ALSA, de Luarca a conquistar las carreteras españolas

    (esta historia no está incluida en mi último libro La prehistoria, y algo de la historia, de 66 empresas: Nacionales y extranjeras, todas famosas, que te animo a adquirir)

En 1923 se constituye la sociedad Automóviles Luarca, S.A. (A.L.S.A.), así comienza la historia de esta multinacional asturiana, si bien su inmediato antecesor es una empresa de diligencias, nacida en Luarca en el año 1889, conocida como Ferrocarrilana. Unía la villa asturiana con la ciudad de Oviedo en quince horas de viaje. Una década después, la empresa se hizo con algunos vehículos de vapor y cambió su nombre por El Luarca, automóviles de viajeros. Mejoró su ruta a la capital del Principado reduciendo el trayecto ocho horas. "Automóviles El Luarca" realiza su primer viaje con un coche de motor de gasolina en junio de 1916. A partir de ese momento ALSA va creciendo y expandiéndose, superando la prueba de fuego de la guerra civil y la dura postguerra.

Sin embargo, la historia de esta empresa hay que buscarla al menos un par de siglos antes ya que los antepasados de la familia Cosmen se dedicaban, al menos desde 1728, al transporte de mercancías y pasajeros a Castilla a través del puerto de Leitariegos, en la montaña asturiana. ¿Y quiénes son los Cosmen? La familia ya aparece en documentos del siglo XII como asentada en Leitariegos y siglos después aparece involucrada en el transporte entre Asturias y León. Y ahora es cuando toca hablar de José Cosmen, nacido en Cangas del Narcea en 1928. En 1918 su padre Secundino funda en Cangas del Narcea “La Popular SA” que luego pasaría a ser la empresa “Cosmen”, dedicada al transporte de mercancías y pasajeros en Asturias. José estudia como perito industrial en Gijón y continúa el negocio familiar hasta que en 1960 ALSA compra la empresa y José Cosmen pasa a ser accionista.

Hasta ese momento ALSA apenas se había dedicado los duros años de postguerra a recuperar su flota. Sin embargo, ante la llegada de Cosmen la empresa empieza a expandirse dando el salto, primero, al mercado nacional y, posteriormente, a mercados internacionales, como Marruecos o China. La década de los sesenta y la entrada de José Cosmen en puestos ejecutivos cambia la historia, y bajo su dirección y liderazgo se inicia el constante crecimiento de la empresa, hasta convertirla en el mayor grupo español de transporte de viajeros por carretera y único presente en varios continentes. La ALSA de Cosmen en 1964 pone en marcha la primera línea internacional Oviedo-París-Bruselas (muy necesaria dada la alta emigración española hacia Europa) y el servicio regular Asturias-Madrid. Se produjo una modernización de la flota, con la incorporación de autobuses más modernos y confortables. 

Hay que tener en cuenta que para las nuevas generaciones, que han vivido el auge de la alta velocidad ferroviaria y el espectacular abaratamiento de los billetes de avión gracias a la liberalización, el autobús es como el pariente pobre de los medios de transporte de viajeros ya que es más lento y no necesariamente más económico. La internacionalización era la mejor opción para crecer. Por ejemplo, hace 60 años era impensable, como es hoy, que resulte más barato ir de Sevilla a Alemania en avión que en autobús. Mucho menos que un trayecto en Iryo u Ouigo sea más económico -y en menos la mitad de tiempo- para ir de Barcelona a Madrid, que en bus. Cuando ALSA empezó a expandirse en nuestro país apenas había alternativas de transporte que no fueran prohibitivas de precio, ni siquiera el tren, con una estructura ferroviaria escasa en cuanto no se iba de o hacia Madrid. Viajar en bus en un país grande con malas carreteras no era agradable pero las opciones eran escasas. En los últimos años el bus ha ganado glamour, no sólo por los nuevos modelos (que en muchos casos hasta incluyen wifi) de transporte, sobre todo desde que la entrada en la UE propició que llegaran fondos para mejorar las carreteras españolas.

El proceso de internacionalización de ALSA fuera del ámbito europeo se inicia en 1984 con la implantación en la República Popular China. El siguiente paso es la entrada en Marruecos mediante la adjudicación de la gestión del transporte urbano (algo novedoso para la compañía) de Marrakech, obtenida en 1999, al que siguió el de Agadir y más recientemente, el de las ciudades de Tánger y Khouribga. Empresas punteras en sus respectivas regiones (Galicia, Cantabria y Castilla y León) pasan a formar parte de ALSA en los años 90 lo que la convierte en líder en el transporte de viajeros por carretera en España. Aún lo sería más cuando en 1999, ALSA adquiere la empresa pública Grupo Enatcar. “Pepe” Cosmen en el 2000 fue “premiado” por el ayuntamiento de Oviedo al darle su nombre a la estación de autobuses de la ciudad

En 2005 ALSA es vendida a National Express y Cosmen (que no fallece hasta 2013) y sus hijos pasan a ser accionistas de esta multinacional británica. En 2007 también absorben el Grupo Continental Auto, segundo operador nacional de transporte de viajeros por carretera. Actualmente, ALSA tiene un producto intermodal con Iberia llamado 'Bus&Fly’, con un servicio (de momento en 25 ciudades) que permite combinar en un solo billete el viaje en autobús y avión. Y es que entre medios de transporte también funciona lo de “si no puedes luchar contra la competencia, únete a ella”.  Justo estos días se ha anunciado que ALSA absorbe a la británica National Express para crear una "potencia paneuropea del transporte" y por tanto la compañía asturiana asumirá desde 2026 la gestión de los negocios en Reino Unido.


El fracaso del colectivismo: los 'otros' alemanes

 Por desgracia, no conocemos a una cultura superior ajena que nos enseñe a hacer mejor las cosas y lo único que nos queda es aprender de nuestra propia experiencia, tanto de nuestra Historia como de las realidades de nuestro presente. Ambas nos dicen que las mejores sociedades del mundo respetan las creencias de cada cual manteniendo la religión separada del Estado, y allí donde eso no pasa la gente vive peor. También nos dicen que el sistema político menos malo es la democracia, una democracia con diferentes poderes que se contrapesen para evitar que nadie tome demasiado poder en su persona. Y también nos enseña que el mejor sistema económico es… el capitalismo. No hay duda respecto a ello, sea con mayor o menor intervención estatal, y se mida por los parámetros que se mida, los mejores países son sociedades capitalistas. Esto nos lo enseña el presente y nos lo enseña la Historia, pero cada equis años sale alguien que es capaz de convencer a un buen número de personas de que existe un sistema mejor aunque nadie tenga evidencia de él.

Mi opinión es que, como pasa con tantos términos, hay un gran desconocimiento de lo que es el capitalismo. Cada año la ONU elabora un ranking de los países más “felices” del mundo y utiliza en su cálculo el PIB per cápita, el “apoyo social”, la esperanza de vida, la libertad para tomar decisiones, la generosidad y la percepción de la corrupción. Los primeros puestos casi cada año son Finlandia, Noruega, Dinamarca, Islandia, Suiza, Holanda, Canadá, Nueva Zelanda… Todos capitalistas. Y justo uno de los menos capitalistas, Venezuela, es del que más huye su población en el mundo… y desde luego no se plantean irse ni a Cuba ni a Corea del Norte.Ni siquiera hace falta saber Historia pero ésta también nos confirma que los países cuya calidad de vida más ha mejorado las últimas décadas son los que se han pasado al capitalismo como China

Mucho se ha escrito sobre la Caída del Muro en 1989, aunque de aquel hecho histórico que algunos tuvimos la suerte de vivir en directo, lo que más me llama la atención a día de hoy fueron los resultados de las primeras elecciones generales en Alemania del Este tras décadas de comunismo y de monopolio político ejercido por el Partido Socialista Unificado de Alemania celebradas el 18 de marzo de 1990, apenas cuatro meses después. Durante décadas la República Democrática de Alemania había ejemplificado lo mejor del bloque soviético, alcanzando un nivel económico superior al de muchos países occidentales. Diez años antes de su disolución llegó a ser la décima potencia industrial del globo. Su sistema comunista de planificación estatal no era del todo rígido y permitía la existencia de pequeñas empresas privadas aunque básicamente todo era del Estado. Los sueldos (que no eran igualitarios ni mucho menos) y la mayoría de los precios estaban dictaminados por el Gobierno y, debido a las subvenciones, y salvo que fueran productos de importación, la cesta de la compra era bastante asequible. El mayor problema era la escasez que acababa siendo paliada por el mercado negro. Si alguien quería un coche, se apuntaba a una lista y unos años después, lo conseguía. Quien quisiera saltarse la lista, debía pagar a alguien y lo obtenía (por aproximadamente el triple de coste) por lo que la igualdad no era perfecta ni mucho menos, a lo que sumar los privilegios de los cargos del partido, claro. La vivienda se alquilaba al Estado y tampoco eran iguales para todos.

Y cuando, tras décadas de adoctrinamiento comunista, a los alemanes del este les tocó votar –repito, apenas cuatro meses después de caído el muro-, resulta que el antiguo partido comunista, ahora refundado como Partido del Socialismo Democrático, apenas obtuvo un 16,4% de los votos. Tenían vivienda a costes asequibles, educación, sanidad, escasez de lujos pero un nivel de vida superior a la media mundial, pleno empleo… y, sin embargo, a la primera oportunidad que tuvieron, dieron la espalda al partido que había sido el artífice de ese sistema. Sin entrar en la falta de libertades, en general se puede decir que la RDA disfrutaba de muchas de las reivindicaciones económicas que muchos personajes de la izquierda actual ahora demandan. Pero en ella también ocurría algo: casi todos los habitantes de la Alemania del Este, a pesar de todos los impedimentos técnicos que intentó el gobierno, podían seguir, en un idioma que entendían perfectamente, las retrasmisiones de los canales de TV y radio de la República Federal Alemana por lo que conocían de primera mano cómo era la vida de los “otros alemanes”.

Aquellas elecciones fueron como un plebiscito acerca del sistema económico y político votado por personas que conocían muy bien cómo se vivía en el bloque soviético, y que además eran conscientes de que, dentro de él, eran unos privilegiados. Y es un poco penoso que, décadas después, personas que no conocieron aquello, que en muchos casos ni siquiera eran adultos entonces, lo recuerden con nostalgia. Los sistemas colectivistas no funcionan, la gente que de verdad cambia el mundo no quiere que un burócrata le deje sin opciones de mejora, quiere un salario mejor que el de los demás si es más productivo que los otros, y prefiere montar un negocio en libre competencia y que los consumidores sean los que decidan su éxito o su fracaso.

En Alemania del Este la reunificación no fue fácil, costó mucho el cambio y la aparición del desempleo fue un shock económico para una sociedad que daba por hecho que el Estado aseguraba el trabajo, aunque la calidad de vida que hoy disfruta la mayoría de la población hubiera sido impensable antes del Muro. Aún queda una minoría de nostálgicos que idealizan aquella época pero quien la vivió en primera persona… la rechazó abrumadoramente apenas cuatro meses después de caído el Muro. Y lo mismo pasó en toda Europa del Este, incluida Rusia. Los partidos comunistas, en cuanto llegó la democracia y la gente pudo elegir, tuvieron todos resultados marginales. Por algo será.

Dejemos de jugar a futurólogos y centrémonos en lo prioritario

 Creo ser de los pocos que se ha leído la segunda y tercera parte de 2001: Una odisea del espacio. Su autor, Arthur C. Clarke, me encanta porque mezcla en casi todas sus obras ciencia real (él era un científico) y ciencia ficción, combinación que me seduce. Sin embargo, estas dos novelas no eran muy buenas, y si las cito es porque en la tercera, ambientada en 2061 y escrita en 1987, imaginaba una humanidad que había avanzado mucho (de hecho, se ha colonizado parte del Sistema Solar y una nave aterriza en el Cometa Halley) tecnológicamente hablando, pero consideraba que el acceso a grandes bases de datos iba a ser algo tan exclusivo que sólo algunos privilegiados tendrían acceso a ellas. Es decir, en 1987 a un escritor imaginativo, que de hecho predijo en sus novelas algunos avances que luego sucedieron como los satélites artificiales o incluso internet, no fue capaz de imaginarse algo tan común hoy como es Google. Es un ejemplo claro de lo imprevisible que es el futuro, incluso para alguien con grandes conocimientos y una gran imaginación. Tantas y tantas novelas leídas sobre el futuro desde mi juventud y no recuerdo ninguna que fuera capaz de prever la revolución de los móviles, y mucho menos la de las redes sociales, algo común en casi todo el mundo desde hace años. Demasiadas predicciones fallan.

 

Vamos con otro ejemplo: El Día de la Tierra –que se sigue celebrando- empezó el 22 de abril de 1970 como un evento en el que se pretendía advertir sobre el destino de nuestro planeta si no se tomaban las medidas adecuadas. Muchas de las predicciones que entonces se hicieron, la mayoría de científicos, alertaban de un negro fututo, decían que la civilización no duraría más de 30 años, la crisis ambiental impediría que el planeta fuera apropiado para la vida humana, en 15 años empezaría a escasear el alimento, la tasa de mortalidad se dispararía por el aumento del hambre, en 1985 la población urbana debería usar máscaras de gas por la polución, y ésta reducirá a la mitad la visibilidad de la luz solar; para el año 2000 no quedaría crudo, nacería una nueva Edad del Hielo por culpa de las chimeneas industriales y los aviones a reacción que cubrirán la atmósfera con su humo…en resumen, que nos extinguiríamos en poco tiempo. Y, sin embargo, somos más que nunca.

 

Probablemente tanto pesimismo fue contraproducente porque se han exagerado tanto las previsiones catastrofistas que al final mucha gente no las toma en serio. Y, sin embargo, es bueno especular sobre el futuro, por más que nos equivoquemos, hay que tener la vista puesta un poco más allá. Y claramente en 1970 se equivocaron, pero desde entonces la mayor preocupación por la ecología y el miedo al final de los combustibles fósiles han servido de mucho: se cerró el agujero de la capa de ozono que tanto preocupaba hace unas décadas, han aumentado las energías renovables, gran parte del mundo recicla… Y al final el mundo va a mejor, aumenta la población y la esperanza de vida. Soy consciente que igual que ocurre eso, también se puede truncar la racha, y por eso es positivo que alguien se preocupe por ello. Pero el inmenso error de promover una agenda climática en Europa tan contraproducente como para basar el suministro energético en el gas ruso, es imperdonable. En cualquier caso, lo importante no son los reproches sino tener claras las prioridades: ¿alguien se imagina a Zelensky, tras años peleando por la soberanía de su país, preocupado por si el uso de su armamento va a provocar con su emisión de gases un aumento de alguna décima en la temperatura del planeta en un futuro?

 

Y en el resto del mundo, a día de hoy el objetivo número uno tampoco es pensar en la evolución del clima a décadas vista, debe ser mejorar la economía de las personas. El motivo es evidente, es el mayor riesgo para nuestro actual modo de vida en el corto plazo, y podría hacer inútiles los esfuerzos por intentar mejorar el futuro. Sí, no exagero: un mundo con falta de recursos o con recursos inasequibles para un porcentaje importante de la población, provocará crisis sociales que pueden derivar en unas consecuencias muy graves. En España muchos se han creído que el no haber perdido el trabajo ni en la pandemia, les hace invulnerables a las crisis. Pero no es así, y además en un mundo globalizado, incluso si conseguimos lidiar con esta mala situación con ayuda de un estado del bienestar que sobrevive -desde hace demasiado- gracias a emitir más y más deuda, no podemos olvidar lo que puede pasar en el resto del planeta. Desde los problemas que puede haber en el resto de Europa (allí donde se consumen nuestros productos y donde residen muchos de los turistas que vienen a España) ea las hambrunas que pueden producirse en África (que incluso si por egoísmo no nos importaran, deberían hacerlo porque son potenciales olas de emigrantes desesperados). La situación a corto plazo es lo bastante dramática como para intentar minimizar al máximo la actual crisis energética.

 

Y la mejor forma de hacerlo es siendo pragmáticos, como están haciendo en Alemania con el carbón, la leña y las nucleares contra el discurso que llevaban pregonando desde hace años contra los combustibles fósiles. Hay que tener claras las prioridades y hacer lo que sea necesario para pasar el invierno. Yo no sé si el cambio climático –sea culpa del hombre o no- será tan negativo como dicen algunos ni si las actuales predicciones sobre la salud del planeta están equivocadas pero como buen escéptico, igual que pasan cosas buenas que nadie espera, también creo que pueden pasar cosas malas. Y visto el escaso desarrollo –para lo que se imaginaba hace medio siglo, otro fallo de las predicciones- de la carrera espacial, no parece que tangamos alternativa a corto plazo: o cuidamos nuestro planeta o tendremos muchos problemas en el futuro. Pero estamos hablando de España, no somos China o la India, el posible impacto negativo de los españoles es mínimo, dejemos esa preocupación en suspenso en nuestro país, e incluso en nuestro continente, que nosotros solos no vamos a cambiar la salud de un planeta de más de 4.500.000.000 de años.

Recordando 2007 sin una razón especial...

 El 8 de febrero de 2007, el banco HSBC advertía que sus provisiones de deuda incobrable serían un 20% más altas. El motivo aducido fue la crisis del mercado inmobiliario norteamericano (cuyos precios ya habían empezado a bajar en 2006): por primera vez en la prensa generalista se empezaba a hablar de hipotecas subprime y se empezaba a atisbar la crisis económica que se estaba fraguando. Es una efeméride que nos sirve de excusa para hacer un repaso de lo que ocurrió en aquellas fechas. Entonces no se vio como algo grave pero apunto un dato: el precio de la acción del HSBC cotizaba dos años después a un tercio del valor de ese día.

El 2 de abril de 2007 una empresa poco o nada conocida en España –New Century- pero que era el mayor prestamista de alto riesgo de los Estados Unidos, se declaró en bancarrota. Eso debió ser un gran toque de atención porque creyeron que se salvarían poniéndose en venta dada su gran cartera de clientes, pero nadie dentro del sector financiero les hizo oferta alguna; es decir, ya el resto de entidades financieras debían ser muy conscientes del problema. 

El 9 de agosto de 2007 la crisis cruza el charco y el mayor banco francés, BNP Paribas, congela la retirada de tres de sus fondos de inversión echándole la culpa a las hipotecas subprime. Ya es un clamor mundial, estos eran hechos muy claros que demostraban la existencia de problemas. Con todo y con eso, las bolsas siguieron subiendo, como ha pasado los últimos meses aunque la inflación sea alta, por ejemplo.

El 4 de septiembre de 2007 el Libor alcanza el nivel más alto desde diciembre de 1998 por el miedo a prestarse entre los bancos. 24 horas después el “Comptroller of the Currency for the United States Department of the Treasury” John C. Dugan afirmó: "El sistema bancario nacional sigue sano y salvo". Un inciso: a pesar de haber dicho aquella patochada (o quizás tal vez por decirla) no sólo no perdió prestigio este personaje, es que en noviembre de 2018 fue nombrado presidente de Citigroup.

La crisis era tan evidente que la Fed recortó en medio punto (en lugar de en un cuarto como creían los que pensaban en una bajada) el tipo de interés el 19 de septiembre de 2007 hasta el 4.75% rompiendo 13 meses de estabilidad. Esto llevó a que Wall Street marcara nuevos máximos históricos ese octubre (el Ibex lo hizo en noviembre, los famosos 16 mil nunca vueltos a vislumbrar) ignorando en sus cotizaciones todo el torrente de malas noticias que se estaban acumulando y demostrando dos cosas: una, que la fe en que la Fed lo controla todo estaba (y probablemente lo está) equivocada y dos, que la renta variable no es un buen indicador para la economía real (y ahora tampoco lo es) ya que los escenarios que descuenta pueden ser erróneos, tanto cuando se desploma como cuando sube sin parar.

El 24 de octubre de 2007 Merrill Lynch (que en menos de un año se vio obligada a dejarse comprar por el Bank of America para no acabar como Lehman Brothers) anunciaba las mayores pérdidas crediticias de su historia: casi ocho mil millones de dólares. Otro inciso más: Una semana después su director ejecutivo, Stan O´Neal, el segundo mejor pagado del sector, deja su cargo con una indemnización de 161,5 millones de dólares.

En diciembre, la Reserva Federal vuelve a bajar los tipos pero no consigue nada: la economía y los mercados financieros no dejan de empeorar durante 2008. La caída bursátil del sectorial financiero se aceleraba mientras los propios bancos, a pesar de sus servicios de estudios y de su conocimiento interno de los mercados, se mostraban incapaces de frenar su propio deterioro. Otro inciso: esta es la mejor prueba de que ni los bancos ni los analistas (ni nadie) conoce el futuro y por eso es erróneo asignarles sabidurías predictivas.

-16 de marzo de 2008, domingo: JP Morgan Chase compra Bear Stearns por dos dólares por acción. Un año antes, las acciones de Bear Stearns cotizaban en 170. Pero hay otro dato que llama la atención; la adquisición a dos dólares supuso un descuento del 93% de su precio de cierre del viernes anterior demostrando que los inversores no eran, ni un año después de continuas malas noticias, conscientes aún de lo mal que estaban las cosas. Quizás por eso todavía Lehman Brothers cotizaba por aquellas fechas a 40 dólares cuando 6 meses después su valor sería cero.

-7 de septiembre de 2008: nacionalizan a las agencias Fannie Mae y Freddie Mac, garantes de la mitad de las hipotecas de los Estados Unidos. El 14, de nuevo en domingo, Bank of America compra Merrill Lynch como ya dijimos y el lunes 15 bien temprano Lehman Brothers declara la mayor bancarrota de la historia del país. El pánico se extiende por todo el globo, ahora sí que todos se dan por enterados de la gravedad de la crisis. Han necesitado 19 meses desde que una gran entidad financiera empezara a dar avisos. Al día siguiente la Fed rescata a la aseguradora AIG intentando dejar claro que lo de dejar caer a Lehman era una excepción. Otros bancos como Wachovia o Washington Mutual son adquiridos a muy bajo precio por otros más grandes (Wells Fargo y JP Morgan) con apoyo de la Fed.

-3 de octubre de 2008: El Congreso aprueba el TARP, un rescate bancario de 700.000 millones –en realidad se amplió en unas semanas hasta más del triple de esa cantidad- que no convencería a los mercados (que siguieron bajando hasta el 9 de marzo de 2009) pero que, unido a las agresivas políticas de la Fed, supuso el comienzo del fin de la recesión.

-1 de diciembre de 2008. La NBER (la oficina de investigación económica norteamericana) establece (¡a buenas horas!) oficialmente que la economía del país está en recesión tras comprobar que se han sucedido dos trimestres consecutivos de decrecimiento. Último inciso: ¡burócratas!

Me dejo muchas fechas más en el tintero pero creo que ya es suficiente como para sacar muchas conclusiones, algo que dejo a los lectores. Por mi parte voy a apuntar una: a políticos, supervisores, agencias de rating, inversores etc... les fue demasiado sencillo ignorar las señales claras de problemas y actuar tarde. Muchos economistas e inversores son hoy demasiado jóvenes para haber vivido aquel periodo. A ellos les aconsejo que lo estudien con detenimiento porque son muchas las circunstancias se parecen a las de la actualidad.

El coste político del cambio climático

 Cada día se anuncian más y más medidas para intentar frenar el cambio climático, y algunos están empezando a ver algunas de sus consecuencias tanto a nivel individual (la influencia del coste de la transición energética en la factura de la luz, vuelos más caros, necesidad de cambiar de automóvil…) como empresarial (más dificultades para la industria y por tanto mayores costes de producción etc.). Son la punta de lanza de muchas decisiones que pueden reducir nuestro crecimiento económico y, por tanto, nuestra calidad de vida en el corto plazo. No voy a entrar en la polémica de si merece o no la pena tanto esfuerzo, sabiendo además como sabemos, lo poco que los españoles, en proporción, podemos influir en el clima del planeta, simplemente voy a recordar la crisis de 2008, y cómo se podía haber evitado pero al gobierno que lo hubiera hecho, jamás le hubiéramos vuelto a votar.

Voy a contar una anécdota de octubre de 2003 en España: Al entonces ministro de Hacienda de José María AznarCristóbal Montoro (que luego repetiría con Mariano Rajoy y ahora está imputado), que en ese momento estaba en el Congreso presumiendo de superávit presupuestario, el entonces jefe de la oposición de José Luis Rodríguez Zapatero le dijo: “Con un Gobierno socialista no habría superávit mientras tengamos tantas necesidades sociales”. En pocos meses ZP ganó las elecciones y, a pesar de que no tenía intención, su Gobierno tuvo superávit presupuestario durante toda su primera legislatura, ¡sin buscarlo! Y no porque no gastara, es que la recaudación superaba las estimaciones. Digo esto para que se comprenda hasta qué punto fue inesperada la bonanza económica de esos años. Ni el ministro de Economía se podía creer que las administraciones públicas tuvieran tantos ingresos y que, al acabar el año, éstos superaran a los gastos a pesar de que éstos también se habían incrementado.

Por qué ocurrió eso no es un secreto: una burbuja inmobiliaria alimentada por una orgía de crédito barato e irresponsable con la ausencia de la labor reguladora de los máximos directivos de Banco de España y la complicidad de los gestores políticos locales y estatales. Puede que no el ciudadano común, pero cualquiera con mínimos conocimientos de economía sabía que la burbuja inmobiliaria era un error que tendría graves consecuencias. Y se sabe que las autoridades políticas, lejos de intentar siquiera frenar la expansión de dicha burbuja, incluso la alimentó. ¿Cómo? Básicamente con falta de supervisión pero sobre todo con esa mira cortoplacista que tantas veces han demostrado. El mejor ejemplo lo tenemos en los municipios que ajustaron inversiones y gastos a los ingresos puntuales que les proporcionaron unos años de numerosas recalificaciones de terrenos y de altos impuestos por cada transacción inmobiliaria. Fue paralizarse la construcción y la compra-venta de viviendas, y se disparó la deuda que difícilmente se podía reducir después pues había que pagar infraestructuras, servicios e incluso retribuciones a funcionarios municipales pactadas bajo condiciones irreales de ingresos.

Visto desde nuestra perspectiva es sencillo lo que se debía haber hecho: desde limitar la duración de las hipotecas impidiendo que el alargamiento de los plazos aumentara el endeudamiento (muchos compradores veían más el volumen de la cuota mensual y su comparación respecto al precio de un alquiler que la enorme suma de intereses propiciada por las décadas de pagos), aumentar las exigencias de capital a las entidades financieras y la diversificación de sus activos en los balances, considerar las inversiones inmobiliarias como de riesgo, impedir que una misma propiedad sirviera como aval para el constructor, la inmobiliaria y el comprador final, exigir que las tasadoras fueran independientes y no estuvieran compinchadas con bancos y cajas … Sabiendo que ya en 2006 había estallado la burbuja en los EE.UU., deberían haber tomado medidas drásticas al menos más de un año antes de empezar a notarse la crisis en nuestro país. Pero seamos justos, ¿algún gobierno de alguna parte las tomó?

Repito que visto ahora, años atrás los gobiernos deberían haber tomado medidas para frenar el sector de la construcción y el inmobiliario pero eso en ese momento hubiera generado más paro, ¿hubieran aceptado los españoles que su gobierno voluntariamente redujera el crecimiento económico y estableciera normas que dificultaran su acceso a una vivienda en propiedad? En el ámbito local, ¿habría entendido los votantes que un alcalde, movido por la responsabilidad, hubiera matado la gallina de los huevos de oro paralizando actividades inmobiliarias y de construcción?

Me temo que no. De hecho generalmente se vota al candidato que más gastos promete. ¿Nos felicitábamos cuando un banco nos denegaba una hipoteca porque no veía nuestros ingresos como suficientemente sólidos? No, nos enfadábamos e íbamos a otro a solicitar otra. Y si podíamos conseguir un 100% del valor de la casa en dinero prestado, mejor. Esto tiene mucho que ver con la propia naturaleza humana: cada día que pasa somos más viejos y nos acercamos al fin, esa dura realidad la combatimos confiando en que nuestro futuro no empeorará; podemos tener una opinión pesimista sobre muchos temas pero la mayoría se casa pensando en que no habrá divorcio, que nunca serán despedidos de su empleo, que los hijos no darán disgustos, que no tendrán un accidente… Y sin embargo, esas cosas pasan cada día, por eso hay que estar preparados.

Si la democracia tiene un defecto es que los políticos elegidos saben que sólo tienen cuatro años para asegurarse la reelección y eso les impide mirar mucho más lejos y por supuesto los votantes no quieren oír de recortes y ajustes sino de inversiones que mejoren su situación. Si incluso ahora, tras una enorme crisis, la palabra austeridad tiene mala fama, imaginad si algún candidato la hubiera utilizado en plena expansión económica. Por supuesto que se debía haber creado un fondo de contingencia, similar al Fondo de Reserva de la Seguridad Social, en cada administración pública puesto que sabemos que las crisis son cíclicas y que antes o después llegan. En vez de eso, se gastó desaforadamente y si somos sinceros, comprenderemos que por muy razonable que fuera una medida así, hubiera sido incomprendida por los votantes. Porque la situación nunca es la ideal, siempre hay reclamaciones que hacer y aunque ahora pensemos que en la España de 2006 vivíamos muy bien (y es verdad), entonces no teníamos esa sensación y reclamábamos más gasto (guarderías públicas gratuitas, más AVES, mejores fiestas populares etc.), no más ahorro.

Así que pensar que ahora, voluntariamente, vamos a sacrificarnos todos y rebajar nuestra calidad de vida por una lucha contra el cambio climático en la que está menos implicada Asia, cuando su influencia en él es mucho mayor, lo que va a conseguir es que al gobierno que insista demasiado con ello, le castiguemos en las urnas. Tenga razón o no, que ese es otro asunto. Incluso el partido Verde, que hace unos años hasta llegó a liderar las encuestas en Alemania y hasta participó en el gobierno, ya se sitúa como cuarto del país por insistir demasiado con este tema. ¿Asumir como votantes un menor crecimiento económico? ¿Intentar convencernos que un sacrificio individual va a compensar la contaminación que un volcán ccualquiera provoca de forma natural? Me extrañaría mucho, por mucha propaganda que nos quieran vender

Tecnología contra la desigualdad

Todos los que hemos sido estudiantes tenemos algo que decir contra el sistema de exámenes. Seguro. El problema es que nadie sabe cómo se pueden evaluar los conocimientos de los alumnos sin preguntarles acerca de lo que han asimilado del temario. Y si se hace a todos las mismas cuestiones, y algunos de ellos no conocen las respuestas, es lógico deducir que no saben lo suficiente y que, por tanto, necesitan reforzar sus conocimientos. Por eso que los suspensos siempre han llevado a un nuevo repaso de la materia suspendida y, en ocasiones, a repetir todo el curso.


Ahora hay una nueva corriente que propugna que esto no sea así y que se deje pasar de curso incluso con varios suspensos. Sus argumentos son que es muy caro repetir curso, que hay que motivar a los alumnos suspendidos (como si la repetición fuera un castigo en lugar de un refuerzo) y que, según ellos, reduciría el alto abandono escolar en nuestro país. Son argumentos que no me convencen: el concepto “caro” es muy subjetivo –más en boca de los adalides de más y más gasto público- pues entiendo que tampoco es “barato” que, por ejemplo, en un curso donde se deban aprenden las ecuaciones de segundo grado haya alumnos que ni siquiera saben solucionar una ecuación sencilla. Esto retrasa a los que sí aprobaron y no creo que ayude en nada a los que no, ya que sin una buena base su frustración –y aquí refuto su segundo argumento- será aún mayor. Si alguien se pone a estudiar otro idioma y no es capaz de adquirir los conocimientos más básicos, puede que le duela insistir en lo mismo pero sería mucho peor que, sin tenerlos, le pusieran a conjugar verbos irregulares.

En cuanto al abandono escolar, es imposible saberlo con certeza aunque, si es alto, dándoles la oportunidad de repetir el mismo curso no parece que tenga mucho sentido que se reduzca obligándoles a afrontar un curso que, por su falta de base, les va a ser mucho más difícil y, como dije antes, más frustrante. Ayudar al alumno que se ha quedado atrás: sí, por supuesto. Pero con lo que no sabe, no añadiéndole nuevas y más complicadas materias.

Detrás de todo esto aparece la obsesión por la igualdad artificial. De hecho, el ministro de Universidades de la pasada legislatura, Manuel Castells, declaró en su momento para apoyar estas tesis que “condenar a un alumno que suspende es elitista” y que “así se va machacando a los de abajo y favoreciendo a los de arriba". Disculpad que me ponga como ejemplo pero yo fui un buen estudiante –en la pública- hijo de obrero por lo que no entiendo esa asimilación de “élite” y de “arriba” referida a alguien que saca buenas notas, y desde luego no creo sea adecuado que el dar una oportunidad al que no pasa un curso de volver a intentarlo, sea “machacarle”. Es más, siguiendo con mi ejemplo, tengo varios hermanos, uno de ellos estudió (él sí) en un colegio privado, de mi misma extracción social, con el mismo ambiente familiar… y no sacó el graduado escolar cuando le tocaba (luego, ya de adulto, lo sacó y hasta ganó unas oposiciones). Y es que todos somos diferentes, y la desigualdad existe: de talentos, de esfuerzo, hasta de suerte. Y nadie es mejor ni peor por eso, hay quien vale para estudiar y hay quien no, y hay abogados que ganan menos que un fontanero; y eso no pasa sólo en el ámbito académico: hay cocineros con estrellas Michelín que nunca fueron a una escuela de cocina y otros que, con todos los cursos hechos, no triunfan.

A mí me preocupa la desigualdad, por supuesto, pero no porque haya personas de mediana edad en un país rico como España con más patrimonio que otras, sino porque desde tiempo inmemorial unos humanos han tenido mejores oportunidades que otros desde su nacimiento. Y eso no es justo porque nadie tiene la culpa de nacer en Somalia en lugar de en Suiza como no la tenía un niño por ser hijo de judío en lugar de serlo de cristiano en la Alemania de Hitler ni por nacer esclavo en lugar de patricio en tiempo de los antiguos romanos. Y digo esto porque incluso en desigualdad, en la que más cuenta, la que afecta a las oportunidades de progresar, los actuales tiempos son, aunque lejos de ser perfectos, los mejores de la Historia. Y España desde luego, de los mejores países del mundo en ese aspecto (como casi todos los de la UE).

Uno de los objetos que diferenciaba una familia “pudiente” de otra que no lo era cuando era yo un niño, consistía en tener o no una enciclopedia. Eran tan caras que había vendedores que iban por las casas ofreciendo un ejemplar por un módico precio y unos papeles de subscripción para adquirir el resto mediante letras. Otra opción estaba en los quioscos: se adquiría un fascículo cada semana –así parecía un gasto menor- y cuando el número de ellos alcanzaba el de un tomo, se compraban las tapas y se llevaban a encuadernar… completar esa labor podía durar años. Eran muy importantes en la educación de los niños puesto que, como fue mi caso, los padres que no habían tenido la oportunidad de estudiar –en eso también han mejorado mucho las cosas- por la necesidad de trabajar desde jóvenes, difícilmente podían contestar a las preguntas que nos surgían cuando hacíamos los deberes, y que a veces no tenían respuesta en los libros de texto. Yo no tenía enciclopedia y en muchas ocasiones recurría a la biblioteca pública pero no era como ahora que hay muchas, es fácil encontrarlo todo (y, en lo que yo considero un exceso, hasta se pueden leer tebeos, revistas, tomar prestada música y hasta películas por si no hay nada interesante en los tropecientos canales de TV) y los horarios son amplios. Sin embargo, hoy una enciclopedia Larousse, algo que seguramente fuera el orgullo de cualquier salón hace 30 años, se considera en muchos hogares un estorbo por lo mucho que ocupa. ¡Qué no hubiera dado yo en mis tiempos de estudiante por tener a mano todos esos saberes!

Pero es comprensible porque ahora tenemos Google. Y no sólo Google, tenemos unos aparatejos –los móviles- desde los que cualquiera puede acceder a casi todo y que casi todos los estudiantes tienen desde una edad bastante temprana. Un móvil es un arma diabólica en manos de un adolescente pero también es el mejor instrumento para reducir la desigualdad entre un estudiante de familia humilde y otra de familia rica. Esto era impensable hace unas décadas: hoy el acceso a la cultura es tan accesible que prácticamente sólo hacen falta ganas. Incluso en países menos desarrollados tanto el móvil como la conexión a internet son cada vez más comunes y demuestran que la ciencia y la tecnología, una vez más, hacen más por el desarrollo humano que cualquier político planificador. La mejor prueba la tenemos en España: ni una sola de las enésimas reformas educativas han hecho más por reducir la desigualdad en el acceso a la cultura para todos los estudiantes que el internet generalizado. Lo que depende de la planificación estatal no llega a tanta gente como lo que depende de la individual…

El nuevo ludismo que algunos defienden porque consideran que las máquinas acabarán con los puestos de trabajo nunca tiene en cuenta que la tecnología es la mejor herramienta para reducir la desigualdad cultural y que esa cultura será la que pueda hacer adaptables a los empleos del mañana a los niños de hoy. Los espectaculares avances médicos –sobre todo del último siglo- de poco hubieran servido para el conjunto de la población sin una implicación de las autoridades creando hospitales, ambulatorios, campañas de vacunación etc. así como la educación básica obligatoria fue necesaria para la alfabetización generalizada, pero ahora nos encontramos con un fenómeno en el que las autoridades poco tienen que ver salvo para intentar boicotearlo –como pasa en China- con la censura.

En la actual Europa la educación universal, el sistema de sanidad público y otros avances sociales han reducido mucho las diferencias entre un niño de familia pobre y otro de familia rica respecto a las de hace un siglo y ojalá se reduzcan más. Para ello, la labor del Estado es ofrecer las mismas oportunidades a todos, ayudar en lo que se pueda a los que van más retrasados pero nunca forzándoles a afrontar materias más avanzadas sin la base suficiente porque no sólo no les ayuda, además perjudica a la mayoría.

El milagro de Taiwán, el país que nunca existió

 Taiwán es una auténtica rareza mundial tanto por su estatus político como por su enorme importancia económica, y es bastante desconocida para el gran público. 

La isla de Formosa, lo que hoy conocemos como Taiwán, llegó a tener colonias españolas dada su buena situación geográfica para los intercambios comerciales, pero básicamente fue un nido de piratas hasta el siglo XVII que fue anexionada por la China continental. En 1895, tras una guerra con Japón que perdieron, los chinos cedieron “a perpetuidad” la isla a los vencedores. Tras la derrota de éstos en la II Guerra Mundial, y sin que hubiera un motivo de peso para hacerlo, los estadounidenses decidieron que Taiwán pertenecía a China, algo que supuso un atraso para sus habitantes, tanto económico como político, ya que perdieron el cierto grado de autonomía que los nipones les habían dejado. A finales de 1949, derrotado Chang Kai-shek por los comunistas en la guerra civil china, se retiró a Taiwán atrayendo con él a unos dos millones de chinos que, definitivamente, acabaron con la huella que había dejado la ocupación japonesa. 

Chiang Kai-shek no reconoció la República Popular China de Mao Zedong e insistió en que la República de China era la que él dirigía, aunque su único territorio fuera Taiwán. El motivo por el que no fueron invadidos, y la situación se ha alargado hasta la actualidad, fue el apoyo de los Estados Unidos. La vecina Guerra de Corea empujó a que éstos quisieran limitar el poder de la “China Roja”, mandando tropas a la isla (que aún están allí) y ordenando a la Séptima Flota a patrullar el estrecho de Taiwán. De este modo fueron pasando las décadas, al tiempo que Taiwán era gobernada por mano de hierro (la Ley Marcial estuvo vigente hasta 1987), con la excusa de una posible invasión inminente, por Chiang Kai-shek (que murió en 1975) y por su hijo Chiang Ching-kuo. 

Hasta noviembre de 1971 no ocupó en la ONU la “China Roja” el asiento correspondiente a China y a partir de ahí, todos los países de la órbita no comunista fueron aceptando que Taiwán no era China y abriendo relaciones diplomáticas con la China comunista. En diciembre de 1978 el presidente estadounidense Carter reconoció a la República Popular China, con sede en Pekín, como gobierno legítimo de China, quedando Taiwán en un limbo que dura hasta hoy. Al menos en 1991, las autoridades de la isla proclamaron el fin de la guerra con la República Popular China. Mientras, en Taiwán la democracia no llegó hasta casi finales del siglo XX (en 1996 fueron las primeras presidenciales por sufragio universal). 

Bajo el principio de "una sola China", Pekín insiste en que Taiwán es una parte inalienable de una China con un único gobierno que se reunificará algún día. Bajo dicha política, Pekín no acepta tener relaciones con las naciones que reconocen a la isla, lo que ha llevado a que muy pocas tengan lazos con el gobierno de Taipéi. Hoy apenas14 naciones, además del Vaticano, mantienen relaciones diplomáticas con Taiwán. La mayoría son pequeñas islas. ¿Y por qué esta disputa puede afectarnos tanto? Primero porque si China intentara anexionarse por la fuerza Taiwán, tendría que luchar contra fuerzas estadounidenses que están allí y que, según parece, defenderían la autonomía de la isla. Por si no fuera suficiente riesgo geopolítico que se iniciara un conflicto que podría desencadenar la Tercera Guerra Mundial, está además la enorme dependencia de los semiconductores que allí fabrica la empresa TSMC (Taiwan Semiconductor Manufacturing Company). 

Irresponsablemente, la industria occidental depende en gran medida de una empresa situada en un territorio que está en medio de una disputa territorial que puede provocar un conflicto, incluso bélico, de consecuencias imprevisibles. ¿Cómo se llegó a esto? ​ Gracias a la ayuda norteamericana, Taiwán tuvo un desarrollo económico similar al de Corea, pasando de ser una sociedad agraria a una industrial y comercial. Empezó, como Corea, fabricando manufacturas baratas como textiles y juguetes, pasó en los ´70 a la industria pesada y en los ´80 a la electrónica, ayudada también por la privatización de las empresas públicas. Y la globalización hizo el resto. 

En cuanto a TSMC, fue fundada por Morris Chang, un graduado en Ingeniería Mecánica del Instituto de Tecnología de Massachusetts (conocido como MIT). Tras 25 años trabajando para Texas Instruments, decidió crear su propia empresa en 1987 y tuvo el apoyo del gobierno de Taiwán.  Los chips, o microchips, son circuitos integrados en una estructura de pequeñas dimensiones de material semiconductor. Sobre ellos, se fabrican circuitos electrónicos. Son vitales en toda la industria tecnológica actual. Aunque al principio el rendimiento de su producto no fue muy esperanzador porque resultaba más lento que los de Intel, por ejemplo, poco a poco fueron mejorando la tecnología. El gran salto lo dieron al suministrar a Apple los chips de sus iPhones. Desde entonces no tienen rival en los chips de alta gama. Cuantos menos nanómetros (milmillonésima parte de un metro) tiene un chip, más avanzado o sofisticado es. Los más avanzados tienen en la actualidad 3 nm, pero los de menos de 28 nm ya se consideran relativamente avanzados. Junto a sus numerosas subsidiarias, controla casi el 60% de la oferta mundial de semiconductores, y casi el 90% de los más punteros. Tiene clientes gigantes tanto en China (Alibaba, por ejemplo) como en EEUU (Apple, Facebook, Microsoft, etc.). Incluso Intel tiene externalizada parte de su producción con ellos. Es por eso que la importancia de Taiwán va mucho más allá de la política. 

En resumen, Taiwán para la mayor parte del mundo no es un país, no hay embajadas sino “oficinas de representación” con Taipéi (a Lituania se le ocurrió abrirla con Taiwán y por ello China rebajó su relación diplomática con ellos), pero de que viva en paz y conserve su autonomía depende gran parte del bienestar económico del mundo, incluso más allá de los motivos morales para apoyarlos. Sin embargo, es tal la presión china y el miedo que se tiene a su poderío que, a pesar del tratado de ayuda estadounidense, no sería de extrañar que en algún momento, algún residente de la White House ceda y acabe permitiendo que China se anexione un territorio que siempre ha considerado suyo. Mayores indignidades se han visto.

Los orígenes de Wikipedia, quizás la última enciclopedia que exista

    (esta historia no está incluida en mi último libro La prehistoria, y algo de la historia, de 66 empresas: Nacionales y extranjeras, todas famosas, que te animo a adquirir)

El 7 de agosto de 1966 nació el estadounidense Jimmy Donal «Jimbo» Wales, hijo del gerente de una tienda y de la dueña de una escuela privada para niños. Esa institución, fundada por su abuela, marcó al joven Jimmy y, según confesó años después, le llevó a valorar de forma especial la labor educativa. Estudió Finanzas en la universidad y desde 1994 desarrolla una carrera como inversor en derivados. Según parece le fue muy bien y ganó mucho dinero gracias a la especulación sobre las tasas de intereses y las fluctuaciones de las monedas extranjeras. Mientras, se interesa por el incipiente negocio de internet, en principio buscando fuentes de ingresos.

En 1996 crea una web de contenido erótico llamada bomis.com aunque él afirma que era un “motor de búsqueda de imágenes” y, aunque ya no existe, parece que fue un proyecto rentable. Sin embargo, en marzo del 2000 se orienta hacia la educación y funda un proyecto de enciclopedia libre de naturaleza abierta y corregida por redactores libres seleccionados, al que llama Nupedia. Contrata para ello al filósofo Larry Sanger (nacido en 1968) como redactor jefe. Jimmy Wales desea en Nupedia una calidad comparable a las de las enciclopedias profesionales en papel pero el 26 de septiembre de 2003 con tan solo 24 artículos terminados y 74 en desarrollo, el proyecto se cancela, ya que no había forma de monetizar el proyecto y porque otra creación paralela descollaba más...

Larry Sanger propuso el 10 de enero de 2001 la idea de utilizar una wiki para crear una enciclopedia. El término wiki (palabra que proviene del hawaiano donde significa 'rápido') alude al nombre que recibe una comunidad virtual, cuyas páginas son editadas directamente desde el navegador, donde los mismos usuarios crean, modifican, corrigen o eliminan contenidos que, habitualmente, son compartidos por cualquier otro usuario. Wales, reticente al principio, acepta instalar un software para wikis en un servidor proporcionado por bomis.com (sí, la web de contenido erótico) y autoriza a Sanger a continuar con el proyecto, bajo su vigilancia. Según esta versión, que es la más aceptada, la fundación de Wikipedia se debe a ambos pero Wales niega esto y dice que el proyecto es únicamente suyo.

Wikipedia empieza el 15 de enero de 2001 con Larry Sanger como redactor jefe asalariado, quien, eso sí está confirmado, da el nombre de Wikipedia al proyecto. Jimmy Wales y Larry Sanger crean en conjunto los principios fundadores, escribiendo los primeros artículos y estableciendo una comunidad vía Internet, durante el primer año de existencia. Al comienzo, Wikipedia estaba prevista para ser una wiki que aportara contribuciones a Nupedia. Sin embargo, la nueva web creció tan rápidamente que sobrepasaba las capacidades de verificación de los nuevos artículos de Nupedia, a la que tumbó. Inicialmente, no existía el registro de usuarios; toda colaboración se realizaba en forma anónima.

Larry Sanger abandona el proyecto el 1 de marzo de 2002, dejando todo el “poder” a Jimmy Wales. A mediados de 2003 éste crea la Fundación Wikimedia, una organización sin fines de lucro con sede en San Petersburgo, Florida, para sostener financieramente Wikipedia. Forma un comité de cinco miembros compuestos por él mismo, dos colegas de trabajo, que no son wikipedistas activos, y dos miembros elegidos por la comunidad de wikipedistas. Según afirma su motivación se resume en esta frase: «Imaginemos un mundo en que cada persona tiene el acceso libre y gratuito a la suma de todo el conocimiento humano. Es lo que estamos haciendo»

Sin embargo, el “cofundador” Sanger se convirtió en un crítico feroz a Wikipedia, primero denunciando que los “trols” habían tomado el mando y luego afirmando un sesgo claramente izquierdista y recomendando dejar de visitar la web. En septiembre de 2006, Sanger anunció la creación de una bifurcación de Wikipedia, denominada Citizendium, en la cual se utilizarían nombres reales y estaría redactada por expertos en cada materia, pero no tuvo éxito.

Curiosamente, después de la Wikipedia en inglés, las siguientes ediciones en ser creadas fueron, pocas semanas después, la Wikipedia en alemán y la Wikipedia en catalán (pese a ser única lengua oficial solamente en un pequeño estado, Andorra, y tener 10 millones de hablantes en todo el mundo), y en realidad fue la segunda Wikipedia en tener artículos, debido a que en la Wikipedia en alemán tardaron dos meses en crear el primero. Desde entonces se han ido creando ediciones en muchos más idiomas. El 20 de septiembre de 2004 Wikipedia alcanzó el millón de artículos en 105 idiomas.

El futuro de la Wikipedia es bastante incierto ya que, más allá de las polémicas sobre la fiabilidad de los datos que han ido acompañando a esta web desde hace casi un cuarto de siglo, lo cierto es que los asistentes gratuitos de inteligencia artificial proporcionan la misma información (si no mejor), y citando fuentes diferentes. Es difícil imaginar que una enciclopedia (poco importa que sea virtual en lugar de en papel) pueda sobrevivir a la inmediatez y fiabilidad de la respuesta de la IA ante cualquier pregunta

El “problema” de la España vacía

Me gusta mucho la expresión “problemas del primer mundo” usada de forma irónica para los asuntos que sólo preocupan a sociedades donde los verdaderos problemas (los que sí sufren en el Tercer Mundo) tienen un alto nivel de resolución. Pero últimamente esta cierta frivolidad está exagerándose hasta llegar al extremo de considerar como un problema casi cualquier cosa, y entre exageraciones e inventos provocan la sensación de que las cosas van mucho peor de cómo van. Si bien lo peor son las energías –y el coste- que se gasta en pretender solucionar situaciones que no están mal. Se me ocurre por ejemplo la crítica a que haya pocas mujeres inscritas en carreras universitarias de ciencias. Si no quieren inscribirse ¡que no lo hagan! ¿Dónde está el problema, acaso es necesario aumentar el escaso número de hombres apuntados en enfermería? ¡Que cada uno estudie lo que quiera!

Otro tema de moda en el que parece que se van a gastar bastante dinero público a fondo perdido es en el empeño en llenar la “España vacía”. Yo entiendo que en un mundo ideal todos deberíamos vivir en núcleos poblacionales no demasiado grandes y repartidos por todo el territorio, pero como lo que tenemos es una sociedad con una Historia donde hay factores de cientos, y a veces miles, de años que están detrás de nuestra expansión demográfica; es un poco absurdo pretender cambiar ciertas cosas por decreto. Podemos empezar por el clima: los humanos nos agrupamos en climas templados y huimos de zonas de climas extremos. La Siberia vacía es un hecho. Luego la geografía más básica: nos gusta de siempre vivir cerca de ríos y en valles más que en montañas, además nos suele gustar más el mar que el interior, de hecho todas las urbes más pobladas del mundo son, además, puertos marítimos.

Por otra parte, esto de vivir más en ciudades y menos en el campo también es un proceso de miles de años que se expandió con la Revolución Industrial y en concreto en España, un poco más retrasada en esto (pero menos que por ejemplo China donde hasta 2017 había más población rural que urbana), el proceso se aceleró con la postguerra y el desarrollismo de los años ´60 del siglo pasado. No sé por qué ahora se ha puesto de moda este tema pero la distribución de la población española no es cuestión reciente.


Otro hecho que también algunos consideran un problema (y que está resultando una bendición para España, a saber cuánto más alta sería nuestra tasa de paro sin él) es el auge del turismo, y gracias a él, Barcelona y Madrid no se quedaron con toda la emigración del interior ya que se distribuyó también en otras áreas con alternativas económicas y laborales diferentes a la industria. De hecho, el turismo podría ayudar al desarrollo de zonas de España despobladas pero de gran atractivo visual, actualmente frenadas por normativas ambientales excesivas. Que más personas disfruten de nuestros tesoros más ocultos, y con ello generar negocio y por tanto ocupaciones y población en determinadas zonas hoy casi desérticas, parece mejor “solución” que aumentar aún más la desigualdad fiscal entre españoles aumentando deducciones y/o subvenciones –como proponen gobierno y parte de la oposición- a empresas y personas para que vayan donde -si no es por ellas- no quieren ir. 

Siento empatía por las personas de pueblos y comarcas que se ven afectadas por la baja población, incluso por el empeoramiento de los servicios, de menor calidad al haber menos “clientes”, pero entiendo que ante los grandes problemas que tiene este país, el gobierno de turno debe priorizar. Cuando tenemos una Seguridad Social en quiebra técnica y peligran tanto los servicios sanitarios universales como los sueldos –crecientes- de millones de pensionistas, el que en algunas zonas haya menos gente no parece que deba ser una gran preocupación, y desde luego nunca un gran gasto. Por otra parte, tampoco sabemos si con dinero se podría solucionar. Sí considero un mayor problema –y que afecta a mucha más gente- el tamaño de determinadas ciudades, con problemas de tráfico y contaminación. ¿La solución? No es gastarse una millonada a fondo perdido o crear infraestructuras allí donde no vive gente, eso ya se hizo creando aeropuertos vacíos y paradas de AVE sin uso (como por cierto denunció un tipo de izquierdas como Jordi Évole en 2013 en un “Salvados”, lo digo porque no es un tema –otro más- de ideologías políticas), la inversión debe llegar después de fomentar con políticas inteligentes. 

Para mí una inversión útil, duradera y no demasiada cara es ofrecer wifi en zonas rurales y, como posible solución para diversos problemas como por ejemplo la conciliación laboral (y me alegro que una de las consecuencias del malvado coronavirus haya sido que tanta gente se está poniendo de mi lado en este tema), es promover el teletrabajo. Con esto, voluntariamente, muchas personas, atraídas por la posibilidad de viviendas más grandes y más baratas y por un mejor medio ambiente, acabarían trasladándose de las ciudades (en su momento conocí muchas personas que renunciaron a vivir en el centro de Madrid para irse a la periferia por estos motivos, aunque eso supusiera perder mucho tiempo en los traslados, y con el teletrabajo esto se reduciría al mínimo) a áreas rurales. Como en su día pasó con las “ciudades dormitorio” cercanas a Madrid y Barcelona, según llegue población, llegarán comercios, se abrirán escuelas, ambulatorios, se mejorarán las comunicaciones… Todo eso si la gente quiere y prefiere ese nuevo modo de vida. Lo que es absurdo es gastarse millones en pretender que las personas vivamos donde un político decida que debemos vivir… o en contentar a un partido político con unos pocos miles de votos con una absurda representación parlamentaria debido a nuestro injusto sistema electoral.

Cuétara, la empresa que puso de moda el surtido de galletas variadas

   (esta historia no está incluida en mi último libro La prehistoria, y algo de la historia, de 66 empresas: Nacionales y extranjeras, todas famosas, que te animo a adquirir)

 Juan (1900-1998) y Florencio (1903-2003) Gómez Cuétara nacieron en Cantabria hijos de un modesto maestro rural. Sus tíos emigraron a México y con el paso de los años sus hermanos mayores (Pedro, Isaac y Raimundo) lo hicieron también. En 1919 marchó Juan y en 1920 Florencio. Juan era el más inquieto y, tras un tiempo en México, dejó la tienda de sus tíos donde trabajaba toda la familia para intentar triunfar en solitario, con escaso éxito. Intentó vender pan en un país donde preferían el maíz, arrendó una barbería, vendió un sucedáneo de coñac, dicen que fue guerrillero y hasta debutó como novillero. Pero en 1932 volvió a la tienda y en 1934 se casó, algo que hizo al año siguiente Florencio… con la hermana de su cuñada. Ambos, junto con sus hermanos Raimundo e Isaac, intentaron independizarse de sus tíos creando una fábrica de pastas para sopa que no triunfó y que en 1935 pasó a ser de galletas, con el nombre de Galletas Gómez Cuétara. No tuvo gran éxito ya que aún se notaban las consecuencias de la Gran Recesión de 1929. Cuando Raimundo fallece e Isaac vuelve a España, Juan y Florencio se quedan al cargo.

Con los años sus productos van teniendo más éxito, en parte con la incorporación del galletero catalán exiliado Ramón Miramón en 1939. La Guerra Mundial también favorece al negocio por lo que en 1945 abren una segunda fábrica. Florencio entonces decide irse a vivir a Santander dejando la empresa en manos de su hermano Juan. Sin embargo, éste le sigue convencido de que España puede ser un gran mercado, puesto que la variedad de la competencia se reducía a galletas troqueladas (las conocidas como “Marías”) y ellos podían ofrecer mejores productos. En 1949 Juan compra una pequeña fábrica en Cantabria con ese fin y en 1951 Florencio otra para chocolates y caramelos, uniendo ambas factorías en la sociedad familiar Gómez Cuétara Hermanos.

Por desgracia, no tuvieron en cuenta ni los racionamientos ni la animadversión de la competencia. Juan fue imaginativo y compró una panadería en Málaga para que su cupo de harina aumentara, también introdujo mejoras técnicas en su fábrica para reducir la pérdida de ingredientes en las elaboraciones, pero hasta 1955 no consiguieron que el Ministerio de Industria les concediera la libertad en el ejercicio de su actividad, cuando tres años antes se había acabado el racionamiento para las otras empresas de la competencia, dominado el mercado por las María de Fontaneda y las Chiquilín de Artiach. Todo por ser una empresa no nacional, aunque gracias a eso pudieron subsistir, puesto que desde México llegaban beneficios. Tampoco les fue fácil expandirse, y costó conseguir en 1958 el permiso para la apertura de una nueva planta en Jaén, que tardó más de dos años en construirse. En 1961 Franco visitó las nuevas instalaciones donde trabajaban 115 personas, dando al fin la bendición a los “mejicanos” que habían podido triunfar gracias a importar divisas, aunque la propaganda del Régimen lo achacó al éxito del gubernamental “Plan Jaén” para reindustrializar la zona.

Juan era el hermano que diseñaba las galletas y triunfó con muchas que aún hoy son conocidas, como las campurrianas. Las galletas de barquillo, después bañadas también en chocolate, fueron otro de sus grandes éxitos. Aunque quizás el mayor -de 1963- es el archiconocido Surtido Cuétara (“el que nunca falta en casa por Navidad”). El 10 de febrero de 1964 Juan y Florencio constituyeron Cuétara S.A., domiciliada en Madrid, y abrieron fábricas en muchos puntos de España para asegurarse el mercado nacional. En ese momento, en un movimiento similar al que ya vimos en Bimbo, la Cuétara española se separa de la mejicana aunque ambas conserven el mismo nombre. La Cuétara mejicana sigue existiendo en la actualidad.

En 1968 las Napolitanas de Cuétara ya se anunciaban en la TV y en 1973 compran una fábrica en Portugal. Antes, en 1969, Florencio adquirió Chips Ibérica S. A. y en 1970 creó Risi, para vender patatas fritas y snacks. Sin embargo, la crisis inflacionaria de los años 70 y la apertura del mercado a la competencia internacional, hace mella en los fabricantes nacionales de galletas. Cuétara sale mejor parado que las demás pero es el inicio de un declive que continuará (a pesar de éxitos puntuales como las “Tostarrica”) ante la entrada en la UE y la aparición de las marcas blancas. Ambos hermanos se retiran en mayo de 1987 y la empresa se queda en manos de tres hijos de Juan y dos de Florencio. Tras un bache de unos años, la empresa vuelve a coger impulso pero algunos accionistas (Florencio y alguno de los hijos de Juan) deciden vender en 2001 a Sos Arana en una suerte de fusión que renombra la compañía como Sos-Cuétara. En 2008 Nutrexpa adquiere la división de galletas (Sos pasa a ser Sos Corporación, y hoy es Deoleo, cotizada en bolsa) y finalmente, con la escisión de Nutrexpa, Cuétara pasa a formar parte del Grupo Adam Foods en 2015.

Lo que nació como empresa familiar de dos cántabros retornados de México, quedó integrado en un grupo multinacional catalán para el que Cuétara es sólo una marca más (como lo es también Artiach, contra la que durante tantos años tuvieron una dura competencia), así como la miel de la Granja San Francisco, patés la Piara, caldo Aneto, Phoskitos…

McDonald's, la cadena de restaurantes que empezó en el mundo del cine

   (esta historia no está incluida en mi último libro La prehistoria, y algo de la historia, de 66 empresas: Nacionales y extranjeras, todas famosas, que te animo a adquirir)

Richard y Maurice McDonald nacieron al principio del siglo XX en el seno de una humilde familia de inmigrantes irlandeses. No se sabe mucho sobre sus primeros años pero sí sobre el por qué se decidieron a emprender: su padre después de 42 años de trabajo en una fábrica de zapatos fue repentinamente despedido. Eso los lleva a buscar futuro en la industria del cine y mudarse a California con el propósito de convertirse en millonarios antes de los 50 años, aunque apenas tenían un diploma de la escuela secundaria. Los dos hermanos sueñan con rodar y producir películas, pero sólo consiguen algunos trabajos mal pagados en los estudios de Columbia. Entonces deciden ahorrar todo el dinero posible para comprar y gestionar un cine. Compran un teatro con 750 asientos ubicado a unos 30 kilómetros de Los Ángeles, cambiaron su nombre de Mission a The Beacon, le añadieron un snack bar y reabrieron sus puertas como cine en 1930. Tras siete años y muchas facturas impagadas deciden venderlo no sin antes convencerse del buen negocio que resultaba la restauración. Así que, tras una etapa en la que venden desde zumos a perritos calientes, deciden abrir un nuevo local en San Bernardino y lo llaman McDonald's Barbeque. Es un autocine: los coches se detienen, piden y reciben comida que les traen chicas en patines (“carhops”). El menú cuenta con 25 platos diferentes; pero entre estas hay una que es la más popular: la hamburguesa. Se primaba la transparencia y confianza, permitiendo que los clientes viesen cómo se preparaba la carne en la parrilla

En 1948, aprovechando el auge económico tras la postguerra, remodelan el negocio y se centran en las hamburguesas, despiden a las patinadoras y empieza el autoservicio. Es el comienzo real de McDonald´s y cuando el menú se reduce a la hamburguesa, las patatas y la bebida. Como innovación adaptan las medidas de la cadena de producción de Henry Ford con una división de tareas similar a la que se proponía en las fábricas de coches: unos asaban hamburguesas, otros armaban los pedidos y otros freían las patatas. Así, los tiempos de preparación y cocción de la comida se reducían tanto que permitía servirla en tiempo récord. Es la base de su famoso sistema “Speedee”, mascota entonces de la marca, y germen de lo que se conoce como “fast food”. Pero como los clientes están acostumbrados a recibir la comida directamente en su coche, la idea no acaba de funcionar. No quieren ser ellos los que vayan al mostrador. Lo que salva a los dos hermanos de un nuevo fracaso son los camioneros, que empiezan a frecuentar el McDonald's Barbecue durante sus descansos laborales. Poco a poco las cosas empiezan a ir mejor y en 1953 abrieron un segundo restaurante en Phoenix, Arizona. Y sigue la expansión.

En 1954, Ray Kroc (emprendedor de origen checo nacido en 1902 y sin estudios) decidió visitar el restaurante de San Bernardino, en el que se utilizaban hasta ocho de sus máquinas para mezclar batidos. Sorprendido por esa cantidad de ventas, Kroc ve el potencial y entra en el negocio de McDonald's, inaugurando el sistema de franquicias: pagaría a los dos hermanos una tarifa por cada nuevo restaurante que abriera, explotar comercialmente su marca y copiar sus métodos. La franquicia crecía y también lo hacían las tensiones entre Kroc y los hermanos McDonald así que en 1961 Dick y Maurice deciden vender y ceder todo el control de su empresa a Ray Kroc (que entretanto ha abierto 228 restaurantes en régimen de franquicia); conservando para ellos sólo el primer restaurante en San Bernardino (rebautizado como The Big M, sin tener ya el control de la marca). Sin perder tiempo, Kroc cambió lo que no le gustaba: eliminó de la marca la mascota Speedee y también se deshizo del gran arco dorado que distinguía al primer McDonald's, aunque decidió conservar el concepto del arco. Contrariamente a otras marcas con franquicias, Kroc insistió en la uniformidad y el control de calidad de todos los restaurantes. Estableció estrictos estándares operativos, desde la preparación de alimentos hasta la limpieza y el diseño de los restaurantes. El objetivo era que cada McDonald’s, sin importar cuál fuera su ubicación, ofreciera la misma experiencia al cliente.

En 1963 crean el personaje de Ronald McDonald, el payaso que se convirtió en el icónico rostro de la marca que buscaba atraer a los niños, y usan la televisión como principal medio publicitario. Aunque no fue hasta 1979 que se lanza el Happy Meal, un menú infantil que incluía una comida y un juguete para así atraer a las familias. Lo que no esperaban es que el Happy Meal consiguiera que marcas y franquicias colaborasen con McDonald’s para ofrecer juguetes temáticos, lo que llevó con el tiempo a ser el producto ideal como estrategia de promoción de estrenos de películas infantiles. Si bien el producto más icónico fue el Big Mac, que se introdujo en la carta de los restaurantes en 1967 por el franquiciado Jim Delligati. Esta hamburguesa está compuesta por dos piezas de carne, queso, lechuga, cebolla, pepinillos y la famosa salsa especial, todo en un pan de tres capas.

Bajo el liderazgo de Kroc, McDonald’s creció rápidamente en Estados Unidos y comenzó a traspasar fronteras. En 1967 abrió sus puertas por primera vez en Canadá y poco después en Puerto Rico hasta lo que conocemos hoy. De los hermanos McDonald, Maurice murió de insuficiencia cardíaca en 1971, y Richard vivió hasta 1998, y siempre sintió que, a pesar de haber fundado el concepto, fue Kroc (que falleció en 1984) quien se llevó todo el mérito y el éxito económico del negocio. McDonald's es una de las cadenas de restauración más grandes del mundo, con más de 40.000 restaurantes en 119 países. El 21 de abril de 1965 salió McDonald´s a bolsa, siendo ejemplo de valor con gran revalorización en el largo plazo, habiendo marcado recientemente máximos históricos de cotización. 

La olvidada London Rubber Company y la historia de la marca Durex

  (esta historia no está incluida en mi último libro La prehistoria, y algo de la historia, de 66 empresas: Nacionales y extranjeras, todas famosas, que te animo a adquirir)

La London Rubber Company era una pequeña empresa fundada en Londres en 1915 por Lionel Alfred Jackson, un inmigrante ruso representante de artículos de peluquería, en una pequeña habitación detrás de un estanco, donde vendía preservativos que importaba de Alemania. Él es el que aparece oficialmente como fundador y creador de Durex pero investigaciones recientes demuestran que el inventor de la “tecnología” fue Lucian Landau, nacido en Varsovia -Polonia- en 1912, y enviado a Londres para estudiar la tecnología del caucho por su familia, formada por pequeños industriales que comerciaban con caucho, perfumes, cosméticos y jabón. Se esperaba que, una vez formado, regresara a Polonia y se hiciera cargo del negocio de su padre pero Jackson le prestó al -jovencísimo- Landau 600 libras para fundar British Latex Products, con el objetivo de suministrar condones a su empresa London RubberJackson -todo apunta a que se benefició de la juventud de Landau- se quedó una participación del 60%. Y poco a poco fue borrando al polaco de la historia. 

La London Rubber Company se convirtió en el mayor productor y exportador de preservativos desechables de caucho del Reino Unido en la posguerra. En 1929 creó la marca Durex como un acrónimo (hoy olvidado por todos) de Durability, Reliability and Excellence. Pero hagamos un salto atrás en el tiempo.

La historia del condón se remonta a miles de años, con evidencias de métodos anticonceptivos y de protección similares en diversas culturas. El condón más antiguo conocido apareció en la tumba del faraón egipcio Tutankamón y está expuesto en el Museo del Cairo. Eso fue hace 3500 años. Como vemos, la idea de utilizar algo entre el pene y la vagina para evitar contacto directo es antiquísima. En el Antiguo Egipto se usaban fundas de lino, en la Roma y Grecia clásicas, se empleaban vejigas o intestinos de animales mientras que en Asia, especialmente en China y Japón, se usaban materiales como papel de seda aceitado y ¡caparazones de tortuga! En Europa, durante el Renacimiento, el médico italiano Gabriele Falloppio (el que dio el nombre a las trompas) describió en 1564 una funda de lino empapada en sustancias químicas para prevenir la sífilis, uno de los primeros registros de un condón con propósito médico.

El término "condón" se atribuye -falsamente- al Dr. Condom, un supuesto médico de la corte de Carlos II de Inglaterra (siglo XVII), quien habría promovido su uso. Es una leyenda y el nombre debe venir del latín “condus” que significa “receptáculo “o de “condere” que significa “proteger” o “esconder “. El caso es que durante siglos los condones de intestino animal se volvieron comunes entre la aristocracia, aunque eran incómodos y no siempre efectivos. La invención del caucho vulcanizado por Charles Goodyear (del que hablamos en su día) en 1839 marcó un hito. En 1855, se fabricaron los primeros condones de caucho, más baratos y accesibles. 

En 1861 apareció en EEUU el primer anuncio de condones en el diario The New York Times. En él se promocionaban los Condones Franceses del Dr. Power. Al cabo de un tiempo, un congresista logró que el Congreso norteamericano prohibiese por ley toda publicidad que incentivase el control de la natalidad y, por ende, el uso del preservativo, veto que se mantuvo hasta bien entrado el siglo XX. Respecto a España, durante el proceso de revisión y catalogación de una parte de los fondos históricos de la Universidad de Salamanca, se encontraron varios condones de cerdo con una cinta de color azul para ajustarlos. Al parecer eran del s. XIX ya que estaban envueltos en una hoja de periódico de 1857, quizás por algún estudiante de la época que estaba consultando aquel libro de medicina.

Y ya en la segunda década del siglo XX el látex revolucionó todo y los condones se volvieron más delgados, elásticos, desechables y efectivos (hoy los condones vienen en variedades de materiales -látex, poliuretano para alérgicos-, texturas, sabores y tamaños). Durante la Segunda Guerra Mundial, los ejércitos los distribuyeron masivamente para prevenir enfermedades venéreas pero la London Rubber Company, que ya no pudo importar de Alemania, empezó a tener problemas de suministro (por suerte empezó la fabricación propia en Reino Unido ya en 1932). Es entonces cuando apostó por la modernización y consiguió la automatización total del proceso de fabricación de profilácticos. Con este nuevo sistema, se podía fabricar una mayor cantidad de preservativos Durex en mucho menos tiempo, y además se mejoró la técnica de fabricación de los mismos, lo cual permitía una mayor calidad final del producto. 

Durex fue la primera marca que, en 1953, desarrolló un sistema de testado electrónico de preservativos, algo que aún permanece. En 1957, Durex lanzó el primer condón lubricado del mundo. Esta innovación acabaría siendo introducida por todas las marcas de profilácticos.

En 1962 la London Rubber abrió su primera clínica de Planificación Familiar en el Reino Unido y los condones comenzaron a estar disponibles a través del Sistema Nacional de Salud británico. En 1963 adquieren la estadounidense Julius Schmid Inc. y entran en el mercado americano. En los años 80 la aparición del SIDA disparó su popularidad y en 1987 Durex fue la primera marca que anunció preservativos en televisión. En 1996 puso a la venta el primer pack de preservativos de diferentes sabores. 

En 1999, la London Rubber Company, ya parte de London International Group, se fusionó con Seton Scholl, formando SSL International plc, y en 2010, Durex fue adquirida por Reckitt Benckiser, una multinacional británica que manufactura bienes de consumo masivo en distintos segmentos para el cuidado del hogar, la higiene y la salud, y a la que aún pertenece. Otras marcas famosas que comercializa son el “3 en 1”, el ambientador Air Wick, Calgon contra la cal, el detergente Colon, el limpiador multiuso Glassex, el lavavajillas Finish…

 

 


ALSA, de Luarca a conquistar las carreteras españolas

    (esta historia no está incluida en mi último libro  La prehistoria, y algo de la historia, de 66 empresas: Nacionales y extranjeras, tod...