Turing y el riesgo de la intolerancia

 Es hasta lógico que en algunas disciplinas muy subjetivas haya pintores, poetas, escultores…que a uno le parezcan geniales aunque no tengan fama y otros que tienen el aprecio de los libros de texto no nos gusten. Sin embargo, es extraño cómo hay algunos científicos pasan desapercibidos para el gran público cuando su labor ha sido objetiva: ¿Quién se acuerda del nombre del inventor del horno microondas – Percy Le Baron Spencer- o de la lavadora – Alva Fisher- o de la aspiradora – William Hoover- o incluso de la fregona –Mauel Jalón-? Y son inventos prácticos y útiles cuyos autores –muy recientes- deberían “sonarnos más” que teóricos como Hawkings o filósofos como Nietsche.

Uno de los físicos –teórico y práctico- más importante del siglo XX fue Tuning, cuya máquina estableció la base para las actuales computadoras. Su vida fue auténticamente de película y –como le pasó a tantos otros como Darwin, Galileo, Servet etc.- sufrió muchísimo por los problemas de una sociedad estigmatizada por los prejuicios que la religión ha instalado en ella. El gran pecado de Tuning fue su homosexualidad. Voy a resumir muy brevemente algunas facetas de su vida:

Alan Turing, inglés, fue un niño precoz en matemáticas e ingresó joven en un internado. Con 16 años leyó las recientes publicaciones de Einstein comprendiéndolas pero tuvo muchos problemas para aprobar los cursos pues las asignaturas “de letras” las llevaba muy mal. Antes de la Segunda Guerra Mundial ya estableció las bases de la “computación” y durante ésta sirvió a su país descifrando –con gran éxito- las claves criptográficas del ejército alemán (la mítica máquina ENIGMA que inspiró varias películas), siendo pues su aportación a la victoria contra los nazis quizás decisiva (hasta 1970 no se hizo público cómo lo logró, prueba de lo importante que se consideró su trabajo).

Tras la II Guerra Mundial trabajó en la construcción de las primeras computadoras, incluso diseñando un programa de jugar al ajedrez que no pudo desarrollar, y en sus últimos años se dedicó a estudiar las relaciones entre biología y matemática. Acerca de su muerte –a los 42 años- hago un copy-paste de la wikipedia:

“En 1952 Arnold Murray, el amante de Turing, ayudó a un cómplice a entrar en la casa de Turing para robarle. Turing acudió a la policía a denunciar el delito. Como resultado de la investigación policial, Turing fue acusado de mantener una relación sexual con un varón de 19 años y se le imputaron los cargos de “indecencia grave y perversión sexual”. Convencido de que no tenía de qué disculparse, no se defendió de los cargos y fue condenado. Según su ampliamente difundido proceso judicial, se le dio la opción de ir a prisión o de someterse a un tratamiento hormonal de reducción de la libido. Finalmente escogió las inyecciones de estrógenos, que duraron un año y le produjeron importantes alteraciones físicas, como la aparición de pechos o un apreciable aumento de peso, y que además le convirtieron en impotente. Dos años después del juicio, en 1954, murió por envenenamiento con cianuro, aparentemente tras comerse una manzana envenenada que no llegó a ingerir completamente. La mayoría piensa que su muerte fue intencionada y se la consideró oficialmente como un suicidio. A pesar de que su madre intentó negar la causa de su muerte, atribuyéndola rotundamente a una ingestión accidental provocada por la falta de precauciones de Turing en el almacenamiento de sustancias químicas de laboratorio, su vida terminó amargamente y envuelta en una nube de misterio. Esta misteriosa muerte ha dado lugar a diversas hipótesis incluida la del asesinato.”

Como se puede apreciar, otro científico más al que sus méritos y su patriotismo ayudando a vencer una guerra no le sirvieron contra los problemas morales que por culpa de la religión (esta vez el cristianismo) están tan presentes en nuestra sociedad. Y esto ocurrió hace poco más de medio siglo, no hace tanto… Quizás la mayoría de los individuos en Occidente hayan evolucionado y les importe poco lo que las personas hacen o dejen de hacer –y con quien- en su intimidad pero sigue habiendo una influencia dañina de las religiones cuya intransigencia –que nadie lo olvide- no ha variado, convirtiendo a muchas personas –algunas con buena fe- en cómplices de ella. Por eso resultan tan adecuadas las declaraciones recientes del papa asumiendo algo de lo más lógico: puesto que existe la práctica de la homosexualidad y las personas con esa orientación forman parejas, ¿por qué oponerse a que la sociedad civil las regule como hace con los heteros y puedan así formar una familia legal que de hecho ya formaban? Pero aún falta mucho...

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