Unos consejos bursátiles

Cada día estoy más convencido que el inversor minoritario, el que quiere conseguir una rentabilidad para sus ahorros que venza a la inflación (es decir, que incluyendo impuestos y comisiones obtenga un 5% bruto anual), no debería estar invertido tanto tiempo como aconseja la industria financiera ya que se arriesga a, por ganar un 2% neto, a pérdidas a revaluación de, fácil, un 20% ya que cada cierto tiempo hay desplomes bursátiles puntuales, especialmente si se invierte en valores concretos y no en índices. Basta con ver en cualquier ránking de bolsa del pasado año de los componentes del Ibex mismo la enorme diferencia que hay entre el mínimo del año, el valor de hace 12 meses y el actual.

Por eso creo que es mejor esperar los momento de pánico para comprar o, dicho de otros modo, prefiero la inversión activa que la pasiva. También es cierto que para ser un inversor activo hace falta disciplina para cortar las pérdidas y no convertirse en uno pasivo a la fuerza y, aunque se tenga esa fuerza de voluntad, hay quien dice que no tiene tiempo para seguir los mercados y prefiere comprar y olvidarse o incluso ir haciendo aportaciones mes a mes “esté como esté”. Es una opción comprensible pero no deja de sorprenderme que tantas personas ocupen más tiempo en gastar que en ahorrar cuando ambas actividades son gracias a un dinero que, en general, sale de un duro trabajo que implica muchos madrugones. La diferencia entre un televisor y otro o entre un automóvil y otro debe ser estudiada antes de hacer una elección, estoy de acuerdo, pero ¿por qué no hacer lo mismo a la hora de decidir qué hacer con el dinero que tanto ha costado ganar cuando no se gasta y que nos puede ayudar a conseguir ese televisor o incluso ese automóvil que más nos gusta?

Formarse para invertir es fácil y la gama de productos es enorme. Además, existe la ventaja de poder comprar fondos e irlos rotando dentro de una misma entidad para ni siquiera tener que seguir valores concretos. Incluso al que cree que la mejor opción es comprar y esperar sin moverse, la posibilidad de adquirir un fondo referenciado a un índice elimina ese riesgo que hemos visto antes de no elegir bien las acciones de la cartera porque diversificar es lo ideal pero muchos no tienen el suficiente dinero como para seguir 10 o 15 inversiones diferentes. Y volveríamos al problema del tiempo. Es por eso que nadie debería seguir con la cantinela de “este es un valor seguro” porque una acción que cae en unos meses lo que cayó por ejemplo en 2019 Telefónica, puede ser de una gran empresa y sin embargo provocarnos un agujero económico. No confundamos solidez empresarial con atractivo bursátil.

En cualquier caso, quiero recomendar cuatro reglas básicas (gracias a David García por recordarlas) que hizo el español José de la Vega, judío cordobés que en Amsterdam escribió lo que es considerado el primer libro de la Historia -en 1688- sobre el mercado de valores “Confusión de Confusiones”:

Regla nº1: Nunca asesores a nadie sobre la compra o venta de acciones. Donde adivinar correctamente es una forma de brujería, los consejos no se pueden dar a la ligera.

Regla nº2: Acepta tanto los beneficios como las pérdidas. Lo mejor es tomar lo que llega y no esperan que la suerte y las circunstancias favorables perduren.

Regla nº3: Los beneficios en el mercado de valores son como el tesoro de un duende: en un primer momento es un engendro, después carbón, luego diamantes y finalmente guijarros.

Regla nº4: El que quiera llegar a ser rico con este juego tiene que tener dinero y paciencia.

¿A que suena actual?

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