(esta historia no está incluida en mi último libro La prehistoria, y algo de la historia, de 66 empresas: Nacionales y extranjeras, todas famosas, que te animo a adquirir)
Ernst Werner M. von Siemens nació
en 1816 en lo que hoy es Alemania, y fue el cuarto de catorce hermanos, si bien
el mayor varón, hecho que le convirtió en el “padre” de familia tras la muerte
de su madre en 1839 y de su padre, agricultor, en 1840. Tras la secundaria, se
planteó ingresar en la Academia de Arquitectura de Berlín porque estaba muy
capacitado para los estudios pero la falta de recursos le llevaron a ingresar
como cadete en el ejército prusiano en 1834. No obstante, continuó su formación
y de 1835 a 1838 realizó estudios de matemáticas, física y química, como parte
de su formación de oficial, en la Escuela de Artillería. Llegó a teniente. Estos
estudios técnicos le dieron una buena base para su futura labor en lo que sería
el nuevo campo de la ingeniería eléctrica.
Cuando él y sus hermanos quedaron huérfanos, tuvo que
tomar muchas decisiones, y aparte de colocar a algunos de sus hermanos en casas
de parientes, se propuso exprimir al máximo su talento técnico para hacer
invenciones comercializables con las que ganar dinero. Fruto de ese empeño fue
el desarrollo de una técnica de plateado y dorado por galvanoplastia, parte de
cuyo trabajo experimental la realizó en… la cárcel. Acabó allí por actuar como
padrino en el duelo de un amigo suyo artillero contra un oficial de infantería.
Aunque el asunto terminó con solo una herida leve hubo un consejo de guerra
contra todos los participantes. Las penas fueron de cinco años de cárcel para los
padrinos y de diez para los duelistas. Ahí se pudo acabar la carrera de Ernst
Werner pero no se rindió y quiso aprovechar el tiempo creando un pequeño
laboratorio en su celda con productos y utensilios que le iba trayendo a
escondidas un conocido suyo, cómplice de un químico que vendía materiales de
este tipo.
Sin embargo, las autoridades solían ser muy duras en
el juicio para dar ejemplo pero solían indultar después tras unos meses en
prisión. La noticia de la medida de gracia no fue recibida con agrado por el
inventor porque estaba en medio de un descubrimiento. De hecho, como la
liberación era inmediata, solicitó que le dejaran unos días más en su celda. No
le hicieron caso y se lo tomaron como un desprecio al indulto. Siemens obtuvo
la primera patente para su proceso de plateado y dorado, y a partir de aquí
inició su comercialización, que llegó a ser internacional. Con ello estaba
poniendo en marcha un negocio familiar de nuevas tecnologías, en el que irían
participando sus hermanos y otros parientes. Destacó por su ingenio científico
en todas las ocupaciones que le dieron durante su etapa militar. Por poner dos
ejemplos: para proteger un puerto de una incursión naval enemiga, ideó un
sistema de minas submarinas detonables eléctricamente y, encargado de los
fuegos artificiales para una fiesta en honor del cumpleaños de la zarina rusa,
hermana del rey de Prusia, los creó con una espectacularidad y riqueza tal de
colores que dejó fascinados a los espectadores.
Su ingenio (años después inventaría el cable de agua y
descubrió el uso de la gutapercha, sustancia plástica extraída del látex)
le llevó a crear un nuevo tipo de telégrafo en 1847 y con el apoyo de un amigo
apellidado Halske, y el capital de su primo banquero, funda en octubre de ese
año la Telegraphen-Bauanstalt von Siemens und Halske. Werner dejó poco después
el ejército para concentrarse en la nueva empresa. Fundada en un piso interior,
en apenas un año la nueva empresa ya estaba construyendo la primera línea
telegráfica de larga distancia de Europa, conectando Berlín con Frankfurt. El
éxito le llevó a tener más y más contratos siendo quizás el culmen, veinte años
después, la creación de la línea telegráfica indo-europea, que unía Calcuta con
Londres.
A su labor decisiva en el amanecer industrial de las
dinamos en la década de 1860, le siguieron muchos otros avances. A mediados de
la década de 1870 desarrolló un nuevo modelo de altavoz. En 1879, presentó el
primer ferrocarril eléctrico del mundo con fuente de energía externa. Al año
siguiente, construyó el primer ascensor eléctrico para pasajeros. En 1881 puso
en marcha el primer tranvía eléctrico del planeta. Siemens tuvo siempre un
talante liberal y progresista que cultivó en su actividad política (en la cual
llegó a ser diputado) y que también puso en práctica como empresario: redujo la
jornada laboral de sus empleados a 9 horas diarias, estableció fondos de
pensiones para ellos, abarcando no solo la jubilación e incapacidad sino
también la eventual viudedad de cónyuges y orfandad de hijos, les otorgó
participaciones en beneficios… Ernst Werner fue ascendido a la nobleza en 1888,
con lo cual el apellido familiar pasó a ser «von Siemens». Murió en 1892.
En cuanto a la empresa, desde sus inicios fue tan
internacional que pronto se convirtió en una multinacional que abarcó muchas
actividades. A España llegó a 1895 siendo el tranvía al Tibidabo en Barcelona
de sus primeros contratos aquí. Para acceder a nuevas opciones de
financiamiento y optar a proyectos cada vez más importantes en la incipiente
industria eléctrica, la empresa se abrió al mercado de capitales cambiando en
1897 su forma jurídica a la de una empresa ya no sólo familiar llamada Siemens
& Halske AG. El 8 de marzo de 1899, sus acciones se negociaron por
primera vez en la Bolsa de Valores de Berlín.
Durante décadas fue un conglomerado de diferentes
nombres unidos por un accionariado común, y casi todos con alguna referencia al
apellido Siemens, hasta que en 1966 Ernst von Siemens, nieto del fundador y
máximo responsable de la empresa desde 1949 (a lo que ayudó que naciera en
Reino Unido, lo que lo alejaba -al menos estéticamente- de la administración
bajo el régimen nazi), las une todas bajo la marca Siemens AG. Su éxito ha
pasado por crisis y guerras mundiales y, como ya vimos con otras empresas alemanas
como Deutsche
Bank,
Bayer
o Porsche
y Volkswagen, ni siquiera sus “pecados” durante la
Segunda Guerra Mundial (la explotación de prisioneros de guerra como
trabajadores esclavo o la ayuda técnica a las campañas de exterminio, por poner
dos ejemplos) acabaron con ella. Hoy es la mayor fábrica industrial de Europa,
y sería muy breve enumerar en qué países no tiene sucursales.