Profecías erróneas

 No podemos evitar intentar descifrar el futuro, ya sea el de un resultado deportivo o el de unas elecciones políticas, supongo es inherente a nuestra capacidad de tener opinión sobre todo lo que percibimos, tanto en nuestro entorno directo como en lo que nos llega a través del telediario. Todos nos equivocamos, y alguna vez acertamos, pero suelen ser las menos. En 1895 un industrial preguntó a Auguste Lumiére sobre su nuevo invento. Este respondió que no estaba en venta, que sólo tenía interés como curiosidad científica y que no tenía ningún futuro comercial. Dado que su invento era el cine, puede que debiera entrar en la lista de las profecías más erróneas de la Historia pero es la típica que se disculpa con facilidad. Y es que da gusto que nos equivoquemos minusvalorando nuestra capacidad y que el tiempo nos quite la razón. En esta categoría podíamos incluir por ejemplo estas:

"Nunca se fabricará un avión más grande que éste",
dijo un ingeniero de Boeing al ver el modelo 247, con capacidad para 10 pasajeros, en 1933.

O la famosa

-Nadie va a necesitar más de 640 Kb de memoria en su PC",
frase de Bill Gates en 1981.

El mundo de la ciencia y la tecnología es de los que más pie nos ha dado a todos para intentar prever el futuro y que también ha protagonizado algunas de las más absurdas:

"Las aspiradoras impulsadas por energía nuclear serán una realidad en 10 años",
afirmó Alex Lewyt, presidente del fabricante de aspiradoras Lewyt, en 1955.

"Estamos en el umbral del correo vía cohete",
Arthur Summerfield, director general de Servicio Postal, en 1959.

"No hay necesidad de tener un ordenador en cada casa",
sentenció Ken Olsen, fundador de Digital Equipment, en 1977.

Otras profecías simplemente muestran un profundo desconocimiento de la psicología humana:

"Los estadounidenses necesitan el teléfono. Nosotros no. Nosotros tenemos mensajeros de sobra",
sentenció Sir William Preece, director del la oficina británica de Correos, en 1878.

"La TV no durará porque la gente se cansará rápido de pasar todas las noches mirando una caja de madera",
dijo Darryl Zanuck, productor de la 20th Century Fox, en 1946.

Y algunas de las que más duelen son las que nos enseñan que en el pasado esperaban más de nosotros que lo que finalmente hemos conseguido, hace 50 años esperábamos haber conquistado otros planetas, haber acabado con el hambre en el mundo…al fin y al cabo lo humano es tener esperanza en el futuro y en que será mejor, quizás por eso Bill Gates pecó de optimista cuando afirmó en 2004 que "El spam estará resuelto en dos años".

La economía y los mercados financieros también nos han dado un rosario de profecías, muchas de ellas erróneas, siendo algunas muy cercanas como la del que predijo un barril de crudo a 200$ antes de que se iniciara una bajada que llevó el precio de 150 a 35 en pocos meses, aunque en España el mejor ejemplo lo tenemos en Terra, que también pronosticaron llegaría a 200 y pasó de 150€ a 5 sin haber mediado ninguna quiebra. Se podría escribir un libro pero resultaría un poco miserable sacar los colores a todos –incluido yo mismo- que por tener opinión hemos errado el tiro, y además hay que mantener el ambiente veraniego y para ello os voy a mostrar dos ejemplos gráficos de “meteduras de pata” sonadas, esta vez de periodistas, extraídas de una de mis webs financieras preferidas, www.dshort.com :

  • En esta la prestigiosa revista “BussinesWeek”, tras casi 20 años de mercado lateral y aburrido pronosticó la muerte del mercado de acciones (click en la imagen para ampliar):

Tras esa portada, en pocos meses se inició uno de los más grandes y largos (20 años) rallies alcistas bursátiles de la historia de los EUA.

Y como, aunque parezca difícil de creer, me tira más la Historia que el mundo financiero, os voy a contar una de las actitudes vitales que más deja en entredicho nuestra capacidad de predecir: la vida de Jean-Baptiste Bernadotte, revolucionario francés nacido en 1764 que por sus méritos militares y por ser marido de la ex-amante –y cuñada- de Napoleón, consiguió llegar a general de su ejército. Lo curioso es que al conquistar –por órdenes de éste- Suecia, su moribundo rey Carlos XIII, quizás para evitar una masacre a su pueblo y ya que no tenía descendencia, decidió legar la corona al “general Bernadotte” que pasó a ser Carlos XIV de Suecia. Con el tiempo éste olvidó su origen francés y peleó incluso contra Napoleón para preservar la independencia de su nuevo país. Uno de los mayores aprietos en los que se vio metido en su corte fue cuando enfermó y sus médicos le recomendaron hacerle una sangría –remedio habitual entonces- en los brazos. Tras muchas súplicas accedió siempre y cuando lo hiciera un solo doctor y con amenaza de pena de muerte si contaba lo que iba a ver, y es que en un antebrazo tenía dibujado un tatuaje -de sus tiempos revolucionarios- con la siguiente inscripción: “Muerte a los reyes”.


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