China, ese aún gran desconocido

Los europeos estamos acostumbrados a ver en los mapamundis a Europa más grande de lo que en realidad es y en el centro del globo terráqueo cuando en realidad formamos una pequeña parte de uno de los dos hemisferios.
Aunque sea una aberración geográfica nos creemos que tiene sentido ya que nuestra cultura y valores son sin duda los que más se han extendido por el mundo. Esto se debe sobre todo a que casi todos los países han estado ocupados por europeos, especialmente británicos y españoles. De hecho, si comprobamos los valores morales y las leyes que rigen en todas partes parece que todas han bebido en los 10 mandamientos judeo-cristianos. Sin embargo, esta visión no es la que tienen en China. Ellos llaman a su país Zhōngguó, literalmente “Nación del Centro” y un mapamundi habitual en las escuelas chinas parece demostrarlo:
Por otra parte, ellos tienen una cultura muy antigua que, de hecho, fue superior a la occidental durante muchos siglos. Mientras Europa sufría un parón de varios siglos –por no decir retroceso- tras la caída del Imperio Romano, China – que ya había formado una unidad política un par de siglos antes de nuestra era (desde entonces hubo muchas guerras, divisiones, reunificaciones y varios cambios de dinastías)- era la primera potencia mundial en lo tecnológico (inventaron desde el papel a la carretilla pasando por la pólvora), en lo manufacturero (por ejemplo, exportando porcelana por todo el mundo) financiero (fueron los primeros en usar papel moneda), en lo comercial (siendo la Ruta de la Seda su máxima expresión), en el tamaño de las ciudades (la ciudad china de Chang’an fue la primera en alcanzar un millón de habitantes en el siglo VIII, algo que en Europa consiguió Londres mil años después) … Y por supuesto sus valores estaban directamente vinculados al budismo, para nada ellos creen deber nada al judeo-cristianismo (por más que sí que en algo les debió influir puesto que partes de su territorio, a lo largo de la Historia, han estado ocupadas por extranjeros occidentales).

Es cierto que la Revolución Industrial cambió todo esto. La estructura burocrática china impidió que el país evolucionara y cayó en la decadencia mientras Occidente mejoraba espectacularmente. En los últimos siglos hemos estado muy por delante y la superioridad financiera y tecnológica de los Estados Unidos, fiel heredero de la cultura y los valores europeos, han funcionado en el mundo incluso de forma más eficaz que el antiguo colonialismo británico o español. Pero la superioridad tecnológica occidental se está acabando: los móviles Xaomi son difícilmente superables en relación calidad/precio, los usuarios afirman que WeChat mejora Whatsapp, por mucho que no guste a muchos Huawei es el líder del nuevo 5G… aún les falta mucho en algunos sectores (automoción, fabricación de aviones comerciales, mejor imagen de calidad etc.) pero no debemos olvidar que su mercado es mayor que el nuestro y que ni siquiera necesitan convencernos de la “bondad” de sus productos, les basta con que la tendencia a un mayor consumo nacional continúe.

Sin querer entrar en excesivos detalles para no alargarme demasiado, creo es necesario que dejemos de lado nuestro “europacentrismo” y empecemos a ver el mundo desde su punto de vista para poder comprender la nueva situación. No tiene sentido cuestionarse cuál de las dos visiones es la correcta (aunque la mayoría creamos que la nuestra) sino conocer la suya, con respeto, incluso la que no compartimos ya que es evidente que el centro económico y financiero global está cada vez más cerca de Oriente. No es cuestión de tomar partido sino animar, sin tomar bandos, a tener una visión desapasionada, con la mayor objetividad posible, de China. Sin olvidar las raíces culturales que son en gran parte responsables de la idiosincrasia del régimen actual, su modelo económico capitalista-intervencionista que, lógicamente, nos desconcierta, es algo que no deberíamos ignorar.

Ahora es evidente que la irresponsabilidad de no vigilar sanitariamente sus mercados (no es la primera vez que una enfermedad sale de la manipulación de los alimentos que hacen allí) y la ocultación -propia de una dictadura- de la gravedad de la enfermedad y de sus consecuencias, colocan en la picota a China pero no deberíamos olvidar primero que hay temas que no sabemos (por ejemplo, parece que las propias autoridades de Wuhan ocultaron la gravedad del brote a Pekín), segundo, que se sabe que la comunidad china en España alertó a comienzos de marzo a las autoridades españolas y nadie les hizo caso (¿quién es pues más culpable cuando se sabe que un confinamiento estatal, o al menos el de Madrid, una semana antes hubiera podido evitar miles de muertes?) y, finalmente, que un gobierno no es el espejo exacto de todo un país, sobre todo si es una dictadura en la que no se puede responsabilizar a los votantes de su elección, como sí deberíamos en democracias.

El caso es que es un país que pronto dejará de ser el más poblado superado por la India pero económicamente está ya preparado para destronar a los EUA en pocos años, no podemos dejar de contar con él y debe dejar de ser un gran desconocido. ¿El primer paso? Dejar atrás los prejuicios.

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