más. Para ello, la labor del Estado es ofrecer las mismas oportunidades a todos, ayudar en lo que se pueda a los que van más retrasados pero nunca forzándoles a afrontar materias más avanzadas sin la base suficiente porque no sólo no les ayuda, además perjudica a la mayoría.

El milagro de Taiwán, el país que nunca existió

 Taiwán es una auténtica rareza mundial tanto por su estatus político como por su enorme importancia económica, y es bastante desconocida para el gran público. 

La isla de Formosa, lo que hoy conocemos como Taiwán, llegó a tener colonias españolas dada su buena situación geográfica para los intercambios comerciales, pero básicamente fue un nido de piratas hasta el siglo XVII que fue anexionada por la China continental. En 1895, tras una guerra con Japón que perdieron, los chinos cedieron “a perpetuidad” la isla a los vencedores. Tras la derrota de éstos en la II Guerra Mundial, y sin que hubiera un motivo de peso para hacerlo, los estadounidenses decidieron que Taiwán pertenecía a China, algo que supuso un atraso para sus habitantes, tanto económico como político, ya que perdieron el cierto grado de autonomía que los nipones les habían dejado. A finales de 1949, derrotado Chang Kai-shek por los comunistas en la guerra civil china, se retiró a Taiwán atrayendo con él a unos dos millones de chinos que, definitivamente, acabaron con la huella que había dejado la ocupación japonesa. 

Chiang Kai-shek no reconoció la República Popular China de Mao Zedong e insistió en que la República de China era la que él dirigía, aunque su único territorio fuera Taiwán. El motivo por el que no fueron invadidos, y la situación se ha alargado hasta la actualidad, fue el apoyo de los Estados Unidos. La vecina Guerra de Corea empujó a que éstos quisieran limitar el poder de la “China Roja”, mandando tropas a la isla (que aún están allí) y ordenando a la Séptima Flota a patrullar el estrecho de Taiwán. De este modo fueron pasando las décadas, al tiempo que Taiwán era gobernada por mano de hierro (la Ley Marcial estuvo vigente hasta 1987), con la excusa de una posible invasión inminente, por Chiang Kai-shek (que murió en 1975) y por su hijo Chiang Ching-kuo. 

Hasta noviembre de 1971 no ocupó en la ONU la “China Roja” el asiento correspondiente a China y a partir de ahí, todos los países de la órbita no comunista fueron aceptando que Taiwán no era China y abriendo relaciones diplomáticas con la China comunista. En diciembre de 1978 el presidente estadounidense Carter reconoció a la República Popular China, con sede en Pekín, como gobierno legítimo de China, quedando Taiwán en un limbo que dura hasta hoy. Al menos en 1991, las autoridades de la isla proclamaron el fin de la guerra con la República Popular China. Mientras, en Taiwán la democracia no llegó hasta casi finales del siglo XX (en 1996 fueron las primeras presidenciales por sufragio universal). 

Bajo el principio de "una sola China", Pekín insiste en que Taiwán es una parte inalienable de una China con un único gobierno que se reunificará algún día. Bajo dicha política, Pekín no acepta tener relaciones con las naciones que reconocen a la isla, lo que ha llevado a que muy pocas tengan lazos con el gobierno de Taipéi. Hoy apenas14 naciones, además del Vaticano, mantienen relaciones diplomáticas con Taiwán. La mayoría son pequeñas islas. ¿Y por qué esta disputa puede afectarnos tanto? Primero porque si China intentara anexionarse por la fuerza Taiwán, tendría que luchar contra fuerzas estadounidenses que están allí y que, según parece, defenderían la autonomía de la isla. Por si no fuera suficiente riesgo geopolítico que se iniciara un conflicto que podría desencadenar la Tercera Guerra Mundial, está además la enorme dependencia de los semiconductores que allí fabrica la empresa TSMC (Taiwan Semiconductor Manufacturing Company). 

Irresponsablemente, la industria occidental depende en gran medida de una empresa situada en un territorio que está en medio de una disputa territorial que puede provocar un conflicto, incluso bélico, de consecuencias imprevisibles. ¿Cómo se llegó a esto? ​ Gracias a la ayuda norteamericana, Taiwán tuvo un desarrollo económico similar al de Corea, pasando de ser una sociedad agraria a una industrial y comercial. Empezó, como Corea, fabricando manufacturas baratas como textiles y juguetes, pasó en los ´70 a la industria pesada y en los ´80 a la electrónica, ayudada también por la privatización de las empresas públicas. Y la globalización hizo el resto. 

En cuanto a TSMC, fue fundada por Morris Chang, un graduado en Ingeniería Mecánica del Instituto de Tecnología de Massachusetts (conocido como MIT). Tras 25 años trabajando para Texas Instruments, decidió crear su propia empresa en 1987 y tuvo el apoyo del gobierno de Taiwán.  Los chips, o microchips, son circuitos integrados en una estructura de pequeñas dimensiones de material semiconductor. Sobre ellos, se fabrican circuitos electrónicos. Son vitales en toda la industria tecnológica actual. Aunque al principio el rendimiento de su producto no fue muy esperanzador porque resultaba más lento que los de Intel, por ejemplo, poco a poco fueron mejorando la tecnología. El gran salto lo dieron al suministrar a Apple los chips de sus iPhones. Desde entonces no tienen rival en los chips de alta gama. Cuantos menos nanómetros (milmillonésima parte de un metro) tiene un chip, más avanzado o sofisticado es. Los más avanzados tienen en la actualidad 3 nm, pero los de menos de 28 nm ya se consideran relativamente avanzados. Junto a sus numerosas subsidiarias, controla casi el 60% de la oferta mundial de semiconductores, y casi el 90% de los más punteros. Tiene clientes gigantes tanto en China (Alibaba, por ejemplo) como en EEUU (Apple, Facebook, Microsoft, etc.). Incluso Intel tiene externalizada parte de su producción con ellos. Es por eso que la importancia de Taiwán va mucho más allá de la política. 

En resumen, Taiwán para la mayor parte del mundo no es un país, no hay embajadas sino “oficinas de representación” con Taipéi (a Lituania se le ocurrió abrirla con Taiwán y por ello China rebajó su relación diplomática con ellos), pero de que viva en paz y conserve su autonomía depende gran parte del bienestar económico del mundo, incluso más allá de los motivos morales para apoyarlos. Sin embargo, es tal la presión china y el miedo que se tiene a su poderío que, a pesar del tratado de ayuda estadounidense, no sería de extrañar que en algún momento, algún residente de la White House ceda y acabe permitiendo que China se anexione un territorio que siempre ha considerado suyo. Mayores indignidades se han visto.

Los orígenes de Wikipedia, quizás la última enciclopedia que exista

    (esta historia no está incluida en mi último libro La prehistoria, y algo de la historia, de 66 empresas: Nacionales y extranjeras, todas famosas, que te animo a adquirir)

El 7 de agosto de 1966 nació el estadounidense Jimmy Donal «Jimbo» Wales, hijo del gerente de una tienda y de la dueña de una escuela privada para niños. Esa institución, fundada por su abuela, marcó al joven Jimmy y, según confesó años después, le llevó a valorar de forma especial la labor educativa. Estudió Finanzas en la universidad y desde 1994 desarrolla una carrera como inversor en derivados. Según parece le fue muy bien y ganó mucho dinero gracias a la especulación sobre las tasas de intereses y las fluctuaciones de las monedas extranjeras. Mientras, se interesa por el incipiente negocio de internet, en principio buscando fuentes de ingresos.

En 1996 crea una web de contenido erótico llamada bomis.com aunque él afirma que era un “motor de búsqueda de imágenes” y, aunque ya no existe, parece que fue un proyecto rentable. Sin embargo, en marzo del 2000 se orienta hacia la educación y funda un proyecto de enciclopedia libre de naturaleza abierta y corregida por redactores libres seleccionados, al que llama Nupedia. Contrata para ello al filósofo Larry Sanger (nacido en 1968) como redactor jefe. Jimmy Wales desea en Nupedia una calidad comparable a las de las enciclopedias profesionales en papel pero el 26 de septiembre de 2003 con tan solo 24 artículos terminados y 74 en desarrollo, el proyecto se cancela, ya que no había forma de monetizar el proyecto y porque otra creación paralela descollaba más...

Larry Sanger propuso el 10 de enero de 2001 la idea de utilizar una wiki para crear una enciclopedia. El término wiki (palabra que proviene del hawaiano donde significa 'rápido') alude al nombre que recibe una comunidad virtual, cuyas páginas son editadas directamente desde el navegador, donde los mismos usuarios crean, modifican, corrigen o eliminan contenidos que, habitualmente, son compartidos por cualquier otro usuario. Wales, reticente al principio, acepta instalar un software para wikis en un servidor proporcionado por bomis.com (sí, la web de contenido erótico) y autoriza a Sanger a continuar con el proyecto, bajo su vigilancia. Según esta versión, que es la más aceptada, la fundación de Wikipedia se debe a ambos pero Wales niega esto y dice que el proyecto es únicamente suyo.

Wikipedia empieza el 15 de enero de 2001 con Larry Sanger como redactor jefe asalariado, quien, eso sí está confirmado, da el nombre de Wikipedia al proyecto. Jimmy Wales y Larry Sanger crean en conjunto los principios fundadores, escribiendo los primeros artículos y estableciendo una comunidad vía Internet, durante el primer año de existencia. Al comienzo, Wikipedia estaba prevista para ser una wiki que aportara contribuciones a Nupedia. Sin embargo, la nueva web creció tan rápidamente que sobrepasaba las capacidades de verificación de los nuevos artículos de Nupedia, a la que tumbó. Inicialmente, no existía el registro de usuarios; toda colaboración se realizaba en forma anónima.

Larry Sanger abandona el proyecto el 1 de marzo de 2002, dejando todo el “poder” a Jimmy Wales. A mediados de 2003 éste crea la Fundación Wikimedia, una organización sin fines de lucro con sede en San Petersburgo, Florida, para sostener financieramente Wikipedia. Forma un comité de cinco miembros compuestos por él mismo, dos colegas de trabajo, que no son wikipedistas activos, y dos miembros elegidos por la comunidad de wikipedistas. Según afirma su motivación se resume en esta frase: «Imaginemos un mundo en que cada persona tiene el acceso libre y gratuito a la suma de todo el conocimiento humano. Es lo que estamos haciendo»

Sin embargo, el “cofundador” Sanger se convirtió en un crítico feroz a Wikipedia, primero denunciando que los “trols” habían tomado el mando y luego afirmando un sesgo claramente izquierdista y recomendando dejar de visitar la web. En septiembre de 2006, Sanger anunció la creación de una bifurcación de Wikipedia, denominada Citizendium, en la cual se utilizarían nombres reales y estaría redactada por expertos en cada materia, pero no tuvo éxito.

Curiosamente, después de la Wikipedia en inglés, las siguientes ediciones en ser creadas fueron, pocas semanas después, la Wikipedia en alemán y la Wikipedia en catalán (pese a ser única lengua oficial solamente en un pequeño estado, Andorra, y tener 10 millones de hablantes en todo el mundo), y en realidad fue la segunda Wikipedia en tener artículos, debido a que en la Wikipedia en alemán tardaron dos meses en crear el primero. Desde entonces se han ido creando ediciones en muchos más idiomas. El 20 de septiembre de 2004 Wikipedia alcanzó el millón de artículos en 105 idiomas.

El futuro de la Wikipedia es bastante incierto ya que, más allá de las polémicas sobre la fiabilidad de los datos que han ido acompañando a esta web desde hace casi un cuarto de siglo, lo cierto es que los asistentes gratuitos de inteligencia artificial proporcionan la misma información (si no mejor), y citando fuentes diferentes. Es difícil imaginar que una enciclopedia (poco importa que sea virtual en lugar de en papel) pueda sobrevivir a la inmediatez y fiabilidad de la respuesta de la IA ante cualquier pregunta

ALSA, de Luarca a conquistar las carreteras españolas

    (esta historia no está incluida en mi último libro  La prehistoria, y algo de la historia, de 66 empresas: Nacionales y extranjeras, tod...