Profecías erróneas
No podemos evitar intentar descifrar el futuro, ya sea el de un resultado deportivo o el de unas elecciones políticas, supongo es inherente a nuestra capacidad de tener opinión sobre todo lo que percibimos, tanto en nuestro entorno directo como en lo que nos llega a través del telediario. Todos nos equivocamos, y alguna vez acertamos, pero suelen ser las menos. En 1895 un industrial preguntó a Auguste Lumiére sobre su nuevo invento. Este respondió que no estaba en venta, que sólo tenía interés como curiosidad científica y que no tenía ningún futuro comercial. Dado que su invento era el cine, puede que debiera entrar en la lista de las profecías más erróneas de la Historia pero es la típica que se disculpa con facilidad. Y es que da gusto que nos equivoquemos minusvalorando nuestra capacidad y que el tiempo nos quite la razón. En esta categoría podíamos incluir por ejemplo estas:
"Nunca se fabricará un avión más grande que éste",
dijo un ingeniero de Boeing al ver el modelo 247, con capacidad para 10 pasajeros, en 1933.
O la famosa
-Nadie va a necesitar más de 640 Kb de memoria en su PC",
frase de Bill Gates en 1981.
El mundo de la ciencia y la tecnología es de los que más pie nos ha dado a todos para intentar prever el futuro y que también ha protagonizado algunas de las más absurdas:
"Las aspiradoras impulsadas por energía nuclear serán una realidad en 10 años",
afirmó Alex Lewyt, presidente del fabricante de aspiradoras Lewyt, en 1955.
"Estamos en el umbral del correo vía cohete",
Arthur Summerfield, director general de Servicio Postal, en 1959.
"No hay necesidad de tener un ordenador en cada casa",
sentenció Ken Olsen, fundador de Digital Equipment, en 1977.
Otras profecías simplemente muestran un profundo desconocimiento de la psicología humana:
"Los estadounidenses necesitan el teléfono. Nosotros no. Nosotros tenemos mensajeros de sobra",
sentenció Sir William Preece, director del la oficina británica de Correos, en 1878.
"La TV no durará porque la gente se cansará rápido de pasar todas las noches mirando una caja de madera",
dijo Darryl Zanuck, productor de la 20th Century Fox, en 1946.
Y algunas de las que más duelen son las que nos enseñan que en el pasado esperaban más de nosotros que lo que finalmente hemos conseguido, hace 50 años esperábamos haber conquistado otros planetas, haber acabado con el hambre en el mundo…al fin y al cabo lo humano es tener esperanza en el futuro y en que será mejor, quizás por eso Bill Gates pecó de optimista cuando afirmó en 2004 que "El spam estará resuelto en dos años".
La economía y los mercados financieros también nos han dado un rosario de profecías, muchas de ellas erróneas, siendo algunas muy cercanas como la del que predijo un barril de crudo a 200$ antes de que se iniciara una bajada que llevó el precio de 150 a 35 en pocos meses, aunque en España el mejor ejemplo lo tenemos en Terra, que también pronosticaron llegaría a 200 y pasó de 150€ a 5 sin haber mediado ninguna quiebra. Se podría escribir un libro pero resultaría un poco miserable sacar los colores a todos –incluido yo mismo- que por tener opinión hemos errado el tiro, y además hay que mantener el ambiente veraniego y para ello os voy a mostrar dos ejemplos gráficos de “meteduras de pata” sonadas, esta vez de periodistas, extraídas de una de mis webs financieras preferidas, www.dshort.com :
- En esta la prestigiosa revista “BussinesWeek”, tras casi 20 años de mercado lateral y aburrido pronosticó la muerte del mercado de acciones (click en la imagen para ampliar):
Tras esa portada, en pocos meses se inició uno de los más grandes y largos (20 años) rallies alcistas bursátiles de la historia de los EUA.
Y como, aunque parezca difícil de creer, me tira más la Historia que el mundo financiero, os voy a contar una de las actitudes vitales que más deja en entredicho nuestra capacidad de predecir: la vida de Jean-Baptiste Bernadotte, revolucionario francés nacido en 1764 que por sus méritos militares y por ser marido de la ex-amante –y cuñada- de Napoleón, consiguió llegar a general de su ejército. Lo curioso es que al conquistar –por órdenes de éste- Suecia, su moribundo rey Carlos XIII, quizás para evitar una masacre a su pueblo y ya que no tenía descendencia, decidió legar la corona al “general Bernadotte” que pasó a ser Carlos XIV de Suecia. Con el tiempo éste olvidó su origen francés y peleó incluso contra Napoleón para preservar la independencia de su nuevo país. Uno de los mayores aprietos en los que se vio metido en su corte fue cuando enfermó y sus médicos le recomendaron hacerle una sangría –remedio habitual entonces- en los brazos. Tras muchas súplicas accedió siempre y cuando lo hiciera un solo doctor y con amenaza de pena de muerte si contaba lo que iba a ver, y es que en un antebrazo tenía dibujado un tatuaje -de sus tiempos revolucionarios- con la siguiente inscripción: “Muerte a los reyes”.
Conformarse... o no
Recuerdo una película que tuvo cierta fama no hace mucho: “El señor de la guerra” con Nicholas Cage. Es todo un disparate argumental y aunque pretende ser una crítica a un tema serio es recomendable tomársela como la típica película de la que sólo se puede hablar del trabajo de los actores. Sin embargo, tiene una frase final muy certera: el personaje, traficante de armas, en un decorado bélico con el suelo repleto de casquillos afirma algo así como “Lo mejor en la vida es huir de las guerras, sobre todo de las de uno mismo”, haciendo ver con esa actitud que le va tan bien en su trabajo porque ha conseguido acallar totalmente su conciencia.
Es una conclusión deprimente pero tremendamente certera: como mejor se vive es aceptando lo que hay sin hacerse demasiadas preguntas por nada. Yo lo veo a diario en la intermediación financiera y puedo asegurar que ésa es la base para poder ganar dinero en los mercados: no pensar y dejarse llevar. Si te pones a analizar en un plano teórico no hay problema pero como quieras especular usando argumentos lógicos perderás dinero, ¿Por qué? Porque, como en la vida, lo más sano para uno mismo es “sumarse” a las tendencias, en los mercados consigues beneficios monetarios y en la sociedad consigues aceptación.
Para mi es una desgracia pensar tanto, plantearme soluciones, analizar actitudes y por supuesto pretender cambiarlas. Siempre he envidiado a los que son felices simplemente aceptando el mundo tal cual es y con preocupaciones cotidianas como un resultado de fútbol, la vida de unas personas que tienen tan poco que hacer en la vida que se pueden encerrar semanas en una casa sin libros o el saber de la “famosa” de turno. Me parece que tienen una inteligencia muy superior a la mía porque si la inteligencia estriba en ser feliz con lo que uno posee ellos lo tienen mucho más fácil que yo. Ojalá yo fuera conformista pero cada uno es como es y tampoco es plan de no aceptarse uno mismo.
Cuando yo era más joven mi principal preocupación en la vida era el sexo con mujeres y por ese objetivo era capaz de casi cualquier cosa, un buen (o mal) día decidí que era más importante para mi estar contento conmigo mismo y que debía luchar, por encima de cualquier otra cosa, por eso. Empecé pues a valorar aspectos como la coherencia o la sinceridad y también a empezar a buscar esos valores en otras personas; fue un proceso y aprendí mucho, por ejemplo a saber que la bondad de alguien es una virtud mucho más importante que otras características mucho más aceptadas socialmente como el atractivo, la cultura o incluso la simpatía. Por supuesto, se resintió mi vida sexual pero creo me mereció la pena el cambio.
Aprendí también que el mundo no tiene solución o más exactamente que si la tiene no está en mi mano, pero que podría ser posible crear un micromundo con mis personas más allegadas en el que los valores que primaran fueran distintos a los de la sociedad actual. Aprendí que podría ser posible, pero me temo que aún no lo conseguí… es muy difícil y poco probable.
En esta sociedad ser sincero es un defecto, tanto en el trabajo como en las relaciones personales, la bondad de las personas es tomada como imbecilidad en la mayoría de los casos, las apariencias suelen ser suficiente motivo de juicio para juzgar a otros sin entrar en los contenidos internos de las personalidades, estamos tan mediatizados que la mayoría desconfía de todo el que no se ajuste a las normas establecidas, los que nos gobiernan –a todos los niveles- suelen ser todos incoherentes y además es indiscutible pues existe memoria de sus actitudes y discursos…y sin embargo tienen un apoyo mayoritario.
¿Sólo queda conformarse?
Barreiros
Voy a contar una historia de un emprendedor que consiguió triunfar con su iniciativa en un país económicamente intervencionista como la España franquista de los años 50 y 60 del siglo pasado y que volvió a hacerlo en un régimen similar como el cubano de los años 80. Es la prueba evidente de que el talento puede sobrevivir incluso contra condiciones adversas pero también que contra éstas hace falta ser un genio.
El padre de Eduardo Barreiros construyó –en los años 30 del siglo pasado- y con piezas de desecho, un autobús para comunicar su humilde aldea gallega con Orense y poco a poco formó una línea regular que necesitó de nuevos autobuses cuyo coste obligó a que su hijo tuviera que dejar los estudios con 12 años y se dedicara a la mecánica. Con la Guerra Civil el ejército les confisca los vehículos y aunque pueden recuperarlos, Eduardo Barreiros debe hacer malabarismos con piezas viejas compradas en desguaces para poder mantener a flote la compañía familiar. Eso le da la idea para iniciar su primer negocio: comprar vehículos viejos, arreglarlos y venderlos. Se inicia con una moto y en pocos años factura más él que la línea de autobuses. Su olfato comercial era tal que durante su viaje de novios alguien le hizo una oferta por su coche y lo vendió y siguió el trayecto en tren. Junto a su hermano convence a su padre de cerrar el negocio familiar y competir con una nueva empresa, Becosa, para un contrato de reparación de carreteras que consiguen. Inventa una máquina barredora que acelera el trabajo y su éxito lleva a que les ofrezcan construir el dique de la playa de Castellón. Es otro triunfo ya que cambia el lento y caro modelo tradicional de traer la roca en vagones: él utiliza camiones y crea una plataforma desmontable que avanza según se construye el dique, método que se impuso desde entonces.
Los viejos camiones rusos que utilizó en esta obra eran muy fuertes pero gastaban mucha gasolina (entonces a 6 pesetas el litro), bien escaso en la España de la postguerra. Eduardo Barreiros se planteó entonces la posibilidad de cambiar los motores para que aceptaran gasoil (entonces a 2 pesetas el litro) y consumieran menos combustible. Aquel muchacho que dejó la escuela con 12 años preguntó por carta a ingenieros de todo el mundo si esa modificación era posible y todos le respondieron que no. No se rinde y lo intenta durante meses a pesar de los numerosos accidentes que sufre por explosiones del motor. Y lo consigue. Tiene la visión de patentar el método de transformación de motores de gasolina a diesel y empieza a recibir pedidos para su recién montado taller de Orense “Galicia Industrial”. Además, viaja con un camión los fines de semana haciendo demostraciones en las plazas de los pueblos para aumentar la cartera de clientes. Como Eduardo Barreiros es ambicioso y desde la mal comunicada Galicia es difícil progresar se traslada a Madrid donde no sólo transforma motores, también compra camiones, los desguaza, los monta y los vende con su transformación realizada. En 4 años debe cambiar a otra nave más grande y funda “Barreiros Diesel”. Se abría los 7 días de la semana y a pesar de que Eduardo Barreiros es ya millonario trabajaba como uno más y no tenía problema en mancharse las manos de grasa.
Tras transformar las 3 cuartas partes de todos los motores de camiones españoles, la única forma de seguir creciendo era crear motores nuevos. Por una argucia legal consigue gratis la posibilidad de usar como base de sus creaciones un motor inglés de la marca Perkins –que había despreciado a tal punto la capacidad tecnológica española que no se había preocupado de patentarlo en el país-, lo que facilita el trabajo. Pero necesita la licencia del Instituto Nacional de Industria, un hólding industrial estatal presidido por el Marqués de Suanzes que no quiere competencia para su marca Pegaso, por lo que sólo les concede licencia para construir 1500 motores. El problema que tenía Pegaso es que la publicidad patriotera les llevaba a veces a buscar más el prestigio que la eficiencia, el mayor exponente de esto es el “Pegasín”, un turismo deportivo de lujo del que apenas se crearon 100 unidades. La España de entonces necesitaba motores fuertes de bajo consumo y así lo entendía Eduardo Barreiros, es por eso que se arriesga a ignorar la limitación impuesta y a intentar conseguir piezas incluso mediante el contrabando, ya que no tiene permisos para importarlas. A veces hasta traían válvulas en avión desde Suiza escondidas en cajas de sombreros. Lo curioso es que la España franquista, a pesar de todas las zancadillas puestas a Barreiros, presume de sus éxitos como si fueran propios.
Ante la dificultad de extenderse en el mercado nacional, Barreiros –que sólo fabrica motores- decide optar al concurso para vender 400 camiones al ejército de Portugal. Crean prácticamente de la nada el diseño de un camión tomando piezas de diferentes compañías y el propio Barreiros lo conduce delante de las autoridades portuguesas. El NODO franquista presume de cómo la creación española consigue vencer las cuestas de arena de la prueba a la primera, algo que no consigue ni siquiera el camión militar de General Motors a pesar de haber participado en la Guerra Mundial y de haber vendido un millón de unidades. Pero le siguen vetando los recursos incluso para construir las 400 máquinas comprometidas, que se realizan de forma casi artesanal. Barreiros se salta todas las prohibiciones y sigue creciendo enfrentado al INI. Consigue esquivar a los intermediarios burocráticos y realiza una demostración directa a Franco de sus camiones y le solicita ayuda. Tras la entrevista con el jefe de estado la presión sobre Barreiros disminuye y con la financiación del Banco de Vizcaya vuelve a crecer superando en el mercado nacional a Pegaso gracias a sus precios mucho más competitivos y a la mezcla entre la dureza y la facilidad técnica de sus camiones, algo que también le lleva a exportar. Incluso en talleres y concesionarios superaba al productor estatal. Barreiros fue pionero en la reinversión social de los beneficios ya que creó escuelas y viviendas para familias de sus 10 mil empleados con médicos, ambulancias y clínica de empresa.
En 1960 Barreiros solicita una licencia para construir coches que le niega el INI por lo que ante la imposibilidad de ampliar el negocio inicia en España la política de vender camiones y tractores a plazos, aumentando con ello la base de clientes, pero asumiendo un riesgo económico que resultó excesivo. Sin financiación pública y tales deudas, la empresa tuvo que despedir a casi el 10% de su plantilla y sólo la entrada de un nuevo socio con mucho dinero podía evitar la quiebra. El propio Eduardo Barreiros creyó haber dado con la solución tras 2 viajes a Detroit: consiguió la entrada de Chrysler con 20 millones de $, la mayor inversión extranjera jamás vista en España. El acuerdo, para desesperación del INI, suponía que la constructora americana vendería turismos en España y Barreiros podría vender camiones y tractores en los concesionarios Chrysler de todo el mundo. El impacto publicitario de algo así fue utilizado por el gobierno franquista a pesar de su nula participación en el acuerdo: instalaciones modernas de 2 millones de metros cuadrados, subidas de sueldos, 25 mil empleados directos, 50 mil indirectos. Barreiros recibe la medalla al mérito civil, le entrevista la prensa internacional, le llaman “el Ford español”, se compra el primer avión privado de España…
Pero la gestión americana es lenta y demasiado ambiciosa y se centra casi en exclusiva en los coches, pasa el tiempo y se van oxidando miles de carrocerías de Symcas y Dodges que se han traído de Estados Unidos y no se montan. Tampoco cumplen el acuerdo de vender los camiones Barreiros por todo el mundo. Las primeras ventas de autos se producen 2 años después de la entrada de Chrysler y son decepcionantes, la España que consumía camiones y tractores a precios asequibles no tenía poder adquisitivo como para pagar por miles de coches de importación. Para la multinacional las pérdidas son asumibles pero no para Barreiros y sus socios y Chrysler se hace con el 77% de la compañía en una segunda ampliación de capital en la que Barreiros mantiene su puesto pero no su poder. Además, el sector más rentable en aquel momento -1967-, los tractores, dejan de fabricarse por los compromisos que Chrysler tiene con otras multinacionales de no hacerse la competencia en esa área. Pocos meses después, Barreiros vende sus acciones y a cambio de una generosa liquidación deja la empresa que fundó y se compromete a no trabajar en el sector de la automoción durante 5 años.
En ese tiempo Barreiros, a pesar de su fortuna, no deja de intentar nuevos negocios, desde granjas mecanizadas a bodegas pasando incluso por la búsqueda de oro y petróleo. En todos pierde dinero –especialmente en una financiera relacionada con el tema inmobiliario- pero pasado el veto, se decide a empezar de nuevo con la fabricación de motores. Reúne a todo su antiguo equipo y se entrevista con Fidel Castro asegurándole que puede hacer por Cuba lo que hizo por la España de la postguerra. Si años atrás tuvo que enfrentarse a un camión de la GM, ahora la prueba es contra un motor de Nissan, ambos se pondrían en funcionamiento sin parar durante 3 meses y Cuba compraría el que se comportara mejor. Es 1982 y Barreiros gana a la multinacional japonesa y empieza a construir en la isla caribeña tres fábricas que, entre otras cosas, vuelven a transformar viejos motores de gasolina en diesel, en un curioso caso de estructura circular vital.
Barreiros muere en 1992 y para las nuevas generaciones de españoles es un desconocido. En otro país o en otra época Eduardo Barreiros sería un héroe nacional y seguramente una gran empresa multinacional nacida de sus ideas llevaría su nombre como es el caso de Ford, en España esos honores, que otros como Goicoechea Oriol con el Talgo consiguieron, a él se le negaron por hacer la competencia a una empresa estatal como Pegaso. Le tocó trabajar en una economía intervencionista que asfixió su ambición, creyó encontrar la solución en una multinacional que le engañó ya que buscaba un nuevo mercado y no su talento y finalmente fue a hacer en otra economía intervenida, pero en la que no tenía competencia de ningún burócrata, lo que se negó a hacer de joven: cambiar ambición por resignación y conformarse con el orgullo del trabajo bien hecho.
PD- El relato de la vida de Barreiros es un resumen propio del documental “Barreiros motor humano” dirigido por Marco Besas.
Getler
Dan Getler nació en 1973 en una familia de comerciantes de diamantes israelí hasta el punto que en su juventud antes de ir a la escuela madrugaba para aprender el arte de pulir gemas. Su abuelo emigrado de Rumania, Moshe Schnitzer, le llevaba a sus reuniones para que aprendiera a negociar acuerdos de diamantes y le enseñó un curioso consejo:” Solicita crédito a los bancos sólo cuando no lo necesites y así lo asegurarás para cuando lo necesites ya que si esperas a pedirlo cuando lo necesites, será demasiado tarde”. Su tío, Shmuel Schnitzer, fue presidente de la Federación Mundial de Bolsas de Diamantes. Con estos antecedentes y una fuerza emprendedora que le llevó a no aceptar su herencia sin más, decidió con 22 años empezar a comprar diamantes en bruto en grandes volúmenes y a bajo precio de naciones devastadas por la guerra como Liberia y Angola para revenderlos con altos beneficios en los centros de diamantes más importantes de los EUA., India e Israel.
Congo en 1997 era uno de los cinco principales productores de diamantes en el mundo. En mayo de ese año, los insurgentes liderados por Laurent Kabila, padre del actual presidente, derrocaron al régimen corrupto de Mobutu Sese Seko, un aliado de los EUA que había gobernado durante 32 años. Después de tomar Kinshasa el 17 de mayo, Laurent Kabila se declaró presidente y cambió el nombre del país por República Democrática del Congo. Unos pocos días más tarde Gertler utilizó a un rabino del país para concertar una entrevista con Joseph Kabila, el nuevo jefe del Ejército, hijo del nuevo presidente. Ambos jóvenes hicieron buenas migas, uno era el comandante de decenas de miles de soldados y el otro ya negociaba un volumen de diamantes al año por valor de 2 mil millones de $. Ese primer contacto derivó en más conversaciones y en una entrevista con el padre. El nuevo gobierno congoleño necesitaba efectivo inmediatamente pues la guerra civil no había acabado y Gertler se lo ofreció a cambio de la concesión del monopolio de la venta de diamantes. Usando una combinación de créditos bancarios, herencia, reservas de efectivo y ventas precipitadas de acciones, Gertler logró reunir 20 millones de $ y los envió a la cuenta en Suiza del Banco Central del Congo. Había apostado toda su fortuna por un presidente novato de uno de los países más pobres del planeta que además estaba en guerra.
En enero de 2001 uno de sus guardaespaldas mató a Laurent Kabila y su hijo tomó el poder. Para sorpresa de Gertler, su amigo canceló su monopolio de diamantes pero ni su amistad ni la venta de diamantes (aunque fuera sin monopolio) se acabó. Y es que el nuevo Kabila seguía gobernando un país en guerra, vastas regiones del país estaban bajo el control de grupos rebeldes apoyados por la vecina Uganda y Ruanda y volvió a pedir ayuda a Gertler. Puesto que Kabila padre había tenido entre sus filas luchando al Che Guevara y había derrocado a un dictador amigo de los EUA, era sospechoso de marxista y necesitaba un mediador para reducir fricciones con Washington y conseguir que se adhiriera a un plan de paz que acabara con la contienda. Gertler hizo esa misión y fue clave en los contactos, entrevistándose varias veces con altos ejecutivos de la Administración Bush que concluyeron en la mediación norteamericana para un acuerdo de paz (por cierto muy curioso porque Kabila nombró como ministros a varios de sus enemigos) entre el gobierno y los rebeldes congoleños en 2002 tras millones de muertos en la contienda. Gertler, ¿a cambio? consiguió que por 15 millones de $ la empresa estatal minera de diamantes del país le cediera por 4 años el contrato para la venta del 88% de su producción.
En cualquier caso no fue una excepción, el país estaba sumido en la corrupción y en la necesidad de fondos por lo que se firmaron decenas de acuerdos para explotar los recursos naturales del país con empresas extranjeras, muchas de ellas a precios subvaluados según ha denunciado el Banco Mundial. Tras el acuerdo de paz era más fácil invertir en el país que cuando empezó a hacerlo Gertler: ese es el principal argumento que él y Kabila usan para justificar su trato preferente. Y es que Congo es el país más grande del África subsahariana, con los depósitos más ricos del mundo en reservas de cobalto y grandes cantidades de cobre, diamantes, oro, estaño y coltán, un mineral que contiene el metal tantalio, que se utiliza en electrónica de consumo y Gertler, de una forma u otra, está en todos esos negocios del país y algunos más como petróleo, banca y agricultura. Sus inversiones son muy diversas e internacionalizadas pero nadie duda que gran parte de su fortuna la ha hecho gracias a este país. País que es la nación más pobre del mundo, de acuerdo con un índice de la ONU que mide la salud, la educación y los ingresos. La mayor parte del territorio carece de electricidad y agua corriente y uno de cada cinco niños muere antes de su quinto cumpleaños. Además, numerosos grupos armados siguen desestabilizando el país y en las últimas elecciones -2011- que volvió a ganar Kabila se detectaron irregularidades denunciadas por observadores internacionales. Hoy en día, TransparencyInternational
Gertler es famoso por sus donaciones a organizaciones benéficas muchas de las cuales ofrecen servicios educacionales y sanitarios en el país. Aunque tiene ciertas similitudes con otro empresario polémico, Mittal, aún es más austero ya que Gertler –casado con 9 hijos- rompió con la tradición de su familia y decidió adoptar un estilo de vida ultra-ortodoxo prohibiendo la televisión y los ordenadores en sus casas. A pesar de esta imagen las numerosas denuncias que ONG´s han hecho a Gertler y al proceso por el cual el gobierno le vende empresas estatales a bajo precio a cambio de sobornos se ha visto corroborada por informes de analistas del Deutsche Bank y varias firmas de consultoría internacionales hasta el punto que el FMI en 2012 frenó un programa de ayudas y créditos de financiación al país porque el gobierno le ocultó unos datos sobre unas ventas de empresas estatales en 2011 que éste le había exigido. Y en los famosos Papeles de Panamá su nombre aparece en más de 200 ocasiones…
No hay espacio en este artículo para citar todos los ejemplos de irregularidades si bien sorprende que siendo tantas, este personaje sea tan desconocido para nuestros medios de comunicación. Incluso después de que el presidente Trump en diciembre de 2017 bloqueara todos sus activos en Estados Unidos por la Ley Magnitsky, y más cuando Gertler tiene participaciones en compañías que controlan el 9,6 por ciento de la producción de cobalto del mundo, un material muy estratégico y además es un aliado fuerte de otras multinacionales que cuentan con él cuando quieren invertir en esa zona geográfica. “El Congo necesita gente como nosotros, que vienen a poner miles de millones en el suelo. Sin esto, los recursos no valen nada ” se defiende él pero a la vez no faltan quienes le acusan de hacerse rico a costa de la pobreza de millones de congoleños si bien hay que decir que es el propio gobierno del país el que le proporciona esas condiciones tan ventajosas. Por lo que parece, nadie es inocente en todo esto… excepto los niños congoleños.
La historia de Enron
Hoy os traigo un resumen de un largo –casi dos horas- documental de 2005 titulado “Enron, los tipos que estafaron a América” que, a pesar de ser un tanto tendencioso y algo desordenado, me ha sorprendido por las similitudes que la gestión de aquella empresa tiene con la que a nivel general nos ha llevado a la actual crisis.
Kenneth Lay fundó en 1985 Enron intentando rentabilizar la liberalización de la energía iniciada por el presidente Reagan (“el gobierno es el problema”) pero, contradicción que hoy vemos generalizada por ejemplo en la banca, aceptando con gusto las subvenciones estatales que su compañía recibía por internacionalizarse. El rumbo de la compañía –que en principio debía ser la típica compañía energética estable que tanto gusta al inversor conservador en bolsa- parece fue decidido por una malversación. Y es que en 1987 la filial Enron Oil reportaba unos beneficios extraordinarios debido a que altos cargos apostaban en el mercado de precios del crudo, aprovechándose de las propias reservas de la compañía para mover los precios. Estuvieron a punto, en una racha de mala suerte, de hundir Enron Oil, y en la investigación posterior se descubrieron documentos falsos y desvíos de fondos a cuentas personales. Kenneth Lay era consciente de ello pero como vio que esta estrategia tan arriesgada daba grandes beneficios no despidió a los operadores hasta que se vio obligado cuando uno de los responsables fue condenado a un año en la cárcel.
El caso es que a partir de ese momento la cúpula de Enron entendió que la especulación era más rentable que la gestión empresarial tradicional de una empresa de este tipo –redes, gasoductos etc.- y en 1992 ya era el mayor comprador y vendedor de energía del mundo. De fechas tan lejanas comienza una tendencia contable que marcará la historia de la compañía ya que valoraban expectativas de precios futuros –demostrables por los precios de estos productos, muchas veces manipuladas por ellos mismos- a las posiciones presentes, presentando unos beneficios irreales que acabarían generando un descuadre de tesorería casi continuo. En esta época el fundador de Enron había cedido los poderes ejecutivos a Jeffrey Skilling, un personaje que sabía venderse a él mismo y a Enron muy bien a pesar de algunas tácticas no precisamente populares como por ejemplo despedir a más de un 10% de la plantilla cada año por votaciones del resto de empleados. Aunque fue el máximo responsable hasta unos meses antes de la quiebra, en la comisión parlamentaria que investigó ésta negó tener responsabilidad en el crash, al igual que otros directivos, y si bien un empleado íntimo amigo de Skilling se suicidó agobiado por los remordimientos, él aseveró que “No hice nada malo, en todo momento trabajé para el beneficio de la compañía”.
Otro factor que impulsó el amor al riesgo y el olvido de la economía real fue la fuerte tendencia alcista bursátil de finales del siglo pasado, lo que motivó aún más la política de aumentar dividendos como fuera. El artífice de las cuentas era el director financiero Andrew Fastow que durante años consiguió que una empresa que perdía liquidez, aumentara beneficios trimestre tan trimestre ocultando una deuda de 30 mil millones de $ con cientos de compañías fantasma que la escondían en sus propios balances. Hacía lo que sus jefes querían y además se embolsaba una buena comisión para él mismo. Llegó a vender a 96 bancos –algunos eran los principales del mundo- un fondo que sólo invertía en Enron, siendo él el responsable de ambas compañías y garantizado todo en una expectativa irreal de beneficios –repito- de una sola compañía. Es decir, no sólo el auditor, Arthur Andersen, cayó en la trampa: banqueros, abogados y contables hicieron la vista gorda, ¿tan ineptos eran o más bien es que todos cobraban? Parece lo segundo ya que se descubrieron mails entre empleados de los bancos que demuestran que sabían que los números de Enron no eran claros. De hecho, Merry Linch fue condenado a posteriori porque a finales de 1999 compró activos en Nigeria a Enron para devolvérselos a los 5 meses y en ese tiempo desaparecieran del balance de la empresa. ¿Habría otras operaciones así que no salieron a la luz? Es difícil de entender que nadie se extrañara de un aumento constante de los beneficios cuando la realidad era la contraria ya que sólo era rentable el “power bróker” (un famoso lema publicitario de Enron), es decir, la intermediación, pero no compensaba las grandes inversiones en industrias y extracciones por todo el mundo que no daban beneficio. Por ejemplo, una enorme factoría en la India que siempre generaba déficit ya que en aquella época el precio al que podían vender energía a la población del país era más barato que el coste. En esa época la publicidad de Enron era similar a la de los bancos islandeses de hace unos años y la clave era más convencer a inversores bursátiles que a clientes ya que los bonus de los directivos estaban ligados a la cotización y eran abonados con acciones. De hecho, semanas antes del cierre de trimestre milagrosamente siempre aparecían beneficios.
Algunos beneficios existían realmente pero la forma de obtenerlos era muy discutible. Por ejemplo, desde que en 1996 se liberalizó la electricidad en California, Enron desviaba energía de allí para venderla en otro sitio, lo que provocó cortes de electricidad nunca vistos antes en el estado, que además beneficiaban a Enron ya que encarecía los precios. Estudiaban la red y donde sobraba, la desviaban, cobrando varias veces por lo mismo. Seguramente la primera vez no fue algo planificado pero viendo el resultado empezaron a provocar ellos mismos cortes para subir los precios, y de hecho se grabaron conversaciones de operadores provocando apagones (“Si pisarle el cuello a alguien supone el doble de sueldo, pues se le pisa”). Especulaban con un bien básico, aún más que el de la posesión de vivienda, origen de la actual crisis. Los miedos a la “sobrecargada red de California”, elevaban más y más los precios, alegrándose incluso de los incendios estivales ya que servían para poder justificar mejor los apagones. En el documental hablan del experimento Milgran para justificar “por qué simples empleados de Enron podían comportarse con tanta maldad”. Se calcula que la crisis energética de California costó al estado 30 mil millones de $ de los que una tercera parte eran culpa directa de empleados de Enron. Y es que los operadores –brokers que compraban y vendían electricidad- eran los verdaderos dueños de la compañía mientras su presidente se defendía afirmando que “ganaban dinero a pesar de California y no con California” e incluso hacía chistes en público (“El Titanic se diferenciaba de California en que cuando se hundió tenía las luces encendidas”). Dicen que tuvo la suerte de que Bush hijo (Lay era amigo de Bush padre y conocía al antiguo gobernador de Texas como todos los empresarios que estaban relacionados con el sector del petróleo) llegó a la Casa Blanca y se enfrentó al gobernador demócrata de California para no castigar a Enron. Eso sí, como el Senado tenía mayoría demócrata se presionó a la Agencia Federal de la Energía para que al menos no volviera a ocurrir. Lo cierto es que Enron había donado muchos fondos a la campaña de Bush pero siendo algo habitual en los EUA, la actitud del presidente Bush puede deberse más a su ideología no intervencionista en estos temas que a alguna ilegal devolución de favores; es algo que probablemente nunca se sabrá.
Enron siguió una política de expansión irresponsable, incluso comprando otras compañías, que le llevó a ser la séptima empresa norteamericana con un valor de 70 mil millones de $. En la referida comisión parlamentaria posterior a la caída los analistas bursátiles que no paraban de recomendar comprar acciones de Enron se defendieron alegando que trabajaban con informes falsos suministrados por Fastow pero lo cierto es que a finales del siglo XX Merry Linch despidió al único analista que entonces era escéptico respecto a Enron y, además, se supone que deberían investigar de forma independiente sin creerse a pie juntillas lo que la propia compañía afirmaba. Lo cierto es que los hechos parecían dar la razón a los optimistas: en 1999 las acciones se revalorizaron un 50% y un 90% en el 2000…lo nunca visto en una empresa eléctrica ya que funcionaba de una forma más similar a las “.com”. Por ejemplo, sus acciones se revalorizaron un 34% en 2 días por anunciar un acuerdo con Blockbuster –la de los videos- para formar un negocio de compra-venta de banda ancha que nunca se hizo realidad, y poco antes de la quiebra también intentó sacar a la desesperada un mercado “de predicciones meteorológicas”, es decir, vendían tanto “humo” como muchas de las “.com”. El caso es que en el año 2000 fue considerada por la prestigiosa revista Fortune la compañía más admirada e innovadora de los EUA. Pero fue precisamente una periodista de dicha revista –acuciada por un inversor con dudas- la que en marzo de 2001 publicó un artículo titulado “¿Esta Enron sobrevalorada?” en la que ni siquiera plasmó sus dudas sobre la liquidez de la compañía pero que llevó a Enron a afirmar que la publicación era por venganza de un reportaje favorable publicado una semana atrás por la competencia de Fortune, Bussinesweek, y que “Es difícil mostrar a la gente los detalles de cómo fluye el dinero en los negocios al por mayor”. Lo cierto es que la periodista, antes de publicar nada, estuvo 3 horas reunido con el director financiero y el de contabilidad de Enron y ninguno le supo explicar de dónde salían los beneficios presentados. Un mes después en una conferencia con analistas alguien preguntó a Skilling “¿Por qué si Enron era una compañía de servicios financieros no hacía una declaración de flujos de efectivo de sus ingresos? A lo que éste no sólo no contestó, además le llamó gilipollas. Por esa época estaba planeando comprar un avión corporativo de 45 millones de $.
Como en la actual crisis, muchas de las “vergüenzas” particulares de una determinada compañía salieron a la luz cuando la tendencia general bursátil cambió de dirección y no se pudo sostener el castillo de naipes por más tiempo. La bajada de las “.com” fue clave para sacar los problemas a la luz. Aunque la puntilla fue la dimisión “por motivos personales” de Jeffrey Skilling el 14 de agosto de 2001 (llevaban ya semanas bajando las acciones, entre otras cosas por las ventas de sus propios directivos, que hasta el fin sumaron 116 millones de $) ya que todo apuntaba a que quería abandonar el barco antes de su hundimiento. El fundador de Enron volvió a ocupar el máximo puesto ejecutivo y achacó los problemas en la cotización a la tendencia general del mercado. Pero es que toda la compañía vivía de que las acciones siguieran subiendo. Llegó el 11-S y tras las nuevas caídas bursátiles poco se podía ya hacer para sostener la mentira. El 23 de octubre el auditor Arthur Andersen destruyó la información que tenía sobre Enron, justo el mismo día que el presidente volvió a declarar que la compañía iba bien y que las acciones recuperarían y respaldó a su director financiero. El día después éste era despedido por apropiarse de 45 millones de $ para sí con sus empresas fantasma y fue utilizado como cabeza de turco por toda la junta (que había cobrado 55 millones de $ de primas). El 2 de diciembre se declara en bancarrota: 20 mil empleados perdieron sus puestos de trabajo y sus seguros médicos con una indemnización media –recibida después- de sólo 4500$, 1.2 billones se volatilizaron de los fondos de jubilación de la empresa y se calcula que los pensionistas con acciones sumaron pérdidas de 2 billones de $.
Yo veo muchas similitudes con la actual crisis financiera: ambición desmedida, irresponsabilidad, búsqueda del beneficio a corto plazo, falta de previsión, ingeniería financiera creativa, corrupción, complicidad bancaria y gubernamental, ausencia de auditores y analistas independientes, falta de supervisión… seguro vosotros encontráis algunas más.
También tenéis este interesante gráfico explicativo (hacer click para verlo en grande)
Decrecimiento
El decrecimiento es un movimiento que nace –basado en el mundo rural- como crítica a la idea generalizada de que el crecimiento genera más bienestar. Cohesión social, servicios públicos, menor pobreza y desigualdad son los principales argumentos que se utilizan para defender el sistema actual que se basa en un consumo cada vez mayor. Contra esto, los partidarios del decrecimiento –también conocido como “ecologismo radical”- plantean dos principales críticas:
- En un entorno limitado como el planeta Tierra no es posible crecer ilimitadamente.
- El hombre debe intentar ser feliz y un sistema económico basado en el crecimiento y en el consumo –según ellos- no lo consigue.
Ambos motivos tienen su parte de razón. Respecto al primer punto creo que es lógico pensarlo y más tras los escasos avances de la exploración espacial. Los avances científicos se concentran en un mejor aprovechamiento de lo que nuestro planeta nos ofrece y a pesar de sus éxitos el deterioro ecológico y el aumento demográfico y de consumo avalan ese miedo. El problema es que el ser humano no suele preocuparse en demasía por el futuro más allá del de su propia generación y eso lo vemos continuamente. Por ejemplo, se sabe que la falla de San Andrés acabará por provocar un gran terremoto que afectará a California y que posiblemente incluso acabe con gran parte del estado sumergido bajo el Pacífico pero no hay planes para despoblar aquella zona, se sigue construyendo como si eso no fuera a ocurrir ya que se descuenta que pasará dentro de muchos cientos de años. Por lo mismo ni China ni India -las economías que más crecen en consumo y contaminación medioambiental- ni las más desarrolladas parece que vayan a querer frenar el desgaste de recursos por lo que le pueda pasar al planeta en un futuro que se cree lejano.
Respecto al segundo me recuerda al libro del economista australiano Clive Hamilton “El Fetiche del Crecimiento”, publicado en 2003 y que más que sobre economía, trata sobre sociología y antropología. Lo leí hace años sin saber que es un icono de este movimiento y recuerdo que llegaba a la conclusión de que el crecimiento económico no genera felicidad. Argumentaba que el consumismo y el materialismo que caracteriza a nuestras sociedades lleva a unos inconvenientes que no existen en sociedades primitivas. Más allá del problema ambiental, critica que en las sociedades más “avanzadas” somos más desarraigados socialmente, más insolidarios, más frívolos, más depresivos, más ansiosos, más solitarios, menos independientes, los niños salen hiperactivos, con problemas de concentración y pérdida precoz de la inocencia……y se detectan enfermedades psiquiátricas que no se conocen en organizaciones menos desarrolladas
Uno de los ideólogos españoles de este movimiento, Carlos Taibo, cuenta la anécdota de unos misioneros que al llegar a una aldea perdida del Amazonas y ver lo primitivo de las herramientas que usaban en una tribu para cortar la leña les obsequiaron con cuchillos de acero inoxidable. Dos años después, vuelven y constatan que los indios tardan 10 veces menos en cortar la leña pero no por eso cortan más que antes sino que aprovechan mejor ese tiempo libre. Esa sería la reacción que los partidarios del decrecimiento consideran lógica y no la que ha sido la tónica en el mundo desarrollado: utilizar los avances tecnológicos para producir más. La idea es que si reducimos el consumo podremos trabajar menos horas y vivir mejor. Defienden que lo que propugnan no es algo nuevo ni extraño al ser humano, es una reorganización de la sociedad basada en la cohesión social, el ocio creativo, una renta básica de ciudadanía, reducir el tamaño de las organizaciones humanas primando lo local frente a lo global, autogestión, democracia directa, respeto al medio…no sólo en la Historia y en sociedades primitivas de la actualidad hemos visto algo parecido, es que en nuestra propia sociedad la organización de las familias es muy similar.
El problema del decrecimiento –además de no ser un movimiento lo suficientemente cohesionado- llega con la aplicación práctica. Incluso si aceptáramos que sus ideas fueran las correctas son muy minoritarias puesto que la mayoría de los seres humanos asociamos progreso económico con vivir mejor, felicidad con desahogo económico y primamos el individualismo sobre el bien social. Cuando pensamos en una sociedad ideal se nos viene a la mente Noruega y no los massai. Sí, queremos trabajar menos horas pero confiamos en el avance tecnológico para ello y no en una menor industria y seguramente ocupemos esas horas de ocio con productos que nos llegan gracias al crecimiento como los ordenadores personales o los móviles con internet que han llegado al gran público porque somos una sociedad de consumo. Es fácil teorizar sobre cambiar el mundo de arriba a abajo pero ¿cómo cambiar todas nuestras costumbres de repente, cómo aceptar un cambio que implicaría un shock económico a corto plazo aún mayor que la actual crisis, es eso posible? Y esa dificultad de implantarlo de forma espontánea ha generado a su vez otro problema, que algunos de sus partidarios también lo son de utilizar métodos violentos para que tenga éxito su idea de “un mundo mejor”.
Apenas he esbozado por encima la teoría del decrecimiento (si os interesa el tema os recomiendo el documental on line de media hora –aunque basta con verlo a partir del minuto 17- subtitulado al español There´s no tomorrow) y aunque a mi juicio es inaplicable, algunas de sus reflexiones me parecen de interés incluso para mejorar el actual sistema.
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