Hay una forma infalible de intentar comprender a otra persona que es intentando ponerse en su lugar. Es muy difícil y exige intentar conocer al otro y ser tan generoso de dejar de lado nuestro punto de vista; es por eso que la mayoría tenemos grandes problemas en hacerlo. La segunda mejor solución para resolver un conflicto entre dos personas que no se comprenden es apelar a la objetividad y yo aconsejo ante disparidad de criterios respecto a hechos y discusiones ponerse en el lugar de un espectador de una película, contemplando el problema como una trama ajena. De este modo se pueden ver cosas con mucha más claridad de lo que parece y mucho queda al descubierto.
¿A que viene todo esto? Pues creo que cada lector lo puede interpretar de un modo personal, puede que se sienta identificado en problemas que tiene con su pareja o con sus amigos pero también me refiero a algo más general, a un asunto global que pienso es la clave de los conflictos: la falta de comprensión.
La Historia de la Humanidad ha sido la historia de un desencuentro, personas que creen que deberían ser más que otras, religiones que se creen mejores ante los ojos de Dios que las otras, millones de humanos sin criterio propio que se han dejado llevar, manipulados por las ambiciones de otros…Todo eso lo ha provocado la incomprensión. Y es que es muy difícil entender al otro, sobre todo si el origen cultural es muy diferente, pero estoy convencido que si dejamos de lado nuestro egoísmo podemos conseguirlo. Y ojo, que entender no significa compartir, significa antes que nada conocer.
¿Cuántos casos de maltrato doméstico -por ejemplo- dejarían de producirse si desde niños nos enseñaran a ponernos en el lugar del otro o al menos a intentar mirar las cosas desde una perspectiva neutra? ¿Cuanto racismo y/o cuanto sexismo desaparecería si estuviéramos acostumbrados a conocer antes de juzgar? Por eso es necesaria una gran revolución, pero no con armas, sino con cultura y educación.
Y la educación no es aprender mucho, es aprender a aprender, a tener una actitud ante la vida de enriquecimiento, a no estar cerrados, a no desconfiar por principio de lo que no se nos parece, a ser humildes y no creernos en posesión de la única verdad… Pero en vez de eso nos enseñan desde pequeños que nuestra nación es la mejor y nuestra iglesia la única verdadera y que si hay un terremoto en Japón lo más importante para el locutor es saber si hay algún español entre las víctimas…y es que nos olvidamos que somos una misma raza viviendo un mismo planeta y que contra todos los nacionalismos (y todos son excluyentes) a lo que debemos aspirar es a que no haya fronteras, ni geográficas ni de idioma, ni culturales ni religiosas. Somos una misma raza condenados a entendernos porque han avanzado tanto las comunicaciones que nuestro planeta se ha convertido en un sitio pequeño.
Creo el mejor ejemplo lo tenemos en las religiones: ¿Por qué una persona que cree en Dios no investiga todas las religiones antes de decidirse por una, más cuando sabe que la principal causa de pertenecer a una en concreto y no a otra es por la influencia de su familia o porque es la imperante en su entorno? Eso vale para un musulmán del Yemen o para un católico de Roma ya es que una cosa es la fe –creer en un ser superior, en una vida futura, en el alma etc.- y otra la pertenencia o no a una comunidad creada y gestionada por humanos a lo largo de la Historia en la que sí debe existir un esfuerzo racional y una decisión individual. ¿No habría que conocer antes de elegir, criticar y excluir? Pues resulta que la mayoría de creyentes de cada religión que existe defienden la suya como la única válida -generalmente por ser la de sus padres- sin haber hecho antes ese ejercicio.
Si no cambiamos nuestra actitud, y sobre todo la que inculcamos en nuestros hijos, los choques en este mundo globalizado irán cada vez a más porque no podemos convivir en un mismo espacio geográfico sin hacerlo en un mismo espacio cultural. Y por supuesto a otros pueblos les falta mucho más que a nosotros para conseguir esa tolerancia y esa buena actitud pero mis lectores sois vosotros…
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