La mayor tragedia, la menos visual

Hay una típica frase motivacional que dice que el objetivo se consigue cuando crees que lo has conseguido, y es totalmente cierto. Con el tema del covid19 creo pasará lo mismo, nadie sabe realmente cual es el objetivo con el que nos conformaremos porque cada vez parece más claro que no es, como podíamos pensar o desear no hace tanto, que el virus desaparezca. De hecho eso mismo dijo la OMS el 13 de mayo: “El nuevo coronavirus quizá nunca desparecerá y la población tendrá que vivir con él” y no es que la OMS esté acertando mucho últimamente pero esa conclusión coincide con mi percepción, que además parece confirmarse con el primer estudio de prevalencia realizado en España y que conocimos hace unos días: con sólo un 5% de la población expuesta al virus han muerto casi 30 mil personas… oficialmente. El confinamiento está claro que ha frenado tanto la primera como la segunda cifra pero es alarmante entonces pensar en qué puede ocurrir tras su finalización.

La versión optimista es que las mascarillas ayudarán a reducir contagios aunque no estemos confinados, que si eliminamos los muertos en residencias (algo que imagino ya se tomará más en serio) la cifra de fallecidos se reduce mucho, que si bien los afectados son muchos es lógico pensar que se han ido primero los más vulnerables y que los profesionales sanitarios, al haber estado más expuestos, tendrán una mayor dosis de inmunidad -y más medios- y por tanto tendrán menos bajas laborales y eso ayudará a que no se colapse el sistema sanitario. La versión pesimista dice que si sólo se han ido los más vulnerables del 5% de la población expuesta al virus, la cifra de muertos puede dispararse muchísimo y que nada garantiza que no vuelva a haber atascos en los hospitales y las UCIs y que si bien es cierto que el uso de mascarillas y la distancia social son un factor muy positivo de prevención, nadie está seguro del grado de cumplimiento. Por otra parte, los países serios como Corea del Sur cuando detectan un caso lo rastrean y así averiguan quienes son los infectados y pueden tratarlos y/o confinarlos pero aquí seguimos, más de dos meses después, sin un método de rastreo eficaz.

Nos decían que para que hubiera inmunidad hacía falta que el 60% de la población tuviera anticuerpos, ahora sabemos que eso es una entelequia, quizás por eso el método sueco, aunque a corto plazo esté resultando un fracaso si comparamos sus cifras con las de sus vecinos, pueda ser un éxito a largo plazo. Nadie lo sabe aunque sí sabemos que el desastre económico está ocurriendo tanto en países con confinamientos estrictos como en los que no ya que la economía está tan internacionalizada, que a todos nos afecta lo de todos. Yo no tengo claro, como casi todos, nada y en este tema soy propenso a confundir deseo con evidencia y aviso que en España tenemos un problema de percepción ya que por nuestra propia evolución pensamos que lo peor ha pasado cuando en el mundo se están dando estos días las cifras máximas de contagiados diarias (más de 100 mil) pero hay algo que tengo claro: ni España ni ningún país están preparados para la ruina económica que puede suponer volver al confinamiento generalizado y pienso que las autoridades lo saben y están preparando a las sociedades a asumir como normales y habituales las muertes por coronavirus, muertes que, al menos en España, han sido en un 97% de mayores de 60 años… seguramente infectados por ciudadanos mucho más jóvenes.

Debemos tener en cuenta que por ejemplo en España apenas hay imágenes de la tragedia que se está viviendo. El último gran atentado terrorista en nuestro suelo, el de las Ramblas en Barcelona de hace 3 años, dejó 17 fallecidos y un impacto visual que no ha habido ahora con centenares de decesos diarios. 193 personas fallecieron el 11-M en Madrid y aún se pueden ver fotos y videos de aquellos hechos. Ahora apenas nada, hay un interés en edulcorar todo esto que creo resulta contraproducente porque puede que esté llevando a que muchas personas no se lo tomen lo suficientemente en serio. Bajar de 100 muertos diarios se consideró hace unos días una gran noticia viniendo de donde venimos aunque hay que tener en cuenta que el año pasado por accidentes de tráfico murieron de media ¡3 personas al día! Y curiosamente, para aleccionar a la prudencia de la gente en la carretera nos montan periódicamente campañas publicitarias a veces con escenas muy crudas y donde se pueden ver las consecuencias de nuestra irresponsabilidad al volante, ¿para cuando una que muestre las consecuencias de no llevar mascarilla o de no respetar la distancia social con afectados reales o actores maquillados como moribundos al menos, por qué ocultar ese sufrimiento real al escrutinio de toda la sociedad?

No, hay un claro interés en desdramatizar visualmente unas cifras muy muy trágicas y pienso lo que se busca es que acabemos conviviendo con el virus y asumamos como normal que mucha gente va a seguir muriendo por él; preveo que al final volvamos a la comparación con la gripe estacional y sus muertes asociadas. La vacuna, si llega a existir y comercializarse, será una gran noticia pero la vacuna de la gripe no acabó con ella y es muy complicado que acabe con el coronavirus que, como la gripe, puede mutar. Yo que ya tengo una edad recuerdo mucho de lo que se decía cuando empezó a preocupar en el mundo el SIDA (por cierto, tuvo que morir un actor famoso de Hollywood para que eso pasara), también se hablaba de un origen artificial, de la llegada de una vacuna milagrosa y de los enormes cambios que iba a provocar en el comportamiento humano… como ahora. Al final, la enfermedad se trata con bastante éxito pero sigue ahí, con millones de afectados en el mundo, sin vacuna, olvidadas ya las teorías conspirativas y el único cambio real que supuso fue un mayor uso de los condones. De hecho, no me extrañaría que la famosa campaña de los ´90 “póntelo, pónselo” ahora se aplique a las mascarillas.

Mi impresión es que nos están preparando para vivir con el virus, tomar como normal que haya docenas de muertos diarios sin asumir en ningún momento de forma oficial que no saben cómo vencerlo sin recluirnos a todos y sin reconocer que recluyéndonos a todos acabaremos pasando hambre porque esto no se sostiene. Y no pasa sólo en España donde está claro que el país no puede seguir pagando millones de nóminas públicas (entre ERTEs, parados y jubilados) más los gastos propios de la Administración con los pocos millones de personas que seguimos trabajando, pasa en casi todas partes (Italia reabrió todo hace 7 días admitiendo su primer ministro que “no podían esperar a la vacuna”). Así que volveremos a trabajar y a consumir y a recibir a los turistas y a no verlos como un riesgo… aunque el virus siga matando. Todo esto es triste, también lo es que quizás no nos quede otra opción: salvado el colapso sanitario o movemos la economía y la empezamos a recuperar o la ruina nos perjudicará más que el virus aunque quizás lo peor y más triste es que ya hayamos sentado las bases para que eso ocurra y vengan años muy duros. Claro que es muy difícil la decisión de no hacer lo mejor para la salud pública a corto plazo porque haciéndolo estropeamos tanto el bienestar de toda la población que acabará siendo también un problema de salud pública a medio y largo plazo, y probablemente mayor… pero individualmente tenemos una ventaja: que otros ya la han tomado la decisión por nosotros.

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