Escepticismo razonado

 ¿Sabía el gobierno Aznar que el 11-M fue obra de islamistas a la par que afirmaba que era ETA, conocía Bush que no había armas de destrucción masiva en Iraq cuando decidió la invasión, estaba el rey a favor del 23-F, estuvieron los servicios secretos norteamericanos implicados en la muerte de Kennedy…? Incluso en la actual sociedad de la información no existe unanimidad ni pruebas concluyentes que nos lleven a dar una respuesta que además somos conscientes que mañana puede ser diferente por nuevos testimonios o revelación de documentos hoy ocultos. Esto que sucede en la historia más actual nos debe llevar a ser muy escépticos con los relatos que conocemos aún más antiguos. Voy a poner dos ejemplos:

1) Hace unos años me leí una biografía de Millán Astray, el fundador de la legión, y en un momento dado el autor recordó la famosa anécdota que voy a recordar aquí tomándola de la web https://www.curistoria.com/ :

“Era el 12 de octubre de 1936 y en el paraninfo de la Universidad de Salamanca las palabras iban y venían mostrando unas posiciones que eran extremistas. El general estaba acompañado por muchos simpatizantes, entre ellos, un grupo de legionarios armados. En un determinado momento, después de un pequeño discurso, Millán-Astray dijo la famosa frase: “¡Muera la inteligencia! ¡Viva la muerte!”. La respuesta de Unamuno, hasta aquel momento comedido, a tales palabras fue: “Este es el templo de la inteligencia ¡Y yo soy su supremo sacerdote! Vosotros estáis profanando su sagrado recinto […] Venceréis, pero no convenceréis. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta; pero no convenceréis, porque convencer significa persuadir. Y para persuadir necesitáis algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil pediros que penséis en España”.

Pues bien, en el libro que me leí daban hasta 5 versiones diferentes a ésta tomadas de prensa de la época, biografías de otros autores e incluso de entrevistas a participantes del suceso. Hasta hace pocos años aún vivían estudiantes que presenciaron el acto en directo, fueron cientos, había periodistas, estaba la esposa de Franco, la anécdota fue tan famosa que se les preguntó por ella a sus protagonistas reiteradamente los años posteriores…y aún no sabemos si el relato de lo acaecido es el que he transcrito aquí u otro. Esto es importante porque resulta que en un discurso público a centenares de personas y en castellano de hace menos de 8 décadas no sabemos quién dijo qué ni por qué.

2)Tuve la oportunidad de leer en 2010 dos obras de César Vidal escritas hace 30 años y que a día de hoy están descatalogadas. En una dejaba claro entre otras cosas que Franco había ganado la guerra gracias al apoyo militar de Hitler y minimizaba el apoyo soviético, justo lo contrario de lo que cree en la actualidad (y en ambos casos con pruebas documentales) y en la otra (es una biografía de José Antonio muy interesante) narra el ambiente político en España en los años anteriores a la Guerra Civil de una forma completamente diferente a como lo hace ahora. Insiste en la victoria electoral de los republicanos en 1931, en la legitimidad de los resultados del Frente Popular en 1936, a los que por cierto describe como nada extremistas y simples reformistas, critica duramente a la derecha política “filonazi” de entonces y los considera culpables casi en exclusiva de la guerra…no entro en más detalles, porque lo que quiero es resaltar la idea de cómo una misma persona, incluso apoyándose en documentos, puede en una o dos décadas variar completamente su percepción de la realidad que cuenta.

En resumen, ni cientos de testigos nos garantizan una versión fiable, y un mismo narrador nos puede dar, dependiendo de su propia evolución vital, una versión completamente diferente de un mismo hecho. Creo esto nos debe hacer reflexionar sobre lo escépticos que debemos ser con la Historia. Y si esto nos pasa con la contemporánea, qué decir de la Antigua o incluso de la Prehistoria, de la que se hacen aseveraciones que a mi juicio rozan la ciencia ficción. Y sin embargo, hay millones de personas que están convencidas y repiten textualmente palabras que creen que un judío que hablaba en arameo pronunció hace dos mil años. Y se toman como ciertas cuando tardaron decenas de años en llegar a un medio escrito, pasando de persona a persona, del arameo al griego y al latín ni se sabe cuántas veces e incluso ignorando el contexto y la entonación. Tampoco poseemos el primer texto con lo que no podemos valorar los añadidos y restas de las sucesivas transcripciones.

Sé que hay millones de personas con cultura y escepticismo científico que son cristianas y para mí es inconcebible que no tengan el mínimo espíritu crítico como para negarse a aceptar lo que es evidente: no tenemos ni idea de lo que dijo Jesús. Ni idea.  

Conflictos en el mundo

 Muchas partes del mundo se están volviendo más problemáticas. Esté atento a posibles shocks en Guinea Ecuatorial, Sierra Leona y Laos


Marcas más valiosas del mundo

 La clasificación de las marcas más valiosas del mundo, realizada cada año por la consultora Kantar, demuestra una vez más el dominio de los representantes tecnológicos. Con un crecimiento interanual del 64%, Amazon lidera de nuevo este 2021 el ranking, con un valor de 684.000 millones de dólares. Apple, en segundo puesto, crece un 74% y su valor es ya de 612.000 millones de dólares. Google, valorado en 458.000 millones de dólares este año, sube al tercer puesto por delante de Microsoft (410.000 millones). Con la crisis sanitaria, las marcas tecnológicas son globalmente las que más han aumentado su valor.


Infografía: Amazon y Apple, las marcas que dominan el mundo en 2021 | Statista 

Migraciones exteriores en España (datos de 2020)

 


Mejores ciudades donde vivir

 el 'Global Liveability Index', se elabora comparando elementos que contribuyen a la calidad de vida de los habitantes, agrupados en cinco apartados: infraestructuras, sanidad, cultura y medio ambiente, educación y estabilidad. La lista completa, en cuyos diez primeros puestos no aparece ninguna ciudad española o latinoamericana, se compone de 140 ciudades. El Covid19 ha influido mucho en el ascenso durante este año de algunas ciudades asiáticas y descenso de otras europeas.



La contaminación no es sólo industrial

La ecología es una ciencia muy discutida porque se ha ideologizado mucho y de hecho, hay partidos políticos que la utilizan como su primer argumento como por ejemplos Los Verdes de Alemania que según las encuestas son, a día de hoy, los segundos en intención de voto allí. Por supuesto me refiero a la tercera definición que da la R.A.E. del término ecología: “Defensa y protección de la naturaleza y del medio ambiente”. Y claro, ¿quién no va a estar de acuerdo con eso? El problema surge con las prioridades ya que es indudable que gran parte de las comodidades actuales han llegado a costa de empeorar nuestro entorno natural, empezando por lo más básico: nuestro veloz aumento numérico. Somos una especie depredadora que ha ido modificando con su crecimiento todo el planeta llegando esa influencia incluso al clima.

Sin querer entrar en polémicas sobre la acción directa del ser humano sobre el clima, es evidente que muchas de las actividades que practicamos, como por ejemplo quemar hidrocarburos, no son buenas para el planeta pero pocos querrían prescindir de calefacciones, productos que vienen en camiones, aviones etc. Incluso ahora que parecemos concienciados hacia el coche eléctrico, su impacto ecológico tampoco es neutro ni mucho menos, tanto por la necesidad de extraer metales y traerlos desde muy lejos como por el problema del reciclaje de algunos componentes. Todos queremos vivir mejor y además nos cuesta mucho renunciar a comodidades una vez que nos hemos acostumbrado a ellas. La cada vez mayor conciencia ecológica en Europa no ha variado eso: podemos prescindir de bolsas de plástico, reciclar nuestras basuras, pagar impuestos “ecológicos”, seguramente renunciemos sin demasiados problemas a nuestros coches de combustión pero todo eso no parece que sea suficiente ni a nivel local (ni limitando el tráfico desaparece la insalubridad del aire en muchas de nuestras ciudades por ejemplo) ni para frenar el aumento poblacional global y la falta de esa misma conciencia en otros países.

Tradicionalmente siempre hemos pensado que es la actividad industrial la que desde siempre más problemas ha causado al medio ambiente y ésta va a más por el desarrollo de nuevas potencias económicas como China y la India y el aumento del consumo que ello ha supuesto. A mayor crecimiento económico, mayor desgaste ecológico. Eso hasta ahora ha sido cierto, ¿seremos capaces de variar eso, sabremos conjugar nuestra calidad de vida material con la calidad ambiental? En teoría, si no fuéramos cortoplacistas deberíamos ser capaces puesto que un planeta sano es la mejor garantía de una mejor existencia para el hombre. Pero es que además, más allá del tema industrial y energético, hay un frente en el que el ecologismo está insistiendo y en el que no le falta razón como es el de la alimentación. Aparte de lo que ya sabemos sobre que el consumo de carne (y hay consenso en que deberíamos reducirlo) implica más gasto de recursos, especialmente hídricos, que el de vegetales o de que deberíamos preferir productos de cercanía tanto por ser más saludables como por la reducción de lo que llaman la “huella ecológica” que supone el transporte hasta nuestra mesa, se está empezando a insistir en la reducción de las granjas de engorde por su efecto en el cambio climático. Y es que no es nuevo que uno de los gases que más daño hacen a la capa de ozono (contra la que se actuó desde la comunidad internacional con éxito ya que se sabe que se está reduciendo) es el metano, gas que en gran parte sale de las enormes ganaderías vacuna –sobre todo- y ovina que existen por nuestros hábitos alimenticios.

La cría de animales para la producción de carne y lácteos supone un 16,5% de la emisión global de gases de efecto invernadero. Recomiendo que veáis este Modelo de Evaluación Ambiental de la Ganadería Mundialelaborado por la FAO en el que por ejemplo comparan el desempeño de diferentes productos expresando las emisiones por kilo de proteína lo que genera esta imagen:

Pero también hablan de otros muchos efectos adversos para el medio ambiente de tantos animales. Y es que el sector ganadero es responsable, además de un tercio de las emisiones antropogénicas de metano, de dos tercios de las de óxido nitroso, dos potentes gases de efecto invernadero que atrapan más calor que el dióxido de carbono. Además, se atribuye hasta un 60% de toda la pérdida de biodiversidad a cambios en el uso de la tierra derivados de la cría de animales ya que hasta el 80% de toda la tierra agrícola se dedica a la ganadería o al cultivo de su forraje.

Lo peor de todo esto es que sabiendo del impacto ecológico de esto, incluso conociendo que la mayoría de nutricionistas recomiendan que consumamos menos carne, lo cierto es que, al menos en Europa, la mayor parte de la cría industrial de animales y los cultivos usados para engordar los animales así criados hasta su matanza, son subsidiados por nuestros gobiernos. Como dice Paul Gilging (ex CEO de Greenpeace International) “Al sostener prácticas contaminantes, los países están literalmente pagando a las empresas para que dificulten el cumplimiento de las metas de emisiones fijadas por el acuerdo de París de 2015 sobre el clima”. Aunque qué podemos decir en España cuando subvencionamos una actividad tan contaminante como la del carbón…

Más allá de discusiones, incluso entre los propios científicos, sobre la incidencia o no de determinadas actividades y la irresponsabilidad de viejas erróneas e hiperbólicas predicciones apocalípticas que tanto daño pedagógico han hecho (hasta el punto de que muchos ya no se toman en serio riesgos ciertos) la necesidad de cuidar mejor nuestro entorno debe estar fuera de toda duda y sería absurdo que la economía, como ciencia social, no lo tuviera en cuenta. Subsidiar actividades que nos perjudican es un sinsentido… también económico.

Creencias y tolerancia

 
Esta pequeña pero gran frase me representa: No quiero creer, creo saber. Y además en mi opinión ha sido la clave del gran avance cultural y tecnológico del ser humano: no resignarse a pensar que todo es obra de algún engendro inventado por el hombre para explicar lo que no era explicable en ese momento, sino indagar hasta conseguir la respuesta. No creer que el Sol es un Dios, saber qué es el Sol. No obstante, hay tantas cosas que no sabemos que todos, hasta los más racionales, tendemos a creer en algo. 

Sin embargo, yo diferencio entre lo que creemos siguiendo la lógica y nuestros conocimientos, lo que creemos de forma intuitiva y lo que creemos porque alguien nos ha convencido de ello sin aportar prueba alguna. Pongo algún ejemplo. Del primer caso es fácil: yo puedo creer que aprobaré un examen si estudio mucho ya que siempre que he estudiado mucho ese ha sido el resultado, hay una causa/consecuencia basada en nuestra experiencia que además está basada en algo racional como que aprendiendo sobre un tema se contesta mejor a lo que te preguntan sobre ese tema. 

Sin embargo, ¿cómo podemos diferenciar lo que creemos de forma intuitiva con lo que nos hacen creer, bien por nuestra educación desde la infancia, bien porque nos convencen ya de adultos? Para ello yo utilizo la parábola de la isla desierta: si alguien se cría completamente solo en una isla sin ningún otro ser humano, podría llegar a creer en la existencia de un Dios creador, o en extraterrestres o en la influencia de los astros... aún sin pruebas, simplemente por intuición (que puede o no estar equivocada, ese es otro tema), sin embargo jamás sin la influencia de alguien podría llegar a creer que alguien conoce el futuro o la personalidad de alguien consultando la posición de los planetas en el momento de su nacimiento, ni creería en la reencarnación ni en Jesús, Mahoma, vírgenes o santos... De hecho cuando los españoles llegaron a América en tiempos de Colón, nadie sabía nada sobre la religión cristiana, lo que prueba que es algo aprehendido de otros, no algo que surja del cerebro de uno mismo o de su "alma". 

Dicho esto, el que yo prefiera saber a creer, que crea en cosas basándome en mi experiencia vital y en razonamientos lógicos y que no entienda por qué tanta gente cree a otras personas que no sólo no aportan ninguna prueba de lo que dicen, además son creencias que desafían nuestros conocimientos y hasta nuestra inteligencia, no quita para que respete al que piense así. Históricamente han sido los fanáticos los que no permitían a los demás no creer en lo que ellos creían, no les pagaré con la misma moneda. Que cada uno crea lo que quiera. Eso sí, lo menos que deberían hacer quienes creen sin pruebas es plantearse por qué si en su vida diaria se fían de sus conocimientos, de su experiencia y de la lógica, luego creen en hechos y cosas que no pueden ni ocurrir ni existir según todo eso.

Bimbo y Panrico, el origen del donut español

  (esta historia no está incluida en mi último libro  La prehistoria, y algo de la historia, de 66 empresas: Nacionales y extranjeras, todas...