Es un error banalizar las palabras y repetirlas sin pararse a comprender lo que significan. En España llevamos un tiempo que, a tenor de los que más se hacen oír, estamos invadidos por neoliberales y fascistas cuando lo cierto es que en España no hay ningún partido político importante que sea liberal (nadie defiende eliminar todas las subvenciones, suprimir la seguridad social y el sistema público de pensiones por ejemplo) y tampoco hay ninguno fascista (nadie dice estar en contra de la democracia y las elecciones, ninguno ha propuesto nombrar a un dictador que esté por encima de las leyes). De hecho, por lo que oigo decir muy pocos saben lo que es la ideología fascista. Los auténticos fascistas españoles, los falangistas, defienden políticas económicas que están en las antípodas de Vox ya que creen en la banca pública y en la nacionalización de sectores estratégicos, al estilo de Podemos en España o Le Pen en Francia. Sin embargo, se tiende a considerar fascista a todo aquel que defienda valores que en su día defendió el franquismo pero claro, defender por ejemplo la unidad de España (motivo por el cual los independentistas catalanes llaman partido fascista a Ciudadanos) no creo sea un valor exclusivo del franquismo, conozco socialistas y comunistas que lo comparten.
Y desde luego Vox, que en la mayoría de su programa está en las antípodas de lo que yo defiendo, no es un partido fascista por más que haya atraído a mucho nostálgico del franquismo, de hecho defiende la Constitución, que como he explicado varias veces es un texto similar al que tienen en los países con mayor tradición democrática del mundo y que desde luego no sería del gusto ni Franco ni de Mussolini. Es una formación que si llegara al poder haría una política similar a la que hizo Aznar en su segunda legislatura (la que tuvo mayoría absoluta) y que se diferencia del PP de Casado básicamente en su talante políticamente incorrecto (que tantos votos le dio en su día a Trump) con temas como el feminismo o el anti-islamismo, su postura frente a Europa y en la eliminación de las autonomías. Es decir, un partido más a la derecha del PP con ciertos tintes populistas. Denominarlos anti-europeístas (también se decía de Podemos en 2014, con cierta razón dado lo que defendían entonces) porque están contra la corriente que pretende quitar cada vez más soberanía a los países para dársela al conjunto es inexacto, simplemente defienden otra idea de Europa similar a la que defiende por ejemplo Orban en Hungría. Yo, que soy de eliminar fronteras, estoy en contra pero me parece una posición tan legítima como pueda ser la mía. En cuanto a lo de eliminar las autonomías creo es más una medida populista que dudo que piensen llevar a cabo realmente porque es una complicación enorme que además obligaría a una reforma constitucional harto complicada.
Creo que la descentralización es algo positivo (prefiero el modelo alemán al francés por ejemplo) y no hay que eliminar las administraciones regionales sino mejorarlas y evitar duplicidades innecesarias (como lo son las diputaciones por ejemplo) pero sobre todo porque una cosa es no haber constituido autonomías hace 40 años y otra muy diferente eliminarlas hoy. Si algo hemos aprendido con el Bréxit es que no es lo mismo no entrar que salirse. Deshacer lo que está unido no es nada fácil, lección que deberían aprender tanto a nivel mundial los que predican la desglobalización como a nivel local los independentistas catalanes. El borrador de la UE para el Bréxit, más de dos años después y tras enormes discusiones internas, es de 585 páginas y es sólo algo preliminar que incluso si se aprobase, sólo sería un boceto para el inicio de un proceso que tardará años y que aún nadie sabe cómo acabará. ¡Y eso si se aprueba! Si no, podemos hasta enfrentarnos a un Bréxit sin acuerdo entre las partes. Y estamos hablando de un –complejo, eso sí- tratado comercial que ha durado unas décadas, no de territorios de un mismo país que lo han sido durante siglos, que en el caso de una hipotética independencia de por ejemplo Cataluña, implicaría un lío descomunal aún mayor respecto a todos los detalles: desde la nacionalidad de los catalanes que no quieren pertenecer al nuevo país hasta el incómodo tema económico con el reparto de activos y pasivos (Renfe, deuda pública etc.) pasando por los municipios que no acepten su status en un lado o en otro de la frontera (¿dónde está el límite al supuesto derecho a la autodeterminación?)… que no estoy hablando ya de quién saldría perdiendo o de estar a favor o en contra sino de lo largo que sería el proceso, las situaciones irresolubles que se generarían y la inestabilidad que provocaría a todos los niveles incluso si, como en el caso del Bréxit, ambas partes estuvieran de acuerdo en negociar la separación, cosa harto complicada de imaginar a día de hoy. El proceso sería muy traumático para millones de personas, muchísimo más de lo que está resultando el Bréxit, y con consecuencias económicas graves inmediatas por más que haya quien confíe en que a largo plazo sería mejor.
La situación no sería tan dramática con la desaparición de las autonomías (aunque a nivel social sí lo sería porque aumentarían las simpatías por el separatismo en muchas comunidades autónomas) pero también resultaría muy complicado, es una promesa vacía que creo saben que nunca se cumplirá: ni habrá suficiente mayoría como para cambiar la Constitución para eso ni es práctica la hipotética ejecución de una devolución de transferencias masiva hacia el estado. Lo que sí podrían intentar si gobiernan, como ya se vio el otro día cuando celebraban sus resultados electorales en Andalucía sin la bandera blanquiverde, es menospreciar y minusvalorar los símbolos de cada autonomía/región para dar mayor preponderancia a la simbología española. Una vez más constato cómo los nacionalistas, sean de Vox o de la CUP, en lugar de sentir empatía hacia los otros nacionalistas y entender la veneración a sus símbolos igual que la practican con los suyos, luchan por eliminarlos en lugar de respetarlos y aceptarlos.
Si en lo económico no encuentro nada en el programa de Vox catastrófico (incluso estoy a favor de algunas medidas como la rebaja/eliminación de algunos impuestos, la reducción de trabas para crear empresas y las ayudas a los autónomos, aunque no dejen de ser promesas), en lo político –con lo que estoy en desacuerdo en casi todo- sí que algunas medidas que proponen me parecen harto peligrosas como la de ilegalizar a los partidos independentistas. Una cosa es quitar del juego político a un partido que es un altavoz de una organización terrorista como en su día pasó con Batasuna, y otra es pretender dejar sin representación parlamentaria a millones de personas por defender una opción legítima. Y lo peor no es sólo que es injusto y que sería poco democrático, es que conduciría a una mayor radicalización del movimiento independentista que buscaría otras alternativas no políticas. Pero en general si se leen sus “100 medidas para España” hay mucho más radicalismo en Bildu o la CUP e incluso en Podemos que en Vox. De hecho, convocar manifestaciones contra resultados electorales y sentencias judiciales, algo habitual en algunos partidos españoles últimamente, es una actitud mucho más antidemocrática que presentarse a unas elecciones.
Y es que otra consecuencia peligrosa que puede tener el auge de Vox (que no deja de ser una reacción a las acciones de otros como lo es también la mayor abstención, algo que debería preocuparnos también, incluso quizás más) es que los extremos se alimentan y no creo que en España necesitemos más de eso, ni de izquierdas ni de derechas ni de ultranacionalistas, sean incluyentes o excluyentes. Por desgracia la incompetencia de PP y PSOE en lograr pactos de estado sobre temas importantes durante décadas y el reciente pacto de Sánchez con algunas de estas fuerzas para llegar y mantenerse en el poder crea un precedente para que el PP y Cs se apoyen en Vox para conseguir sus objetivos pero espero tengan suficiente entendimiento, aunque sólo sea por estrategia electoral, como para no hinchar aún más al populismo como erróneamente ya hizo el PSOE tras las municipales de hace 3 años. Eso, y hacer las cosas mejor, que ese el mejor antídoto contra él. De todos modos, el votante es soberano y hace lo que quiere y hay que respetarlo. Esa es la esencia de la democracia… junto al respeto a las normas de convivencia, claro.
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