El péndulo: el fracaso de la economía comunista

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La URSS y su ideología económica recibió un gran impulso primero con la crisis del ´29 en los países capitalistas y luego, tras vencer en la Guerra Mundial contra Hitler, ya que de repente era una potencia que dominaba política y económicamente un tercio del mundo. Pero con el paso de los años y las décadas cada vez se veía más claro que la calidad de vida de los soviéticos y los ciudadanos de su área de influencia se iba quedando atrás respecto a los del otro lado siendo las dos Alemanias el mejor ejemplo de ello. Un mismo país, una misma cultura, un mismo idioma y dos modelos económicos que, al igual que le ocurre a las dos Coreas, lograron resultados muy diferentes. Sin incentivos (cuando sí los había se conseguían grandes cosas como en Olimpiadas o en la carrera espacial) la mayor parte de los trabajadores –tanto cualificados como no- se limitaban a cumplir el expediente. En un país con pleno empleo por ley, el miedo en la época de Stalin podía servir pero cuando éste pasó, la baja productividad soviética se hizo patente. Un país con un arsenal atómico gigantesco, líder en la carrera espacial, se encontraba sin suficiente pasta de dientes ni detergente para sus familias. Con todo, la reforma tardó muchos años y tuvo que llegar desde dentro del partido comunista –Gorbachov- ya que aunque era evidente el mal estado de la economía, nadie se atrevía a criticar públicamente al marxismo.


La URSS sólo conseguía mantenerse los últimos 15 años antes de la llegada de Gorbachov por los altos precios del crudo que generaban una importante fuente de ingresos para el país. Justo al llegar Gorbachov, los precios empezaron a caer lo que aceleró la “Perestroika” pero resultó insuficiente ante los problemas internos y la presión política exterior combinada de Reagan y Thatcher. Como ella misma dijo, ya no se trataba de contener el avance del comunismo en el mundo como había ocurrido en las últimas décadas, ahora tocaba vencerlo ideológicamente, de hecho ella intentó convencer a Gorbachov en persona para que asumiera una economía de libre mercado. En 1987 Reagan en Berlín le dice a Gorbachov que derribe el muro, en 1988 Thatcher visita Polonia exigiendo entrevistarse con Walesa, líder sindical opositor al comunismo, algo que consiguió. Es famosa la anécdota en la que Thatcher le pregunta a Walesa cómo consiguen comunicarse con el gobierno polaco y él responde que no había ningún problema de comunicación ya que siempre escuchan todas sus conversaciones, incluyendo la que estaban teniendo en ese momento. En su visita a los astilleros de Gdansk los obreros, que tanto la habían criticado en su país, la vitoreaban. Según contó Walesa años más tarde, sin esa visita los cambios hubieran tardado mucho más tiempo en producirse. Sea cierto o no, Polonia tuvo elecciones libres antes incluso de la caída del Muro.


Pero la URSS no acababa de cambiar y sólo tras el golpe de estado frustrado de 1991 en el que los comunistas ortodoxos intentaron recuperar el poder, Gorbachov anuncia la disolución de la URSS y el exalcalde de Moscú Yeltsin toma su puesto como presidente de Rusia, convencido que la economía de mercado debía llegar al país. 1992 empieza con la completa liberalización de los precios y aboliendo el castigo a los negocios privados. El primer día las calles de Moscú se llenaron de personas vendiendo –y comprando- cosas. Pero la primera reacción fue negativa: los precios se dispararon y la moneda se devaluó si bien hay que tener en cuenta que Yeltsin tenía en contra tanto al Parlamento como al banco central, dominados por comunistas ortodoxos que boicoteaban todas las medidas aperturistas, incluyendo los intentos de privatizar empresas. Además estaba el problema de la corrupción. Las mejores empresas eran estatales y sus gestores no querían perder su inmenso poder. Mientras los “directores rojos” no fueran sustituidos la economía no cambiaría y eso no lo podía hacer el gobierno con la Duma en contra. Sólo a partir de las elecciones de 1996 consiguió Rusia reformas que ya se habían implantado hacía años en otros países del bloque exsoviético. El problema es que para que Yeltsin pudiera vencer en esas elecciones necesitó el dinero de los nuevos oligarcas que a cambio le exigieron las mejores empresas estatales a precios muy bajos… y él aceptó. Menos de 2 años después Rusia no pudo afrontar pagos de su deuda contagiado por los problemas asiáticos -que ya comentaremos otro día- pero ya había dejado atrás definitivamente el comunismo.


India tras su independencia no asume como ideal económico las aldeas autosuficientes -según la imagen idílica de Gandhi- ya que Nehru pretende industrializar el país. Y lo hace desde la posición del intervencionismo. El dirigismo estatal contra la pobreza. Burocracia y más burocracia que no acabó con las hambrunas. Además, practicó el proteccionismo, intentando no importar casi nada lo que llevaba a que se tardaran años desde que alguien quería comprar un automóvil hasta que lo disfrutaba. La mayoría de países en vías de desarrollo siguieron el camino del estatismo. El caso chino era más parecido al soviético pero tampoco triunfó: consiguió ser una gran potencia industrial, como la URSS, pero la gente no vivía sustancialmente mejor. Japón consiguió ser también una gran potencia industrial a la vez que exportaba productos a todo el mundo, y la calidad de vida de sus habitantes era muy superior a la de chinos, soviéticos e indios. La gran diferencia entre el proteccionismo y la globalización. Las empresas sin competencia, sean estatales o privadas, acaban creando productos de peor calidad y los flujos de innovación se secan. Sólo tras la caída de la URSS, cuando el país estaba al borde de la bancarrota, la economía india se abre. Gracias a esa situación extrema, pudieron hacerse las reformas que tenían la oposición de muchos miembros del propio partido del gobierno: recorte de subsidios, de permisos, de control estatal, de aranceles… A partir de ahí la economía india creció espectacularmente durante años reduciendo con ello la extrema pobreza a gran velocidad. Crear riqueza elimina más pobres que el que un político pretenda distribuir la poca riqueza pre-existente.


En 1989, el mismo año de las elecciones polacas y la caída del Muro, también hubo protestas en China (Tiananmen) pero Deng Xiaoping supo reinventarse y abrazó el mercantilismo para salvar la economía sin hacer cambios políticos. Esa vía, viva hasta la actualidad, mezcla el dirigismo económico y el estatismo con la economía de mercado y la globalización. El comunismo en lo económico parece acabado pero en la que será la mayor potencia mundial antes de que acabe el siglo, el péndulo está claramente en el “más estado”.


Otro día más

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