El péndulo: el siglo XXI

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Es un mito decir que el neoliberalismo triunfó y que es el culpable de la Gran recesión de 2008. Es cierto que dejó su influencia años después de la caída de Reagan y Thatcher y que en el mundo financiero norteamericano las desregulaciones de Clinton no fueron positivas pero lo cierto es que el detonante de haber hinchado las sucesivas burbujas que estallaron a partir de 2008 no fue sólo el mercado sino decisiones de políticos y bancos centrales. Nadie hizo caso a Keynes cuando abogó por ser austeros en época de bonanza y nadie hizo caso a Hayek cuando abogaba por menos estado. Las guerras del Golfo dispararon el déficit público norteamericano, las políticas populistas de Bush hijo animando a las agencias semigubernamentales Fannie Mae y Freddie Mac a conceder créditos hipotecarios incluso sin entrada… no se parecen a nada que defendieran ambos economistas. Como mucho se le puede achacar al espíritu keynesiano la bajada de tipos global y las inyecciones de liquidez que trataron de combatir el impacto económico global tras los sucesos del 11S. Pero fue culpa de los gestores políticos y financieros no haber controlado en los sucesivos años todos esos flujos.


Las medidas tomadas a finales de 2008 (el “Plan Paulson”, todavía con Bush de presidente) fueron keynesianas y funcionaron allí pero no tanto en otros países. Y es que se ha demostrado una vez más que todo es relativo. El poder del dólar hace que los EUA puedan tener mucho déficit presupuestario, mucho déficit comercial, mucha deuda… y seguir sin problemas. Grecia no, ni muchos otros países que no pudieron afrontar pagos. También aprendimos que el gran poder de los grandes bancos se ha quedado obsoleto, ahora sobreviven gracias al gobernador central de turno y a los políticos que, temerosos del efecto contagio de alguna quiebra, les favorecen.

El caso es que en la actualidad el debate Keynes/Hayek parece haber quedado obsoleto. Influencia de las ideas del segundo han quedado –más en algunos países como los EUA- que en otros –la Europa del bienestar- pero en general se limitan a una cierta liberalización de algunos sectores y privatización de otros pero más porque se ha demostrado que es más práctico y barato (hasta ayuntamientos de izquierdas prefieren subcontratar servicios municipales que aumentar plantilla pública) que por razones ideológicas. Pero como vimos con la crisis asiática de 1997 la globalización ha dejado herida de muerte la idea de que el mercado puede auto-regularse ya que un solo país que se salte las “normas” puede provocar una recesión global.

Keynes sí ha triunfado como principal ideólogo de todas las políticas económicas que se están aplicando en la actualidad… pero sus teorías se usan de forma bastante distorsionada. Además, el poder de los gobiernos se está relativizando por dos factores propios de este siglo: uno son las grandes multinacionales, mayores que muchos países y que han existido siempre pero que por la globalización y los avances tecnológicos pueden presionar con cambios de sede y pueden crear subcontratas por donde sea que puedan pagar menos impuestos (AQUÍ lo explican muy bien) mientras que la presión fiscal general no deja de subir. Otro es el inmenso poder de los bancos centrales. Cierto que en China, Japón, Rusia etc. no son independientes pero en los EUA –y a pesar de las presiones- no son una rama del gobierno y en la Eurozona, Draghi demostró ser más presidente de Europa que cualquier político votado. Keynes estaba a favor de usar la política monetaria pero dudo mucho que hubiera podido imaginar –apenas nadie lo podía pensar hace 11 años- y aprobar lo que está pasando hoy en día para poder frenar la deflación y que el coste de la enorme deuda pública esté contenido.

Lo que sí está claro es que sea por el estado, por los bancos centrales o por las grandes compañías, el poder del libre mercado es cada vez menor aunque muchos políticos sigan llamando liberalismo al “capitalismo de amiguetes”, la extrema manipulación monetaria y el peligrosísimo poder de unas pocas compañías que se ha impuesto. Siendo evidente el gran poder de los estados en la economía (liderados por los bancos centrales) y el rol de China (una de las economías más intervenidas del mundo) como próxima primera potencia mundial, también lo es el de las grandes multinacionales. Más bien parece que el péndulo ha perdido el eje…

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