Capitalismo
Como vimos el otro día, el origen de la propiedad privada es la base de nuestro sistema económico desde la Prehistoria pero desde entonces, y a pesar de la evidente evolución tecnológica, la Historia avanzó muy despacio… hasta que no llegó la Revolución Industrial. La aceleración de la mejora económica en el mundo empieza ahí porque aumenta nuestra productividad. Entre 1500 y 1820, según datos reunidos por el difunto Angus Maddison, la tasa de crecimiento anual del mundo fue de apenas un 0,32%, y en grandes áreas del planeta no hubo crecimiento alguno. Desde entonces el crecimiento mundial medio ha sido del 2,25%. El que se iniciara en la única monarquía europea, la inglesa, que acabó con la tentación absolutista -ya en 1689- y en el que la separación de poderes se ejercía incluso antes de que los filósofos franceses -inspiradores de la Revolución de un siglo después- hablaran de ella, no es casualidad. Hay una gran relación entre sociedades abiertas y progreso económico y ambas variables se alimentan la una a la otra.
Para el desarrollo hace falta capital (monetario, tecnológico y humano) y seguridad jurídica pero también una sociedad que no castigue la ambición, porque todos necesitamos incentivos, tanto el empresario como el obrero. Por eso en la sociedad estamental, con escasísimas posibilidades de cambio en la escala social, el progreso se ralentizó tanto. Quizás por eso China, que durante siglos fue más avanzada tecnológicamente que Europa, se quedó atrás en cuanto la industria revolucionó Occidente. Ahí es cuando algunos sitúan el comienzo de los males del capitalismo pero es erróneo. El acaparador de trigo en la Roma del siglo I que encarecía los precios los años de sequía no se diferencia del tendero que abre su establecimiento por la noche cuando las demás están cerradas y aprovecha esa ventaja competitiva para vender más caro. Lo que sí es cierto es que los comienzos de la Revolución Industrial fueron terribles para los trabajadores menos cualificados que eran la mayoría. No obstante, que ellos prefirieran esa vida de largas horas de labor viviendo en pequeñas habitaciones de ciudades contaminadísimas… a la de peones agrícolas, por muy difícil de entender que nos pueda parecer ahora, demuestra que algo positivo veían en esos trabajos. Quizás la ilusión de poder prosperar que en el campo, no siendo propietarios, no tenían.
Por suerte, y con la inestimable ayuda de los movimientos sociales, la situación ha mejorado mucho pero ese mismo impulso llega a nuestros días: queremos vivir mejor. Vivir mejor para unos es tener fama, para otros tener dinero, para otros que sus hijos progresen…los sueños afortunadamente son innumerables. Lo cierto es que la sociedad debe preocuparse en que todos tengamos la opción de poder alcanzar nuestros sueños, al menos los materiales. Siendo el primero de todos, como especie animal que somos, la manutención, nuestro objetivo básico dentro de la sociedad es conseguir dinero para conseguir comida, bebida, alojamiento… Cuanto más dinero tengamos, mejor comida, bebida y alojamiento tendremos. Y si tras eso, aún nos sobra dinero, tendremos posibilidades de ocio: que nos cocinen en un restaurante, que un avión nos lleve a un paraíso tropical, que nos den un masaje, que alguien nos limpie la casa…
Suena muy materialista pero lo cierto es que la sociedad que vivimos, y a la que hemos llegado tras una larga evolución, funciona así. Y como el dinero que conseguimos lo gastamos en otras personas que nos dan un servicio a nosotros, no explotamos a nadie; simplemente con nuestro trabajo compramos el suyo y ellos con el suyo compran el de otro y así sucesivamente, de modo que todos somos empresarios puesto que siempre tenemos a gente trabajando para nosotros. ¿Por qué unos tienen mejores trabajos que otros o simplemente más dinero que otros? No todos tenemos las mismas oportunidades: un hijo único heredero de una gran fortuna lo tiene más fácil que el hijo de un obrero de una familia numerosa pero hablando en términos medios en un país europeo las posibilidades de la mayoría son muy parecidas por lo que es el esfuerzo y talento individual lo que marca (o debe marcar) la diferencia.
Básicamente, ese es el sistema capitalista y el que más éxito ha tenido en nuestra sociedad de seres humanos creo yo porque es el que más se parece a nuestra propia estructura de pensamiento. Puede que sea una conclusión triste para algunos pero la Historia nos lo ha demostrado: Ninguno trata igual a las plantas del parque que a las que tiene en su balcón ni al autobús público que al propio coche. La propiedad privada nos importa. Por eso el comunismo, entendido como igualdad en cuanto a lo que recibimos de la sociedad, ha resultado ser un fracaso. Porque todos debemos ser iguales en oportunidades cuando nacemos (y es una causa por la que merece la pena luchar) pero queremos recibir de la sociedad en función de nuestros méritos individuales
Incluso si el único mérito que hemos tenido es comprar un boleto premiado en la lotería, no renunciamos al premio. Lo más probable es que usemos ese dinero para mejorar nuestra calidad de vida y quizás la de las personas que nos rodean y tras eso, puede que una mínima parte vaya a desconocidos. No pidamos entonces al sistema económico global que actúe de forma diferente a como actuaríamos nosotros ya que las empresas –pymes o multinacionales- son inventos humanos dirigidas por humanos y quieren el máximo beneficio con el mínimo coste así como los trabajadores –en una relación simbiótica atávica- quieren el mejor salario con la menor cantidad de horas de trabajo posibles. En resumen, la única diferencia es la escala pero no deberíamos considerar la estructura económica del mundo como algo ajeno a nosotros.
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